Destellos en la oscuridad {Elena}

por **Stefan F. Salvatore** Lun Sep 03, 2012 7:44 am

Lentamente los halos de luz empezaron a acariciar las pequeñas hojas y ramas de aquellos inmensos robles que yacían inmóviles e imponentes. Viajando con gracia elegancia, acompasado del vaivén del viento, los destellos del sol se adentraron a aquella residencia, la cual almacenaba cientos de historias, entre ellas la que más ensuciaba el apellido Salvatore. Anunciando el amanecer, y golpeando el rostro de aquél hombre que durante años había tratado de dar lo mejor, ahora despertaba con aquella carga en su espalda, aquella carga que hizo que no solo su vida cambiase, sino la vida de la persona a la que más ama en este mundo.

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Al abrir mis ojos sentí el peso en ellos, aquel peso que me perseguía desde incontables noches las cuáles no podía manejar, o mejor dicho no sabía como manejarlas. Me levanté de mi cama caminado lentamente hacía aquélla ventana que se había convertido en mi mejor amiga, siendo mi confidente y a la vez mis ojos hacía el mundo del cuál había decidido privarme. Se que siempre había sido alguien débil, pero ahora más que nunca en casi dos siglos, no me había sentido culpable, tan denigrante, como si todo lo que había estado en este mundo no valiera la pena, y todo por mi debilidad por ella.

Mire como el amanecer nos alcanzaba de nueva cuenta, como siempre debia de hacerlo, pero este día me sentía particularmente, diferente; como si quisiera enmendar todo lo que había hecho, no solo a Elena, sino a todos mis seres queridos, pero en un segundo esa voz en mi cabeza se hizo presente, el cuál era un viejo amigo. "Sangre" - Escuché dentro de mí -, sabiendo que el destripador en mí quería volver a salir, pero yo tenía que detenerlo y la unica manera de hacerlo era vencerlo en su propio juego.

Baje las escaleras unicamente con mi pantalon oscuro llegando a aquélla nevera que para ser más concretos era de Damon, el cuál no había visto en días o mejor dicho no había querido ver, lo que cuál me hacia preguntarme ¿Porqué?, ¿Porque no ver a mi hermano?. Tal vez porque tenía miedo de enfrentarlo tanto como enfrentar a Elena, simplemente era patético. Por esas razones debía dominarme y controlar mis ansias de sangre y debia hacerlo ahora, así que tome una de las bolsas la cuál sonaba cada vez que mis dedoa la apretaban, haciendo que mi lengua viajara por mis labios, pero estos no se abalanzaron en contra de ella, por primera vez sentia el control en mi cuerpo, mirando aquella bolsa la cual pendía de mis dedos, y por esos instantes pude pensar en algo mejor

Off: No encontre la residencia de los Salvatore, así que espero este bien que postee aqui

por **Elena Gilbert** Lun Sep 03, 2012 8:55 am

Un bosque oscuro y lleno de tinieblas, ese era el desolador paisaje que me encontraba. Mis labios tenían sangre, alguien yacía en mis brazos, me asombré y asusté de ver que era Jeremy, mi hermano, y que yo en uno de mis impulsos vampíricos, le había matado dando fin con su vida... Desperté sudorosa y muy asustada, lo primero que hice fue posar mis dedos en mis labios, limpios no tenían ni rastro de sangre, todo había sido una terrible pesadilla, una que me iba persiguiendo últimamente. Por ahora llevaba un control bastante bueno de mis actos y me alimentaba únicamente de bolsas de sangre que sacábamos del banco sanguíneo del hospital.

Me fijé que los rayos del sol estaban entrando por las cortinas de mi ventana. Me obligué a sonreír, debía ser fuerte y tratar de disfrutar con mi nueva vida como vampira, era algo a lo que tenía que acostumbrarme a marchas forzadas. Posé mis pies en el frío suelo de mi habitación, lo que causó que un terrible escalofrío recorriera mi cuerpo entero. Era una mañana fría, lo primero que haría iba a ser darme una buena ducha. Me quité el pijama y me metí en el baño, me acabé de quitar la ropa y entré en la ducha, dejando caer el agua caliente por mi pelo y por mi cuerpo. Todavía recordaba aquel encuentro que había tenido con Damon, la verdad es que estaba muy indecisa y no sabía qué demonios hacer con lo que sentía hacia los Salvatores, mi corazón palpitaba confuso.

Acabé dr ducharme y me enrollé una toalla en mi cuerpo, salí del baño y fui a mi armario, me puse unos vaqueros y una blusa morada con volantes, también me puse unas botas nuevas que me había regalado Ric, me las puse por encima del pantalón. Me miré al espejo y comencé a peinar mi liso cabello y a secarlo, pronto estuve preparada para salir de mi habitación y bajar al salón, cruzándolo para llegar hasta la cocina, en la que mi hermano me saludó mientras desayunaba. Cogí un vaso de plástico y vertí café caliente en él. Me despedí de mi hermano, quería ir a ver como estaba Stefan y como andaba todo, después de lo ocurrido en la fiesta, no estaba segura de quien iba a estar a salvo. Monté en mi coche y metí la llave y arranqué el motor. Comencé a conducir hacia las afueras, hacia la carretera vieja que conducía a la mansión Salvatore. Mi corazón palpitaba con más fuerza conforme iba acercándome. No tardé mucho tiempo en llegar y girar la última curva antes de llegar a la casa de mis dos razones de vivir y por las que moriría. Esperaba que toddo marchase bien la verdad. Llegué a la puerta pero no llamé, comprobé que estaba abierta y entré en el salón. -¿Stefan estás en casa?-pregunté a la nada esperando no estar sola.

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