Mi primer día. [Elena]

Hacía apenas unos días que había llegado a Mystic Falls y había alquilado un pequeño piso, lo justo para tener un techo bajo el que dormir. En comparación con su antigua casa, aquel piso era un birria, pero no necesitaba más. Aunque su principal objetivo era encontrar a los seres que había matado a toda su familia, necesitaba comer y pagar las facturas mientras se encontrase en el pueblo, por lo que no tardó en ponerse a buscar un trabajo. Le costó menos de lo que pensaba y antes de que se pudiera dar siquiera cuenta, trabajaba como camarera en el Mystic Grill. No era el trabajo de sus sueños, pero sabía como manejarse tras una barra, y, aunque no pagaban demasiado bien, se las podría apañar, al fin y al cabo, a sus 19 años no tenía ni la ESO, por lo que sería difícil que trabajara en algún sitio mejor.

Aquel era su primer día; se había recogido el pelo en una coleta alta para que no la molestara y llevaba una camiseta de tirantes, con la que se le veía parte del tatuaje que tenía en el hombro. Era simpática con todo el mundo, algo que tampoco era de extrañar, al fin y al cabo, no odiaba a todo el mundo, solo a los seres sobrenaturales, y algunos incluso podían librarse de ser odiados. Su personalidad era un tanto extraña, ni si quiera ella entendía su comportamiento, se guiaba por su instinto, cosa que hasta entonces le había salido bien, por lo que no lo cuestionaba. Se dedicaba a servir en la barra y recoger alguna que otra mesa, aunque de eso se encargaban sus compañeros, pero no le costaba nada recoger las mesas más cercanas si no había nadie en la barra.

No tardó ni un segundo en cambiar por completo, tanto su actitud como su expresión y su mirada se volvieron más serias, con una fiereza y un odio que la rebosaban; pero había aprendido a controlarse y a mantener la cabeza fría, sus padres la habían enseñado bien, y la vida se había encargado de finalizar su entrenamiento. La soltó en cuanto la vampiro la empujo y el empujón la hizo retroceder un par de pasos. - Oh, si, no quieres hacerme daño, pero me habrías matado de no tener verbena en mi organismo, ¿verdad? - aquello no era una pregunta, sabía de sobra que así habría sido, y que si hubiera sido su compañera y no ella la que hubiera entrado en el almacén, en aquellos momentos podría estar muerta. Seguramente la chica negaría aquellos que Bethany acababa de afirmar, pero ella sabía que era así, pues se había encontrado con más de un primerizo, y estaba claro que no tenían control alguno en cuanto a sed de sangre se refería, hacía falta tiempo para aquello.

La miró alzando una ceja, algo desafiante. - Así que la segunda vez... ¿Al primero lo mataste o simplemente le dejaste malherido? - había malicia en su voz, lo sabía, pero su odio hacia aquellas criaturas era superior a ella. ¡Además se lo decía como si lo tuviera todo controlado! Cuando estaba claro que no era así, y encima se enfadaba con ella por su reacción. Un hilillo de sangre llegó hasta su clavícula, y Beth notaba como la sangre se iba secando poco a poco en su cuello, tendría que limpiarse antes de salir, o cubrirse e ir directa al baño más bien, por que ahí no había con qué pudiera limpiarse. - ¿Serías acaso tú amable con el diablo? - dijo en un tono de voz bajo, pero que sabía que aquella chica escucharía perfectamente.

Su odio hacia los vampiros tenía su historia, como todo, pero principalmente era porque su familia se lo había inculcado. La familia de Beth era de las más antiguas de cazadores, llevaban haciendo aquello generaciones y generaciones y a los niños se les enseñaba desde muy pequeños todo aquello que debían saber acerca de las criaturas sobrenaturales. También se iban heredando las armas y los libros, que se iban actualizando con el paso del tiempo. Bethany había crecido entrenando para proteger al mundo de aquellas criaturas, criaturas que no deberían existir; sabía que al principio existían en su mundo los hombres lobo y las brujas, pero no los vampiros. Más tarde se descubrió que había otra dimensión donde los vampiros eran los amos y señores, o algo por el estilo. Ella había sabido eso desde siempre, pero sus antepasados habían tenido que ir descubriendo aquello con el paso del tiempo. Claramente, ella nunca había ido a la dimensión oscura, al fin y al cabo, lo que pasaba allí no la incumbía, y mientras todos los demonios y seres que viviesen allí no cruzaran la frontera, todo estaría bien.

Vio como la vampiresa apretó los puños ante el comentario, así que supuso que aquel comentario la había enfadado. Aun así, Beth sabía que tenia razón, incluso vampiros más antiguos que ella perdían el control ante la sangre, aquella era el precio de la magia que se usó en este mundo para crear a los vampiros; al fin y al cabo, toda magia tiene un precio. - Algún día se irá, sobre todo si no te alimentas regularmente, sobre todo ahora que, por lo que parece, acabas de empezar. - dijo en un tono de voz neutro; estaba enfadada y rabiosa, sí, pero no se le notaba. Lo primero que su padre le había enseñado era a contener todo lo que sentía, para que nadie pudiera utilizarlo en su contra. Así que hay más cazadores en el pueblo... Interesante. Aunque en el fondo, se esperaba que hubiera algún que otro cazador más, pues en un pueblo como aquel, los cazadores no sobraban precisamente. - Si lo que pretendes es herirme de alguna forma con ese comentario, olvídate. ¿Que sería de este mundo si todos fuéramos iguales en carácter? - Aquello era curioso, un cazador cuyo mejor amigo era un vampiro... Beth también era amiga de algún que otro vampiro, pero estas amistades eran de conveniencia, y había comprobado previamente que esos vampiros no eran realmente una amenaza para nadie o todavía no había encontrado la forma de vencerlos.

La pena de Beth era grande, sí. Había perdido a toda su familia en un ataque de quien sabe qué criatura; había sentido la pérdida de sus padres, pero era algo que sabía que pasaría en algún momento, algo que su padre le había repetido una y otra vez: "Algún día, quien sabe si pronto o tarde, tu madre y yo moriremos, lo más seguro es que sea a manos de un ser sobrenatural. Pero escúchame bien, tú serás la encargada entonces de que nada les pase a tus hermanos." Aquellas palabras resonaban en su cabeza más veces de las que le gustaría, pues había fallado. Sus hermanos habían muerto el mismo día que sus padres; el benjamín de la familia no tenía más que cinco años. Aquel suceso la perseguía en sueños, e incluso cuando estaba despierta; solo habían pasado tres años desde lo ocurrido. Aceptó el pañuelo que ella le ofrecía y se cubrió la herida con él, presionando para que dejara de salir sangre. - Gracias. - dijo esbozando una leve sonrisa, aunque aquella sonrisa fuera tan fría como el hielo; no había vuelto a sonreír o reír de verdad desde lo ocurrido. Por lo menos, aquella chica no había apagado su humanidad, algo que en cierto modo la aliviaba, y la protegía a ella, pues aunque pudiera parecer lo contrario, Beth nunca mataba por matar, necesitaba razones de peso, y una de ellas era que el vampiro hubiera apagado su humanidad, pues esa era una de las razones por las que los vampiros mataban humanos sin ton ni son. Cuando la vampiresa se sentó en una de las cajas, Bethany se apoyó en la pared, con un brazo cruzado bajo el pecho y el otro sujetando el pañuelo en el cuello. Asintió la cabeza ante la mención de Klaus, pues había leído algo sobre él, y también había oído hablar de él. - El original. - dijo para asegurar que no se confundía de persona. Parecía que aquella chica estaba informada sobre los acontecimientos de Mystic Falls, y la información le vendría de maravilla. Después ya hablaría con ella sobre su condición de vampiro.

off- Siento la tardanza.

Escuchaba atentamente la nueva información que aquella chica le brindaba, toda información era poca, y aquella era más bien jugosa. Varios de los libros de la familia mencionaba a la familia original de vampiros en la tierra, pero la mayoría de las cosas que se contaban eran mitos y leyendas, suposiciones. Algunos decían que era invencibles; que eran los únicos vampiros realmente inmortales. Otros que, aunque no se les pudiera matar, había un elemento que podía dejarlos en estado de vegetación mientras lo tuvieran en el cuerpo; la madera de un árbol de que ya no quedaban ni las cenizas. Pero aquello que la vampiresa le contaba era algo completamente nuevo y que podía darle un giro de ciento ochenta grados a su forma de abordar el problema que suponían los vampiros. Si matando a un original morían todos aquellos vampiros que compartieran su linea de sangre... solo tenía que matar a seis vampiros. Aunque había un pequeño problema, no tenía ni idea de como matarlos. -¿Me estás diciendo que si alguien mata a un original, mueren todos y cada uno de los vampiros que sigan su línea de sangre? - preguntó para asegurarse, aunque estaba segura de que era eso lo que le había dicho. Y si sabían aquello... eso significaba que ya habían matado a un original, por lo que sí que se les podía matar.

Cuantas cosas nuevas podía aprender una en tan poco tiempo. No era la primera vez que escuchaba hablar sobre los híbridos, aunque al principio había dudado un poco de su existencia. Pero ahora que escuchaba a aquella chica, que al parecer había sido la clave para que el original llamado Klaus hubiera podido crear a esos híbridos. Asintió levemente, procesando la información. - Hay algo que no me cuadra, ¿como consiguió Klaus convertirse en híbrido? La mordedura de un licántropo es mortal para un vampiro. ¿Y por qué tú? ¿Por qué tu sangre? - preguntó tratando de hilar toda aquella información para encontrarle algún sentido. No tenían mucho tiempo, en cualquier momento su compañera entraría a buscarla porque estaba tardando demasiado.