Cosas de niñas..[Libre]

Hoy había quedado con Elena por la tarde, por lo que quería ir al centro a una pastelería cercana a la plaza donde hacían unos pasteles deliciosos, y aunque sabía que ahora no tomaba una dieta "normal", los dulces nunca matan a nadie. La verdad es que no podía creer que siguiera manteniendo ese humor tan negro propio de mí en una situación cómo ésta. No tardé en llegar, pues no estaba muy lejos de mi casa caminando tranquilamente y disfrutando de un día soleado. Iba canturreando una canción que había oído en la sintonía de radio de un coche, era pegadiza y me gustaba.

No comprendía cómo Elena se había acostumbrado a ese cambio en su "no vida", había sido como con Caroline, ahora Elena también se alimentaba de bolsas del hospital, extraídas por Damon del banco de sangre, la verdad pensé un rato en el mayor de los Salvatore, que al contrario que con Stefan, no me llevaba demasiado bien, simplemente nos aguantábamos el uno del otro, tal vez por la similitud de nuestro carácter, quién sabe.

La cuestión es que iba andando tan pensativa, que no miraba si quiera por donde iba caminando hasta que me choqué con algo. Paradeé un par de veces tratando de llegar a la realidad nuevamente, vi a una niña en el suelo, me había chocado con ella. Le tendí la mano para ayudarle a levantarse, pues después de todo, yo había tenido la culpa por andar pensando en las musarañas. -Perdona, no me he fijado en ti, ¿estás bien?-dije mientras la ayudaba a incorporarse.

La niña se incorporó pero dijo que le dolía, tampoco es que la hubiera arrolado como un cuatro por cuatro dios mío, qué débiles eran los niños de hoy en día, serían fácil alimento de vampiros o híbridos si no estuviéramos los que les protegíamos. Era mejor que los niños vivieran sus vidas felices y basadas en la ignoracia de los seres oscuros. Me quedé contemplando detenidamente a la niña. Era muy bonita, su pelo caía en espesos tirabuzones color dorado, su piel pálida y unos grandes ojos.

Me detuve un momento en contemplar su mirada, me recorrío un escalofrío, podría ser que había notado que algo no marchaba bien, pues como cazadora tenía una especie de sexto sentido, ya que no hacía frío. La mirada de la niña... no parecía ser de una niña... parecía ser más propia de adultos. Notaba una cosa extraña cerca... Mantuve mi mirada sobre la niña, no la conocía de antes la verdad. -¿Dónde te duele? ¿quieres acudir al hospital?-le pregunté mientras la cogía de la mano y la apartaba de la multitud de gente que recorría la plaza. -Lo siento mucho pequeña.-le dije mientras seguía pensativa, algo no me cuadraba bien...

Mi sexto sentido de cazadora seguía manteniéndose en alerta, era extraño, no veía nada parecido a un vampiro cerca, bueno al menos si escondía bien la piedra que le permitía caminar bajo la brillante luz del día. Pero algo me decía que lo tenía bien cerca, y bueno, el mal podía manifestarse en todas las maneras, por lo que comencé a sospechar de la pequeña niña que tenía ante mis ojos, nunca antes la había visto por el pueblo, y era raro que vistiera como lo hacía, parecía salida de otra época.

Vi que se agarró a mi brazo, diciendo que quería algo dulce. Estábamos en un callejón donde casi nunca pasaba gente. La única manera de saber si esa niña era o no era lo que pensaba, era dándole lo que todos los vampiros querían, sangre. Aproveché y metí la mano en mi bolso, clavándome una pequeña estaca en la palma de la mano. -¡Ah! me he cortado...-dije mientras me sujetaba la mano extendida para que la niña viese la sangre, si era un vampiro, no lo tendría muy complicado para deshacerme de ella.

Miré la reacción de la niña de rizos, me dio un beso en el dedo, vi que no se acercaba a la herida, podía o bien contenerse como lo hacía Damon, él a mis ojos, era un experto en eso del control. Contemplé el semblante angelical del rostro de la niña, parecía ser muy buena y dulce, pero nunca podías esperar nada de un vampiro ya que si sí lo era actuaría de manera que no lo pareciese. La verdad es que no sabía cómo reaccionar, pues nunca me había encontrado con un vampiro con cuerpo de niño.

Si ella lo era, debería de sentirse realmente frustrada al mantener siempre por toda la eternidad el semblante de una niña.-Bueno lo mío no ha sido nada pequeña, se curará pronto, pero lo tuyo sí, debemos ir al hospital te guste o no te guste, lo mejor será que te lo curen pronto aunque no es nada grave, solo te habrás doblado el tobillo o algo por el estilo.-dije mientras caminaba pensando en qué iba a hacer la pequeña, tal vez realmente fuera una humana y yo estaba desvariando, pero mis instintos se negaban a creer que era una humana.

Lenore estaba terriblemente aburrida, y eso era preocupante, no habían muchas cosas en el mundo más peligrosas que Lenore aburrida, y eso lo sabían los restos de sus víctimas en la sala del trono de Raggamuffin, así como su señor ahora convertido en muñeco de trapo, apoyado en el hombro de la niña.

Ya era oscuro en las calles, así que Lenore podía prescindir de su paraguas, el cual usaba como un bastón, fingiendo andar a veces como una anciana o como si estuviera coja. Se detenía a crear olas en los charcos que se formaban en el suelo con la afilada punta de su paraguas, suspirando y mirando alrededor, intentando encontrar alguna distracción.

-Lenore, deberías ir a otro sitio, esto está muerto por la noche- Dijo la voz de su señor en la mente de la niña, que hinchó las mejillas, pateando un charco y mojando la falda de su largo vestido negro.

-Yo también estoy muerta, así que encajo perfectamente en el ambiente- Dijo con orgullo, alejándose cada vez más de la ciudad y empezando a andar por la tierra del bosque que la rodeaba. Y como si el bosque fuese un mundo aparte de donde había estado hasta ahora, todo se volvió emocionante.

-Huele… huele a sangre humana- Las pupilas de Lenore se dilataron, y de un salto se subió a la rama de un árbol, saltando en la oscuridad de las hojas hasta llegar a una pequeño claro donde descubrió dos oscuras siluetas, una más pequeña que la otra. Lenore bajó del árbol, quedándose oculta tras el grueso tronco, mirando a la extraña pareja: una niña con un precioso vestido azul y una adulta de la que provenía el olor a sangre… el olor de la sangre reciente la confundía, pero entre las dos se mezclaban los olores de muchas sangren distintas, pareciera como si se hubiesen bañado en sangre… y eso significaba o que una de las dos era una asesina… o una vampiresa como ella. Viendo la situación lo lógico sería pensar que la adulta estaba apunto de matar en la oscuridad del bosque a la inocente niña… si es que podía llamársela inocente.

Lenore no pudo resistir a la tentación, y fruto de su aburrimiento, se alejo de su escondite y se dejó ver, abrazando en su pecho el muñeco de trapo que era su señor.

-¿Estáis bien? ¿Os habéis perdido en el bosque?- Dijo con una dulce sonrisa, acercándose a la pareja y ofreciendo el brazo de su muñeco como saludo, un brazo para cada una.

Al parecer la niña quería mantenerse alejada del hospital, lo que hizo que acabara afirmando que debía ser esa pequeña vampira que en su día había atacado a Elena. Saqué de mi bolso una botellita de spray y pulvericé sobre su rostro, en efecto, comenzó a quemarse un poco a causa de la verbena. -Vaya con que juegas a ser una niñita inocente, eso me resulta innovador y divertido, mantener ese aspecto siempre y no crecer... ¿no te aburre pequeña niña?-dije mientras sacaba dos estacas del aparato que llevaba en mis muñecas.

De la nada aparece otra niña de la cual ya sospecho de primea mano puesto que los cazadores tenemos un sexto sentido para estas cosas. -Sé que sois vampiras y es por eso por lo que tengo que erradicaros sobretodo si sois tan malvadas como os siento.-dije con una sonrisa de lado lanzándole a la recién llegada una estaca en el estómago.