El inicio de un nuevo destino >>James Cromwell<<
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El inicio de un nuevo destino >>James Cromwell<<
El sol estaba en todo lo alto de Mystic Falls, mientras una joven rubia caminaba lentamente por el centro de la ciudad, con una tranquilidad envidiable, sus rasgos eran ocultos ligeramente por los lentes de sol que llevaba puesto, sin embargo la belleza que poseía era sin lugar a duda un atributo difícil de ocultar, su danzar suave y silencioso la hacía pasar desapercibida entre los lugareños del pueblo, en sus labios una sonrisa traviesa no dejaba de estar presente, mientras marcaba un numero en su teléfono móvil, sin siquiera molestarse a mirar el indicador, busco donde sentarse cómodamente, y sus ojos se posaron en una pequeña cafetería acogedora, no era lo que podría llamarse espectacular, sin embargo Alexia era una mujer de placeres sencillos, aunque bastante fashonista, se detuvo y haciéndole señas a un camarero para que la atendiera se sentó cómodamente en uno de los apartados dispuestos a las afueras del negocio, cruzando sus piernas con una elegancia y feminidad envidiable, el aire le acariciaba gentilmente, moviendo sus cabellos como si bailaran al compás de la música, se colocó el manos libres y espero a que contestaran mientras ojeaba el menú principal con aire distraído –acabo de llegar- dijo simplemente en el justo instante en que se quitaba las gafas y dejaba ver un par de ojos azules que combinaban perfectamente con su rostro –te informare cuando lo encuentre- agrego tranquilamente levantando su vista del menú para admirar el hermoso lugar que ante ella se imponía, y no es que fuera amante del pequeño pueblo, pero no podía negar que tenía una especie de encanto que atraía la mirada de quien como ella venían por primera vez al lugar, hizo una mueca al escuchar a su interlocutor y se encogió de hombros –si no lo olvidare o acaso no sabes con quien hablas- comento en un tono de falsa presunción para luego soltar una carcajada ligera –tranquilo, sé muy bien que es lo primero que debo hacer, estaremos en contacto- hablo mientras si poder evitarlo agrego para despedirse - meine Liebe- en su idioma natal, con un perfecto acento que atrajo la mirada de algunas personas, si bien el alemán era su lengua, poca eran las veces que lo usaba salvo en ocasiones como aquella.
Guardo en celular en su bolso mientras pedía una taza de capuchino al mesonero y su mirada se perdía en ningún punto en particular, haber tomado la decisión de venir a este lugar no era algo que entraba en sus planes días atrás, pero que era evidente la importancia de su intervención, pues apenas había pisado los límites de la ciudad, el cumulo de energías mágicas era tan grande que no podía traer nada nuevo, sin embargo mientras no se metieran en su camino, Alexia no tendría problemas en dejarlos ser, aunque por supuesto si solo un pequeño cabello de su querido Alek había sido dañado, el culpable tendría que prepararse para una muerte segura, y sonrió divertida pensando en cómo el pequeño y lindo cazador no sabía nada de su llegada, una sorpresa agradable que esperaba obsequiarle, después de todo, quien no estaría feliz de tenerla a ella cerca, recordó entonces con lujos de detalles toda la información que Ryck le había suministrado, sin necesidad de irse a un papel podía guardar cada uno de los detalles de la misión especial, por ahora lo primero era encontrarse con su cazador favorito –la rueda del destino ha empezado a girar- dijo recordando aquella frase de infancia, sin motivo aparece.
Agradeció sonriéndole coquetamente al hombre que la atendió y solo una risita al ver como lograba sonrojarlo, tomo un poco de su bebida y saco un libro de lectura ligera, el cual acababa de comprar y no había tenido el deseo de leer hasta ahorita –me pregunto que puede traerme el futuro en este lugar, Mystic Falls espero que no seas tan aburrido y me des algo de diversión- mascullo mientras empezaba a leer con una rapidez impresionante, seguramente en una hora a lo mucho terminaría aquel libro.
Guardo en celular en su bolso mientras pedía una taza de capuchino al mesonero y su mirada se perdía en ningún punto en particular, haber tomado la decisión de venir a este lugar no era algo que entraba en sus planes días atrás, pero que era evidente la importancia de su intervención, pues apenas había pisado los límites de la ciudad, el cumulo de energías mágicas era tan grande que no podía traer nada nuevo, sin embargo mientras no se metieran en su camino, Alexia no tendría problemas en dejarlos ser, aunque por supuesto si solo un pequeño cabello de su querido Alek había sido dañado, el culpable tendría que prepararse para una muerte segura, y sonrió divertida pensando en cómo el pequeño y lindo cazador no sabía nada de su llegada, una sorpresa agradable que esperaba obsequiarle, después de todo, quien no estaría feliz de tenerla a ella cerca, recordó entonces con lujos de detalles toda la información que Ryck le había suministrado, sin necesidad de irse a un papel podía guardar cada uno de los detalles de la misión especial, por ahora lo primero era encontrarse con su cazador favorito –la rueda del destino ha empezado a girar- dijo recordando aquella frase de infancia, sin motivo aparece.
Agradeció sonriéndole coquetamente al hombre que la atendió y solo una risita al ver como lograba sonrojarlo, tomo un poco de su bebida y saco un libro de lectura ligera, el cual acababa de comprar y no había tenido el deseo de leer hasta ahorita –me pregunto que puede traerme el futuro en este lugar, Mystic Falls espero que no seas tan aburrido y me des algo de diversión- mascullo mientras empezaba a leer con una rapidez impresionante, seguramente en una hora a lo mucho terminaría aquel libro.
Alexia R. Liebsheart- Cazadores
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Fecha de inscripción : 04/06/2012
Edad : 29
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Re: El inicio de un nuevo destino >>James Cromwell<<
James no podía decir que no se sentía de lo más relajado ahora que había recuperado su naturaleza y sus poderes. Ser Licantropo fue la peor experiencia que hubiera tenido jamás en su vida, a pesar de que hubiera apenas tenido un par de transformaciones y no necesariamente debido a la luna llena. Algo pasaba con su magia que, estando guardada dentro de su ser mientras era un simple licantropo, le permitieron transformarse sin la necesidad de la luna llena, algo por supuesto nada agradable. Pero ahora era libre de esa maldición, y sus poderes actuaban con la misma naturalidad como si antes no hubiera pasado nada, aunque, a decir verdad, la preocupación de volverse malvado y sucumbir antes su magia oscura lo tenía realmente en pena. Esperaba poder librarse de tales indeseados poderes algún día, no obstante, ¿como puedes deshacerte de algo con lo que has nacido? Maldijo entonces a su abuelo por haber tenido esos poderes y, por ende, pasarselos a James y a Jason. Para su buena suerte, su padre había sido hijo único, y nadie más compartía la magia oscura salvo esos tres hechiceros, puesto que su abuelo había muerto ya hace bastante tiempo.
Pero procuró no concentrarse en eso por el momento, no ahora que celebraba felizmente el regreso de sus poderes. Incluso la mansión se podía decir que estaba de fiesta, no solo Alek sino también los criados, quienes casi locos con todos los quejidos y malhumores de James desde que había obtenido su forma lupina, y el hecho de que estuviera de mal humo todo el tiempo solo lo empeoraba todo para ellos, puesto que los licantropos, cuando tienen sus cambios de humor, pueden ser realmente peligrosos y la verdad que más de un plato terminó rompiendose contra la pared cuando el joven Cromwell los lanzaba en sus arrebatos y los pobres conseguían esquivarlos.
En su habitación se preparaba para salir. Tenía ganas de disfrutar el sol de aquel día y de sentir otra vez la naturaleza a su alrededor, por lo que, para festejar, no pudo hacer otra cosa sino ponerse su mejor ropa, como si estuviera realmente festejando un evento de lo más importante. Claro está no llevaría nada demasiado elegante, porque simplemente James Cromwell no podía verse caminando por el pueblo con algo poco apropiado ni demasiado vistoso. Unos jeans, una camisa azul oscura y un gabán negro le sentarían de maravilla. Se acomodó (o mejor dicho se despeinó) el cabello, dejandolo como si no fuera a darse un paseo por el pueblo sino a ver a Emily, y se sonrojó frente al espejo al sorprenderse pensando en ello. Se alejó del espejo y procuró no concentrarse en nada de lo que su enrevesado corazón tuviera para decirle. Tomó unas gafas de sol y salió con su anillo de runas que le regaló la joven Leroux hace varios años atrás, además de un collar con una piedra de color verde tallada con una triquetra dentro de un circulo.
Salió por la puerta del garaje, encontrandose con un par de criados y disculpandose por centesima vez por todo lo ocurrido mientras era un licantropo y se subió a la Ducaty azul. Encendió el motor y salió, abriendo la puerta con un chasquido de dedos y volviendola a cerrar con otro. Vaya que se sentía bien tener sus poderes de vuelta. El pueblo le parecía ahora más bello que antes y la naturaleza incluso más esplendorosa, pero eso se debía seguramente a que, tras recuperar sus poderes, la naturaleza le estaba dando la bienvenida, cosa que realmente le agradó. Ya en el centro de la ciudad, en la plaza comercial encontró un lugar donde poder comer, con lo que se encontró con una cafetería hermosamente decorada y en la que antes había tomado una buena taza de café, pero lo que le causó curiosidad no era el olor de la comida que le llegaba hasta donde se encontraba, sino la chica que se veía sentada cerca a la vitrina.
Nunca antes había visto a la chica, y seguramente la hubiera recordado si la hubiera visto, pues tenía unas facciones y rasgos que no había visto antes en ninguna otra chica nativa del pueblo. Otra nueva en el pueblo, pensó mientras no dejaba de observarla. Tal vez fuera su instinto mágico (Que gracias al cielo había recuperado) o simplemente que la chica lo había atraído bastante (aunque a decir verdad, a quien no podría atraer) pero no podía despegar sus ojos de la chica, no solo por su físico sino por el libro que sostenía entre las manos. De por si que era bastante díficil encontrar a una chica bella e inteligente a la que la lectura no le fuera un fastidio, en Mystic Falls no se veían muy a menudo. Finalmente se decidió a entrar, disimulando para no mirar a la chica, y fue directo a pedir un latte. Lo pagó sacando un billete del fajo que solía llevar en su Gaban o en cualquier pieza de ropa, y estableció contacto visual directo con la chica.
Al parecer algo la había incitado a observar a James (aunque el joven Cromwell no lograba imaginarse que hubiera algo que aquella joven pudiera interesarle en él) y los ojos azules de la joven no le comunicaban nada. Era como si estuviera viendo un par de pozos cerrados, profundos y sin embargo sin dejar escapar nada de información. Cuando recibió su café, fue a acomodarse a la mesa donde la chica estaba sentado, y observó el libro con sincero interés. Dejó su taza en la mesa y dio un ligera reverencia a la chica. - No te he visto nunca por estos lugares. Seguramente habrás de ser nueva. Soy James Cromwell, un placer. - Tomó la mano derecha de la chica y le dio un beso galante, gesto bastante audaz considerando que no la conocía en lo absoluto, pero había algo en ella que lo hacía ser audaz y usar de todo su arsenal para agradarle. Se sentó en la silla del frente, esperando una reacción de la chica sin apartar la mirada del libro, que para examinar mejor se quitó sus gafas oscuras.
Pero procuró no concentrarse en eso por el momento, no ahora que celebraba felizmente el regreso de sus poderes. Incluso la mansión se podía decir que estaba de fiesta, no solo Alek sino también los criados, quienes casi locos con todos los quejidos y malhumores de James desde que había obtenido su forma lupina, y el hecho de que estuviera de mal humo todo el tiempo solo lo empeoraba todo para ellos, puesto que los licantropos, cuando tienen sus cambios de humor, pueden ser realmente peligrosos y la verdad que más de un plato terminó rompiendose contra la pared cuando el joven Cromwell los lanzaba en sus arrebatos y los pobres conseguían esquivarlos.
En su habitación se preparaba para salir. Tenía ganas de disfrutar el sol de aquel día y de sentir otra vez la naturaleza a su alrededor, por lo que, para festejar, no pudo hacer otra cosa sino ponerse su mejor ropa, como si estuviera realmente festejando un evento de lo más importante. Claro está no llevaría nada demasiado elegante, porque simplemente James Cromwell no podía verse caminando por el pueblo con algo poco apropiado ni demasiado vistoso. Unos jeans, una camisa azul oscura y un gabán negro le sentarían de maravilla. Se acomodó (o mejor dicho se despeinó) el cabello, dejandolo como si no fuera a darse un paseo por el pueblo sino a ver a Emily, y se sonrojó frente al espejo al sorprenderse pensando en ello. Se alejó del espejo y procuró no concentrarse en nada de lo que su enrevesado corazón tuviera para decirle. Tomó unas gafas de sol y salió con su anillo de runas que le regaló la joven Leroux hace varios años atrás, además de un collar con una piedra de color verde tallada con una triquetra dentro de un circulo.
Salió por la puerta del garaje, encontrandose con un par de criados y disculpandose por centesima vez por todo lo ocurrido mientras era un licantropo y se subió a la Ducaty azul. Encendió el motor y salió, abriendo la puerta con un chasquido de dedos y volviendola a cerrar con otro. Vaya que se sentía bien tener sus poderes de vuelta. El pueblo le parecía ahora más bello que antes y la naturaleza incluso más esplendorosa, pero eso se debía seguramente a que, tras recuperar sus poderes, la naturaleza le estaba dando la bienvenida, cosa que realmente le agradó. Ya en el centro de la ciudad, en la plaza comercial encontró un lugar donde poder comer, con lo que se encontró con una cafetería hermosamente decorada y en la que antes había tomado una buena taza de café, pero lo que le causó curiosidad no era el olor de la comida que le llegaba hasta donde se encontraba, sino la chica que se veía sentada cerca a la vitrina.
Nunca antes había visto a la chica, y seguramente la hubiera recordado si la hubiera visto, pues tenía unas facciones y rasgos que no había visto antes en ninguna otra chica nativa del pueblo. Otra nueva en el pueblo, pensó mientras no dejaba de observarla. Tal vez fuera su instinto mágico (Que gracias al cielo había recuperado) o simplemente que la chica lo había atraído bastante (aunque a decir verdad, a quien no podría atraer) pero no podía despegar sus ojos de la chica, no solo por su físico sino por el libro que sostenía entre las manos. De por si que era bastante díficil encontrar a una chica bella e inteligente a la que la lectura no le fuera un fastidio, en Mystic Falls no se veían muy a menudo. Finalmente se decidió a entrar, disimulando para no mirar a la chica, y fue directo a pedir un latte. Lo pagó sacando un billete del fajo que solía llevar en su Gaban o en cualquier pieza de ropa, y estableció contacto visual directo con la chica.
Al parecer algo la había incitado a observar a James (aunque el joven Cromwell no lograba imaginarse que hubiera algo que aquella joven pudiera interesarle en él) y los ojos azules de la joven no le comunicaban nada. Era como si estuviera viendo un par de pozos cerrados, profundos y sin embargo sin dejar escapar nada de información. Cuando recibió su café, fue a acomodarse a la mesa donde la chica estaba sentado, y observó el libro con sincero interés. Dejó su taza en la mesa y dio un ligera reverencia a la chica. - No te he visto nunca por estos lugares. Seguramente habrás de ser nueva. Soy James Cromwell, un placer. - Tomó la mano derecha de la chica y le dio un beso galante, gesto bastante audaz considerando que no la conocía en lo absoluto, pero había algo en ella que lo hacía ser audaz y usar de todo su arsenal para agradarle. Se sentó en la silla del frente, esperando una reacción de la chica sin apartar la mirada del libro, que para examinar mejor se quitó sus gafas oscuras.
James T. Cromwell- Hechiceros
- Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 04/05/2012
Re: El inicio de un nuevo destino >>James Cromwell<<
Estaba absolutamente concentrada en su lectura, aprender nuevos idiomas siempre resultaba interesante y por ello siempre que decidía aprender a hablar uno nuevo, compraba libros que fueran escritos en aquel idioma y así perfeccionar su pronunciación como su escritura, por ello aun siendo una joven con grandes talento y una memoria prodigiosa, se tomó su tiempo para interpretar con perfección cada párrafo de la lectura, después de todo tenía tiempo libre antes de iniciar lo que le trajo a aquel pueblo desconocido hasta ahora para ella y cuyo interés aumentaba por minuto, pues el misterio que envolvía la población era demasiado como para no sentir curiosidad y eso que solo era el primer día, que podría encontrar en un futuro, no tenía la menor idea, de lo que estaba segura era que su misión se llevaría a cabo perfectamente, algo estaba pasando e involucraba a su querido Aleksand sino la intervención de Ryck y ella no fuera necesaria, confiaba ciegamente en las corazonadas de su querido hermano, sin poner en duda jamás alguna de sus palabras, extrañamente con todos los años que habían pasado, los tres aunque sin tener la misma sangre, habían desarrollado una fuerte conexión, única, especial y por ello si alguno estaba en peligro los otros podían darse cuenta de ello, sin embargo por razones que solo ella conocía su ausencia durante aquel último año había pasado factura, por lo que pensaba ponerse al día y apoyar a Aleksand en todo lo que necesitara.
Suspiro lentamente mientras salía de sus pensamientos y levantaba su vista por unos minutos para observar a su alrededor, poco a poco la pequeña cafetería se iba llenando de personas, las risas y conversaciones de los ocupantes de las otras mesas la distrajeron por un segundo de lo que tenía en su mente, sonrió ligeramente al sentir como algunos hombres la miraban con fijeza al pasar, estaba acostumbrada a ello, pues desde niña siempre estuvo consciente de la belleza que la caracterizaba tan mortal como solo ella podía ser, poso su mano derecha en el libro que tenía, acariciando sus hojas con amor, mientras con la izquierda agarraba la taza de capuchino que le habían traído, tomando un poco, al mismo instante en que cerraba sus los ojos permitiéndole degustar la bebida, su calor la embriago, calentando su interior de forma momentánea, y eso le hizo recordar el cómo alguien había mencionado que su corazón era tan frio como el mismo polo sur, una forma muy adornada de hablar sobre la frialdad al momento de matar, eso fue lo último que dijo aquel hombre, no tenía nada en su contra, pero había sido juzgado culpable y por ende su muerte fue inminente, sus parpados se elevaron y sus ojos azules brillaron con interés simplemente al saberse motivo de habladurías d algunas personas, lo cual no era extraño al ser nueva en el pueblo, negó con la cabeza, segura que su querido rubio habría pasado por lo mismo.
Cambio la de posición de sus piernas con sutileza para estar más cómoda, su cuerpo seguía en una postura elegante y su cabeza erguida no dejaba entrever emoción alguna, salvo por la comisura de sus labios que formaban una pequeña sonrisa, estudio a las personas del lugar memorizando a cada uno, no porque les resultara importante sino por la costumbre de hacerlo, usualmente así era ella, un hobbie que le había salvado en muchas oportunidad de ser atacada por aquel idiota que pensara que era fácil engañarla al ocultarse entre las personas inocentes, al terminar su pequeño escrutinio, volvió su mirada al libro que descansaba en su regazo, decidió continuar con su aprendizaje, el libro en cuestión resultaba entretenido, las maldiciones egipcias eran por demás interesantes y más cuando este estaba escrito en árabe (no era su fuerte a diferencia de Ryck quien podía hablar muchos mas idiomas que ella, pero al menos se defendía), sin embargo algo la hizo detenerse, sin siquiera poder continuar en el punto en que había quedado, sentía la mirada de alguien sobre ella, diferente a las demás, mas penetrante, algo cambio en el ambiente, tan sutil como misterioso, no es que fuera algo evidente, pero ciertamente algo se agito en su interior, sus instintos de cazadora se pusieron alerta, pero no hizo movimiento alguno de reconocimiento, en un lugar público poco o nada podía hacer, no pretendía llamar la atención, sabía que si lo hacia su coartada quedaría hecha pedazos, un pequeño cosquilleo recorrió su espalda, ante algo que la incitaba a hacer contacto visual, lentamente y por segunda vez en aquella tarde levanto la vista de su libro para buscar aquellos ojos que no la dejaban de observarla y por curioso que fuera el joven portador de aquella mirada no se inmuto ante el encuentro, por el contrario lo vio acercarse tranquilamente ante ella, pocos hombres podría decirse demostraban tal atrevimiento, ciertamente ella era bella pero había algo en su interior que prometía peligro y eso por naturaleza repelía a quienes intentaban ligar con su persona, alexia aprovecha aquello para darse a respetar y mostrar su superioridad antes quienes ella consideraba inferiores por no ser capaces de enfrentarla.
No podía negar que el joven era apuesto, ella una mujer que reconocía el atractivo de los hombres, con la misma facilidad con la que descartaba a quienes les resultaban inservibles, pero aparte podía apreciar la elegancia innata que el castaño tenia por su modo de andar, quienes como ella saben de la conducta humana no le cabía en la menor duda que aquel muchacho no era para nada un ser inseguro, una sonrisa coqueta se formó en sus labios, una máscara de cordialidad se acentuó en su rostro e inclino suavemente la cabeza dándole un permiso silencioso para que tomara asiento en el puesto vacío –está en todo lo correcto- dijo con una sensualidad propia de ella mientras cerraba su libro con delicadeza y aprovechaba para acomodarse un mechón de cabello detrás de su oreja –un placer joven Cromwell, mi nombre es Alexia Liebsheart- dijo mientras levantaba una ceja al ver la galantería de aquel joven ante ella, la naturalidad de su acto le resulto un tanto gracioso pero no dijo nada simplemente le sonrió –le interesa las maldiciones egipcias???- pregunto divertida, aunque en sus ojos no llegaba aquella emoción al ver como observaba su libro –pocos son los que muestran interés por ellas- agrego como si de un juego se tratase aquello, podría aquel joven acaparar su atención lo necesario?, era difícil saberlo, pero si de algo estaba segura, ese hombre le había llamado la atención por algo y no se iría hasta averiguar la razón de ello.
Suspiro lentamente mientras salía de sus pensamientos y levantaba su vista por unos minutos para observar a su alrededor, poco a poco la pequeña cafetería se iba llenando de personas, las risas y conversaciones de los ocupantes de las otras mesas la distrajeron por un segundo de lo que tenía en su mente, sonrió ligeramente al sentir como algunos hombres la miraban con fijeza al pasar, estaba acostumbrada a ello, pues desde niña siempre estuvo consciente de la belleza que la caracterizaba tan mortal como solo ella podía ser, poso su mano derecha en el libro que tenía, acariciando sus hojas con amor, mientras con la izquierda agarraba la taza de capuchino que le habían traído, tomando un poco, al mismo instante en que cerraba sus los ojos permitiéndole degustar la bebida, su calor la embriago, calentando su interior de forma momentánea, y eso le hizo recordar el cómo alguien había mencionado que su corazón era tan frio como el mismo polo sur, una forma muy adornada de hablar sobre la frialdad al momento de matar, eso fue lo último que dijo aquel hombre, no tenía nada en su contra, pero había sido juzgado culpable y por ende su muerte fue inminente, sus parpados se elevaron y sus ojos azules brillaron con interés simplemente al saberse motivo de habladurías d algunas personas, lo cual no era extraño al ser nueva en el pueblo, negó con la cabeza, segura que su querido rubio habría pasado por lo mismo.
Cambio la de posición de sus piernas con sutileza para estar más cómoda, su cuerpo seguía en una postura elegante y su cabeza erguida no dejaba entrever emoción alguna, salvo por la comisura de sus labios que formaban una pequeña sonrisa, estudio a las personas del lugar memorizando a cada uno, no porque les resultara importante sino por la costumbre de hacerlo, usualmente así era ella, un hobbie que le había salvado en muchas oportunidad de ser atacada por aquel idiota que pensara que era fácil engañarla al ocultarse entre las personas inocentes, al terminar su pequeño escrutinio, volvió su mirada al libro que descansaba en su regazo, decidió continuar con su aprendizaje, el libro en cuestión resultaba entretenido, las maldiciones egipcias eran por demás interesantes y más cuando este estaba escrito en árabe (no era su fuerte a diferencia de Ryck quien podía hablar muchos mas idiomas que ella, pero al menos se defendía), sin embargo algo la hizo detenerse, sin siquiera poder continuar en el punto en que había quedado, sentía la mirada de alguien sobre ella, diferente a las demás, mas penetrante, algo cambio en el ambiente, tan sutil como misterioso, no es que fuera algo evidente, pero ciertamente algo se agito en su interior, sus instintos de cazadora se pusieron alerta, pero no hizo movimiento alguno de reconocimiento, en un lugar público poco o nada podía hacer, no pretendía llamar la atención, sabía que si lo hacia su coartada quedaría hecha pedazos, un pequeño cosquilleo recorrió su espalda, ante algo que la incitaba a hacer contacto visual, lentamente y por segunda vez en aquella tarde levanto la vista de su libro para buscar aquellos ojos que no la dejaban de observarla y por curioso que fuera el joven portador de aquella mirada no se inmuto ante el encuentro, por el contrario lo vio acercarse tranquilamente ante ella, pocos hombres podría decirse demostraban tal atrevimiento, ciertamente ella era bella pero había algo en su interior que prometía peligro y eso por naturaleza repelía a quienes intentaban ligar con su persona, alexia aprovecha aquello para darse a respetar y mostrar su superioridad antes quienes ella consideraba inferiores por no ser capaces de enfrentarla.
No podía negar que el joven era apuesto, ella una mujer que reconocía el atractivo de los hombres, con la misma facilidad con la que descartaba a quienes les resultaban inservibles, pero aparte podía apreciar la elegancia innata que el castaño tenia por su modo de andar, quienes como ella saben de la conducta humana no le cabía en la menor duda que aquel muchacho no era para nada un ser inseguro, una sonrisa coqueta se formó en sus labios, una máscara de cordialidad se acentuó en su rostro e inclino suavemente la cabeza dándole un permiso silencioso para que tomara asiento en el puesto vacío –está en todo lo correcto- dijo con una sensualidad propia de ella mientras cerraba su libro con delicadeza y aprovechaba para acomodarse un mechón de cabello detrás de su oreja –un placer joven Cromwell, mi nombre es Alexia Liebsheart- dijo mientras levantaba una ceja al ver la galantería de aquel joven ante ella, la naturalidad de su acto le resulto un tanto gracioso pero no dijo nada simplemente le sonrió –le interesa las maldiciones egipcias???- pregunto divertida, aunque en sus ojos no llegaba aquella emoción al ver como observaba su libro –pocos son los que muestran interés por ellas- agrego como si de un juego se tratase aquello, podría aquel joven acaparar su atención lo necesario?, era difícil saberlo, pero si de algo estaba segura, ese hombre le había llamado la atención por algo y no se iría hasta averiguar la razón de ello.
Alexia R. Liebsheart- Cazadores
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