Dime que es broma [Aleksand]

Todos esos días se los había pasado en el bosque por si solo, cazando su propia comida, bebiendo de fuentes naturales, y lo desaliñado que estaba era lo justo de esperarse ante tal escenario. Ahora, las manchas rojas comenzaban a salpicar su ropa y a pesar de ello el joven rubio seguía con su labor. Golpe tras golpe soltaba un grito de total desespero e impotencia, eso era lo único que estaba logrando que mantuviese su cordura. Luego del suceso con Elena este era su único escape y no había tenido el coraje de contárselo a nadie, ni siquiera a Meredith.

Era como un lobo en toda su rabia, y en ese instante estaba preparado para arremeterse con cualquier cosa que cruzase en su camino. Por un segundo pareció cesar en esa obstinación, pero de hecho la propia atmósfera se había tornado pesada absorbiendo apenas una minúscula parte de su enojo. Una tormenta parecía estar por azotar el lugar, pero nadie debía de temer puesto solo sería allí.

Desquiciado y perdido, su poder igual lo estaba. Arremolinándose en las alturas y temblando bajo sus pies. Era una bestia acorralada, con la fuerza de una bomba a punto de explotar. Ya sangraba considerablemente y con su mirada en la marca sangrienta en el árbol arremetió un último golpe contra este. Los cielos tronaron con furia y fueron testigos de como el árbol se abrió al medio ante su puño, como si de frágil madera se tratara. Astillas volaron por doquier, algunas terminaron en su mano otras a metros. El suelo tembló ante la caída de aquel tronco y los pájaros cesaron su canto. Tomó su cabeza entre sus manos y volvió a gritar.

Ahora respiraba muy pesadamente, sus manos y brazos temblaban sufriendo grandes espasmos musculares hasta tal punto que se podía decir que ya no los sentía. Su sangre seguía cayendo, esa era su forma de pagar por su reciente pecado ante la naturaleza.
Con mucho esfuerzo controlo su pulso para dibujar una luna creciente sobre lo que quedaba en el del árbol. Algún día volvería a crecer y esperaba que su débil fuerza no lo volviese a derribar.

En ese momento lo alcanzó una leve brisa que descubrió por completo sus ojos, otorgándole un poco de paz. No pudo saborearla puesto se esfumó tan rápido como había llegado. Jamás lo había notado pero su caos interior era incluso tan grande como el orden del que alguna vez estuvo orgulloso.

Su mirada de animal enjaulado alcanzó a James quien se había descubierto a él mismo. Sintió aquella fuerza desgarradora que le pedía a gritos algo impensable. Después de todo, si lo mataba ahora le ahorraría el sufrimiento que él tenia, o el destino de Elena. Lo que llegase primero, ninguno era bueno.
Movió su cabeza de un lado para otros, y el crujir de los huesos del cazador pudo escucharse a la distancia. Cargaría contra él de la misma manera que había hecho con el árbol. Un golpe duro, preciso. Sería indoloro.

Se movió tan rápido de su lugar que su velocidad pareció sobrenatural, y posiblemente lo era ante tanta corriente mágica fluyendo de él como un torrente de energía infinita. Sus pasos fueron a grandes zancadas marcando su calzado fuertemente contra la tierra.
Ambos estaban frente a frente en lo que fue un parpadeo y estaba a punto de dar el golpe definitivo si no fuera porque dos suaves manos alcanzaron su puño antes de que lo hiciese -o al menos eso imaginó- Pudo reconocer los anillos en ambas: Alice y Elena. ¿Qué estaba haciendo? Ellas le golpearían en la cara si le tocaba siquiera un pelo a James. Respiraba aún intesamente y entre cada ciclo de inhalación se las apaño para decir.

-¿Qué haces tú aquí?

Alguien externo a todo ello, un ser omnisciente a lo sucedido llegaría a la conclusión de que lo que quería lograr el joven Cromwell era una locura, y que posiblemente saldría del lugar con una - o dos- extremidades menos, y con suerte su vida. Pero eso era algo que ni el mismo Aleksand podía responder ahora, su mente era tal desastre y discordia que no había forma de llegar a un consenso o plan de acción. Hasta ahora solo se había guiado por mero instinto.

Las lagrimas estoicas de James lo alcanzaban pero solo para unirse al mar turbulento de sentimientos que era Aleksand. Si la circunstancia fuera otra se pararía a su lado, pondría su mano en el hombro de James y le agradecería con una sonrisa desde el fondo de su alma. Ahora no sabía que pensar, de hecho no podía pensar claramente. Todo su cuerpo ardía y con cada segundo se enloquecía aún más.

Cuando el Cromwell abrió la boca el tiempo pareció frenarse y Aleksand realmente pareció comprender sus palabras. Quizás demasiado. Ahora su mente estaba en un blanco absoluto y no quiso pensar como pero el dolor de sus heridas y la pesadez de su cuerpo había desaparecido por completo.

Lo dicho por James resonaba una, y otra, y otra vez en su cabeza. Imágenes a las cuales no le encontraba sentido comenzaban a bombardear su mente, como una vieja película cuya cinta estuviese estropeada. Algo en sí mismo le decía que había una razón para ello pero aún -aún- no estaba listo.
Sentía un taladro en su propia psiquis , intentando socavar en lo más profundo, y ello se hizo visible en cuanto James los encerró en aquel circulo. Aleksand agarraba su propia cabeza como si intentara que esta no se desarme en pedacitos. El dolor era insoportable y cualquier persona normal hubiese ya sucumbido ante él. El chico era fuerte, demasiado para el ojo común. criaturas sobrenaturales volvió a resonar

Su pierna izquierda dio un paso hacia atrás mientras agachó su cabeza, y ante tal acción el circulo de fuego ascendió en potencia hasta la altura de los dos chicos. No había sido James, sino la pelea en su interior lo que lo había hecho. Primero casi inaudible, pero in crescendo el rubio comenzó a reír hasta cubrir todo sonido de la cercanía. Cuando alzó su mirada hacia James sus ojos ya eran de un verdadero color plata, y algo en ellos denotaban una autoridad absoluta de alguien que había visto más que muchos en toda una vida.

-Como dices , si tu no lo haces probablemente nada lo haga-Dijo en seco- Eres un verdadero observador, James Cromwell. Aunque te queda mucho por aprender. Espero que esta experiencia sea parte de ello, no pares hasta demostrar tu voluntad. Eleva un juicio- El fuego se alzó hasta formar una columna que superaba el alto de los arboles del lugar, cegando a ambos jovenes dentro por un segundo. Para cuando volvió a nivel del suelo, el tiempo parecía haber retomado su curso, los ojos de Aleksand eran de su celeste característico y el seguía tan confundido como hacía momentos.

- Fuerzas de... ¡No, aléjate! -le dio un empujón lo suficientemente fuerte para dejarlo justo en los lindes del círculo, pero no más- No necesito a nadie, estoy bien aquí. En estas montañas no hay heridos, no hay muertos. ¡Vete y déjame vivir lo que sea que me reste de vida en paz!- gritó a todo pulmón por lo que claramente no estaba en la armonía que clamaba. Caminó alrededor del circulo, si era posible ahora se sentía aún más encerrado, y aunque ahora no parecía el joven sacado del medio de la selva, estaba claro que no se permitiría estar allí atrapado mucho más tiempo.

Muy pocas personas podrían entender lo que transcurría allí. La mayoría afrontaría una perdida absoluta como la suya con un buen tiempo de luto, rodeado de amigos, llendo a un especialista quizás. Pero la razón tras su temperamento estaba mucho más allá del sentimiento humano común. Lo que nadie sabía es que el chico había perdido su propia razón de existencia, y aquél poder innato tan extraño como si mismo se desató sin rumbo con toda su furia.

El rostro de James le decía muchas cosas al joven cazador, y ninguna era buena. Sabía que debía parar pero aquello ya se había ido de las manos, no estaba en su control.
El fuego seguía cambiando de forma acorde a la interacción entre ambos y por alguna razón eso no le gustaba. Detestaba el fuego ¿Por qué lo envolvía así? Lo quería lejos, el calor lo sofocaba en su mente y lo único que deseaba era salir de ahí. Irse muy lejos.

No pasó mucho más hasta que comenzaron a verse las repercusiones de sus acciones en el joven cazador, si bien su cuerpo había sido entrenado para resistir una carga así, su tiempo ya se había sobre-extendido. Esta vez era su nariz la que sangraba, el primer indicio de un exceso de canalización mágica.
El fuego comenzaba a crear leves explosiones hacia fuera del circulo, aquél poder estaba fuera de control, y él no tenía las herramientas estructurales de la magia para mitigarlo y menos aún podía calmarse. Incluso había pensado en dejar que aquél fuego lo consuma. Pero no podía hacer eso con James, la voz de Elena seguía torturando su mente. Aquella dulce sonrisa perdida, perdida para siempre.

Una nueva explosión dio indicio de que ese no era el camino correcto pero sin embargo ella era en lo único en que podía pensar. El calor comenzaba a alcanzarlos con fuerza de manera que todo verde que había dentro no era más que ceniza.

Se dejó caer de rodillas ante James, rendido y en lagrimas ante su propia impotencia. No podía creer que por su culpa no solo perdería a Elena, sino que a su amigo quien con valentía se atrevió a enfrentarlo.
En su interior sabía muy bien que no quería hacerle daño, y que aquél poder latente no tenía el propósito de dañar, sino al contrario.
Aquella oscuridad en su alma lo estaba corrompiendo desde su propio ser, y como algo había dicho en su lugar. Un juicio le debía de ser dictado.

Sangraba en cantidad y su vista estaba casi nublada, reuniendo lo poco de fuerza que le quedaban le pidió....imploró a James- No tengo razón para luchar, y si ya no existe nadie a quien proteger durante la noche mi existencia pierde sentido. Mi luz ya no es requerida. Ahora vete James o tu también terminarás consumido-Fue lo único que había parecido sensato en todo el suceso, y por el tono de voz sonaba más a un epitafio. Solo esperaba que no fuera el de ambos.

Ah, la belleza del alma humana.Resonó en su cabeza. El misterio quizás más grande sea ese, y James Cromwell era el ejemplo perfecto. ¿Cómo su ser cubierto por aquel manto gris era capaz de actuar en pos de su bien? ¿Qué era lo que lo llevaba a seguir? Si fuese capaz de conseguir esas respuestas por si mismo, quizás solo a sí podría ver el mundo tal cual era.

La representación de su alma se mantenía inmóvil, es más si no fuera por James todo el entorno parecía estar en un completo estasis. Lo que le dijo por alguna razón le sonó gracioso. Yo nací para proteger ¿Acaso podía ser protegido?

Sintió como se recuperaba la vida que había extinguido hace momentos, le tranquilizó aquél pensamiento ¿Cuándo había decidido castigar sin razón? ¿Ha consumido la oscuridad mi alma mortal?. Lo que me queda creer es que en mi camino he perdido de vista el objetivo. He sido cegado por el poder y la fuerza del sentimiento humano.

-Sentir, no es errado. No importa si es ira, temor, o dolor. Lo que realmente hace a uno es la elección de que hacer con ello- dio un muy pequeño paso hacia adelante con su mano estirándose hacia James. Intentaba alcanzarlo pero aquellas sombras parecían condensarse formando cadenas en sus muñecas y pies, extiendose hasta el blanco infinito del lugar. Hubo un ruido metálico, como si cada pieza encajase en su posición. Las cadenas dejaron de lado su negro para ser de la plata que estaba supuesta.

-Eres valiente y estúpido al intentar algo así. Tienes suerte de que estas cadenas aún existan o la oscuridad que llevas hubiese sido tu ruina- parecía dormido, los labios del chico se movían,aunque la posición en que estaba siendo sostenido por las cadenas inclinaban su cabeza hacia abajo.

-Quiero que me muestres hasta donde eres capaz de llegar. ¿Quieres protegerme? Hazlo y seré tus ojos en la noche. Enséñame y algún día yo te enseñaré a ti - Los árboles comenzaban a moverse denuevo. No existía razón para que el hechizo se rompiese aún pero sin embargo lo estaba haciendo. Para cuando todo volvió a la normalidad James estaba en su lugar y Aleksand dormía pacifico sobre un campo de lirios blancos.

El sonido de una campanada lejana le hizo abrir los ojos, aquellos ojos de plata. Estaba acostado sobre un inmenso campo de lirios blancos que llegaba hasta el horizonte. Un cielo nocturno sin estrellas se cernía amenazante sobre él, pero aún así era capaz de ver. La luna brillaba en lo alto justo encima del rubio. Completa, esférica y plateada.

Estaba en completa paz y no se esperaba otra cosa. Llevó sus manos tras su cabeza sintiendo el suave rose sobre los pétalos de los lirios. Una vez que posó sus ojos sobre aquél objeto celestial jamás los volvió a apartar.
Estuvo cerca, demasiado cerca. Aunque... -sonrió con dulzura mientras una suave brisa comenzó a soplar, llevando con ella alguno de esos suaves pétalos que caían sobre él. Había conseguido algo valioso y lo sabía muy bien aunque su corazón se sentía extraño ante la experiencia vivida. Supongo que eso es vivir.

Llevó su mano a su pecho para sentir el frío tacto contra el metal que siempre llevaba con él. Tomó su colgante con fuerza para sentir su geometría. Eso sí, jamás apartó la mirada del cielo en donde por un segundo pudo ver el rostro de Elena reflejado allí.
Su luz no se ha perdido ¿Considerarla un ejemplo? Muy bien... Cada pensamiento era una especie de fragmento de una conversación perdida en un tiempo que quizás jamás existió. Continuaré aprendiendo, y algún dia, sé que su alma será salvada. Volvió a sonreír, esta vez reconfortado. Aún queda mucho por proteger, y para eso estoy ¿no?

¿Un buen amigo, ah? Sí, supongo que será la llave incluso si no ha podido ver lo que estaba frente a sus ojos. He ahí lo interesantehablaba con emoción, mientras el viento comenzaba a remolinarse a su alrededor, con los pétalos de lirios danzando para él. Cerró los ojos para abrirlos rápidamente. Sintió como algunas gotas de agua golpeaban su rostro. El lugar era cómodo con una existencia de paz y equilibrio inquebrantables, le tomó un momento darse cuenta donde estaba y que James se encontraba allí. Se incorporó lentamente con sus ojos clavados en los del otro chico quien parecía pensativo.

-Lo sien---Gracias- Le dijo al fin, colocando el abrigo de James sobre los hombros de su propietario. Y aunque ahora tenia paz y toda herida había sanado, el chico era un desastre en su aspecto y más ahora que la lluvia comenzaba a mojar su cabello - ¿Ahora qué? - preguntó sincero, puesto no tenia idea de que hacer. ¿Volver, irse lejos? Muchas cosas eran inciertas, salvo una determinación en sus ojos.

Si bien estaba al tanto de -casi- todo lo que había sucedido, le parecía que los ojos de James estaban intentando encontrar respuestas a preguntas que él no tenía idea de que se trataban. Se comportó en aquél momento como una bestia salvaje, incapaz de levantar juicio a la situación. Nadie -incluido el mismo- comprendía la realidad detrás de ello. Ahora existía aquel sentimiento de lealtad y deuda hacia James puesto que lo que logró era digno de mención. Si otra persona hubiese llegado a su encuentro el resultado sería desastroso a estas alturas.

Se echó una mirada a sí mismo para entender de que le estaba hablando James y simplemente no pudo evitar reír ante el comentario acerca de su apartamento, pero tampoco se quedaría callado al respecto.

-¡Hey! Acepto que mi lugar es pequeño, un poco gris y bueno ... no voy a mencionar las cadenas. Pero al menos es mio. Tampoco he tenido mucho tiempo para acomodarlo dado que estaba viviendo en lo de Alice hasta hace poco-Su rostro se ensombreció un momento ante la mención de aquél nombre. Su amigo había hecho demasiado por él ese día y no dejaría que ello se siguiese afectando, por lo que volvió a sonreír. Radiante y vivo.

-Aceptaré tu oferta, de momento -se apresuró a decir- tampoco quiero que te molestes tanto por mi. Creo que soy lo suficientemente grande para cuidarme a mi mismo- Que ironía la de sus palabras dado los acontecimientos ocurridos nada más que minutos atrás- Puedes quedarte el abrigo si quieres, no es que vayan a acusarme por ir vestido así. Soy más resistente de lo que parezco tu sabes, sangre alemana. Por otro lado, si tu no lo llevas puede que te refríes- continuó hablando aunque sus acciones eran completamente lo opuesto ya que había aceptado el abrigo y colocado sobre su ropa. Le quedaba algo ajustado de hombros pero no le hizo mucho problema.

-No tengo objeción para lo del baño, es más creo que esa debería ser la prioridad máxima en estos momentos - volvió a reír. Sus palabras no se debían a la suciedad que podía tener, sino a que necesitaba aquel contacto físico con el agua, eso quitaría todo el resto de lo ocurrido en su mente ese día.

-¿Seguro que no habrá problema? - preguntó por curiosidad mientras comenzaba a caminar rumbo al pueblo. Hasta ahora seguía en la ignorancia de como James Cromwell podía moverse con tal libertad a pesar de su edad. Y estaba seguro que eso estaba lejos del poder mágico que pudiese tener.

El joven Bright era del tipo de personas que prefería llevar la carga de los demás antes que compartir la suya propia. Aceptaría el ofrecimiento de James como una muestra de buena voluntad y signo de la amistad que allí florecía. Ahora llevaba consigo fuerzas renovadas, y algo en el interior que lo obligaba a seguir adelante en pos de un objetivo del cual solo podía soñar detalles.

-Vivir en la naturaleza no es fácil -se defendió riendo- Apuesto que tu te verías muchas veces peor en mi lugar. Y... -movió su dedo indice de un lado a otro negando- nada de magia para ayudarte en la supervivencia- Sabía de antemano que James era un hueso más difícil de roer que lo que aparentaba pero no perdería oportunidad de molestarle. Era lo típico entre chicos de su edad. A pesar de ello, Aleksand comprendía muy bien los límites y posiblemente no presionaría mucho más.

- ¿Volverme loco? - terminó la frase de James. Quizás era demasiado temprano para hablar de lo que había pasado, pero él no solía huirle a las situaciones sino enfrentarlas - La lógica diría que tienes razón en hacer lo que me pides, y lo acepto. No me gustaría que algo así volviese a pasar. Tsk, si ni siquiera entiendo que sucedió. De hecho no me molestaría que eches un poco de luz a lo que pasó allí atrás - le habló sincero, es busca de respuestas que solo alguien de su calibre sabría dar.

-Es bueno que tu familia este lejos, por si acaso lo último que querría es herir a alguien de tus seres queridos- Continuó hablando crudo, pero en su rostro no había ni signos de pena o remordimiento sino autentica sencillez. La lluvia había menguado y el pueblo no se encontraba ya lejos. El aletear de aves negras llenaron el silencio del bosque, cuervos sobrevolaban sus cabezas para dirigirse a Mystic Falls. Poco después fue la exclamación de un halcón solitario la que llegó a los oídos de ambos. Un sonido demasiado familiar al que no quiso hacerle caso e ignoró convenientemente.

-Esperemos que con nosotros baste - dijo sin razón alguna con su mirada clavada en dirección al pueblo. Parecía algo serio, preocupado. Pero existía en esos ojos una fuerza inquebrantable que pocos podrían explicar.