Quiero ese poder [Aleksand]

Matt había terminado su rutina en el gimnasio un poco antes que el joven Bright, conociéndolo debía de estar dirigiéndose al Grill para trabajar por lo que no se molesto en pedirle que lo esperase. Ambos siempre terminaban tarde aquella costumbre, por lo que el colegio estaba deshabitado a esas horas. Metodicamente se encargo que todo estuviese en su lugar y de apagar cada luz como de cerrar cada puerta. El dúo de rubios tenía el pase libre siempre y cuando cumpliesen con las reglas y en su naturaleza ninguno de los dos era de romperlas.

Aleksand se calzo la mochila a la espalda y salio con una sonrisa, atravesando como de costumbre los amplios campos de césped debidamente cuidado. Ha decir verdad el campus tenía mucho para ofrecer a cuerpos y mentes jóvenes. La suave brisa pareció remover todo cansancio proveniente del esfuerzo físico de momentos antes, todo estaba en su correcto orden. O eso parecía hasta que un aroma particular lo alcanzó. Huele a...zorro se dijo a si mismo recordando sus cacerías en los bosques germánicos y de otros muchos en todo el mundo, pero estaba seguro que no podía haber uno cerca. Sintió a su interior dar un brinco como un choque eléctrico que lo hizo saltar de su lugar. Sin siquiera notarlo había comenzado a acelerar la marcha, luego corría. Corría muy rápido, llegando a sobrepasar la velocidad humana con remolinos de Poder que se centraban inconscientemente a sus extremidades. Corre se repetía una y otra vez en su mente pero a pesar de sus intentos aquellos campos verdes se le hacían extensos, infinitos. Termino frenando, no iría a ningún lado. Se irguió en su lugar sacando pecho para finalmente decir- ¿Quién anda ahí?-

Dejame hablar con él resonó su propia voz en la cabeza. No le había dicho nada a sus hermanos al respecto pero desde la noche en que sus poderes habían adquirido un sentido, un orden y propósito había podido entablar conversaciones cortas con lo que sea que habitaba en él. Si seguía la linea de pensamiento de James esa era la Bestia. Por su parte Aleksand se consideraba hablando con su memoria misma, como una especie de interface rápida a lo que él sabía, aunque ni la mitad de ello tuviera sentido. Se negó a hacerlo, si alguien debía hablar era su propia persona y se aseguraría de que la cosa, Lykaios, como le llamó su mente lo escuchara.

-No hay razón para correr cuando sabes que no podrás huir- le contestó mientras aquellas raices finas lo adherian a su lugar privándolo de su capacidad de movimiento. Extrañamente se sentía algo enfadado, aquél hombre clamaba este su territorio y Aleksand por su parte siempre había sido un integrante del campus desde que había comenzado su vida en Mystic Falls. Sin embargo, el hombre frente a él no parecía pertenecer para nada al sitio en el que se encontraban.

-Esa línea se aplica también a ti. Soy Aleksand, protejo a este pueblo de cosas como tú, lo que quiera que seas con olor a zorro. Estoy aquí por mi familia, mis amigos, el amor de una persona -No sabía porque pero inmediatamente pensó en Meredith y los demás. Ellos lo hacían sentir pertenecientes a un hogar y no se echaría atrás por todo lo que sentía por ellos- Cosas que seres como tu no entienden o su orgullo no les deja comprender. Ahora déjame en paz- Le dijo casi en un grito mientras su poder volvía a arremolinarse esta vez en sentido literal arrancando a esas raíces que lo mantenían preso. Aún así no se movió. No puedes dar un paso en falso, si rompe la oscuridad entonces... No fue necesario terminar de escuchar lo que le decían que ya lo comprendía. Todo sería en vano.

-¿Qué quieres, Lykaios?- Tanto él como su mente preguntaron al mismo tiempo. Su única opción era apelar que la criatura buscase algo más que solo eliminarlo por un paseo nocturno en el campus del colegio.

El semblante de Aleksand se torno serio con unos rescoldos de pena hacia algo que no estaba allí y que obviamente Lykaios no podía ver. Con cada minuto su mente se volvía más lúcida y llena de entendimiento. Una ilumación que solo podía ser alcanzada bajo la humildad y el sacrificio de sus acciones desde el comienzo. Un comienzo que se había dado diecisiete años atrás en una noche de luna llena. Y una determinación dada un olvidado día en que los ojos plateados vieron la luz por primera vez. Sería diferente para mostrar al mundo un verdadero cambio, la balanza se había mantenido estática demasiado tiempo. Y así, con un tono lleno de compasión y pena por el corazón de Lykaios este volvió a hablar lleno de una razón que pareció absoluta.

-Parecido quizás pero tu poder jamás tocará la infinidad que los humanos gozan. Lo que conoces...lo que conocemos no es más que un amor egoísta. Y aún así, en la profundidad de los corazones humanos, atrapado por la oscuridad de sus pensamientos y enseñanzas de personas como tú, existe el verdadero amor. Una pureza única y solo capaz del alma mortal, que en su brevedad es capaz de experimentar lo que tu en la eternidad. ¿No ves lo grande que es eso? Si comprendieras el verdadero amor, si te dignaras a sufrir una vida mortal, verías lo que a mi me ha costado tanto. Si realmente tuvieras ese amor este mundo no conocería el sufrimiento, porque para eso estamos.

Su cuerpo salió volando conjunto a Lykaios y su fuerza. El golpe fue seco y lo dejó un momento sin aire que se le sería aún más privado ante el fuerte agarre del Kitsune. Había mostrado sus garras, sabía que debía seguir con vida, eso le gritaba su conciencia y su memoria no podía volver a ser sacudida luego de lo que Kirika había hecho. Las cadenas no soportarían más, ya mucho contacto se había establecido entre ambos. Si Lykaios seguía en su intención el sello se rompería y volvería a andar libre en las dimensiones. Le hubiese gustado estar un poco más preparado, aún tenia mucho que compartir con James. Sintió ganas de llorar, por lo general las lagrimas se escapaban solas, ahora realmente quería llorar pero solo una escapo por su mejilla. Y aunque sacudido, sus ojos se mostraban decididos a avanzar, llenos de absoluta convicción

-Buscas a alguien que proteger cuando lo único que haces es amenazar a todo lo que debe ser cuidado. Jamás encontrarás lo que buscas, y mucho menos el verdadero amor- terminó de decirle con su último hilo de aire mientras su visión comenzaba a volverse borrosa.

Aleksand se sentía impotente. Era como tener el diamante en bruto para escapar de allí pero no podía tomarlo porque destruiría toda la cueva de las maravillas. Era difícil de establecer de quién habían salido aquellas palabras pero estaba seguro que las sentía con todo su ser. Algo ya arraigado a las profundidades de su alma, eterno e inquebrantable. Algo en su interior maquinaba a toda velocidad, intentando encontrar una escapatoria, alguna forma de mantenerse intacto por un tiempo más, y no quería morir.

Sintió su cuerpo ser liberado y arrojado no muy lejos pero aquella criatura no tardó en volver a repetir la amenaza. ¿Qué decirle cuando ni él mismo sabía la respuesta? Quizás eso era. No lo sabía y por lo tanto debía de informarle de ello a Lykaios. Con lo dicho hasta ahora por James y Reichen sabía que existía algo junto a él con quien incluso podía comunicarse pero no había nombre o denominación. Solo el apodo que el Cromwell se empeñaba en decir, la Bestia. Aleksand se puso de pie para quedar mirando al Kitsune.

- Soy Aleksand Bright, Cazador de los Siete Pilares y todo lo que sé es que poseo un poder que no comprendo. No hay más verdad que esa- Sus ojos miraban penetrantes a la criatura. Si por alguna razón esta quería matarlo, no se iría sin pelear como el guerrero que era. El día que había dejado su refugio en Alemania pensó que se enfrentaría a un par de torpes vampiros hasta que Elena estuviese a salvo, cuanto se equivocaba. Posiblemente el poder de sus adversarios iba en aumento con cada nuevo encuentro, al igual que el suyo propio.

Su semblante cambio a total y absoluta sorpresa, algo que poco se veía en el cazador. ¿Un ser sobrenatural que conocía la existencia de los Pilares? La peligrosidad de Lykaios respecto a su persona iba en aumento y el chico comenzaba a sentirse mas o menos acorralado y obligado a defenderse con uñas y dientes. Para su propio bien, Aleksand Bright era mucho más que eso y su mente poseía una voluntad de acero inquebrantable cuando se trataba de sus valores y convicciones.

Fue cuestión de dejarlo actuar con un poco más de libertad que su enemigo mostró sus dientes, literalmente. Ahora no le cabía duda de donde provenía aquél aroma a zorro, el conjunto de colmillos y garras y la inconfundible esencia era todo lo que el cazador necesitaba. ¿Pero que rayos hacía una cosa así en Mystic Falls? No tardó en darle nombre, Kitsune. Un demonio zorro. Le inquietó aquel saber -que era todo lo que tenía- puesto que tenía entendido que estos habitaban principalmente en Japón. No tenía idea de que hacer con una criatura así, no estaba entre sus objetivos típicos. ¡Cielos! Si ni siquiera era parte de su presa ocacional- ¿Curiosidad, y que quieres que haga yo con ello? Si deseas saber algo de mí no lo obtendrás porque no tengo idea de lo que buscas, más que lo que ya te he dicho- Aleksand volvía a dar un paso hacia adelante para estar incluso más cerca del kitsune. El rubio no conocía el verdadero miedo o era demasiado corajudo para retroceder, incluso podía ser un tonto pero algo en él le decía que si mostraba el mínimo atisbo de debilidad era mejor darse por muerto.