El lugar en el que querías ser humana [Elena]

Deseaba hablar con Elena, pero a solas. Quería poder estar con ella en un lugar en el que no seamos molestados ni interrumpidos por nadie. Entonces me acordé del lugar idóneo. Me senté en el escritorio y saqué mi diario del primer cajón del escritorio. Lo abrí por el final y empecé a escribir:

“Mi querida Elena, me gustaría poder hablar contigo a solas. Reúnete conmigo en las colinas esta tarde. Seguro que te acuerdas del lugar al que fuimos caminando el día antes del ritual para romper la maldición de Klaus. Te estaré esperando.

Te quiero,
Stefan”

Arranqué la hoja antes de volver a guardar el viejo cuaderno. Cogí una rosa roja que tenía guardada para ella. Con el papel y la flor en la mano salí de la habitación. Me metí en la habitación de Elena y lo dejé todo sobre la cama, en un lugar visible y salí. Me adelanté todo lo posible. corría como el viento, tan rápido como mis fuerzas eran capaces de aguantar. Allí, el aire era frío pero a la vez me hinchaba los pulmones de una manera relajante pero no lo suficiente. Me preocupaba Elena, temía por sus emociones. Lo único que quería era estar con ella y hablar. Entonces recordé la conversación que tuvimos en este lugar. Ella no quería ser vampiro, quería ser humana. Me puse de cuclillas en el suelo, apretando el puño. El pensamiento me golpeaba en la cabeza una y otra vez. Ella quería ser humana... y yo también.

Estaba en la ducha, el agua caliente me relajaba, aunque no tardé en salir, Alaric se había ido con Jeremy a dar una vuelta, parecía que todo había vuelto a la normalidad, pero la verdad es que no era así, ahora era diferente, era una vampira y no me gustaba serlo, pero no podía cambiarlo, pues lo que le sucedió a Ric, como había dicho Bonnie, había sido un milagro.

Llevaba puestos unos pantalones cortos vaqueros de color morado y una camiseta lila. Me estaba peinando cuando vi un papel acompañado de una rosa, roja y era tan hermosa... Abrí la carta y leí, era de Stefan, "te quiero". Todavía seguía confundida, todavía más sabiendo que conocí a Damon antes que a Stefa,n, pero no podía amar a los dos y Stefan me salvó la vida...

Sabía donde tenía que ir, por lo que cogí un florero lo llené de agua y puse dentro la rosa. Salí por la ventana saltando al suelo, y corrí con mi velocidad vampírica hacia aquel lugar que para mí era tan especial. Encontré a Stefan acuclillado, se veía triste, desolado. -Stefan, hola... quería verte, me he alegrado mucho de ver la carta y la rosa.-dije acercándome a él y agachándome y dándole un suave beso en sus labios.

Eran sus labios. Sí, no hay duda. Tan calientes, húmedos y suaves como siempre. La abracé por la cintura y la acerqué a mí, quería sentir su calor. Subí mi mano derecha por su espalda, hasta su cuello y acerqué su cabeza a mi hombro. Quería oler su cabello, aspirar su aroma y dejarme embriagar una vez más.

-Elena, me alegro de que estés conmigo -le dije con un poco de miedo en mi voz.

Le acaricie su lacio cabello varias veces. No quería separarla de mí. Quería detener el tiempo, estar así siempre. Pero ese sentimiento era el que me recordaba que tendría toda mi vida de inmortal junto a ella. La sujeté por los codos para separarnos y la miré a los ojos. Buscaba en ellos alguna pista sobre lo que sentía, cómo se encontraba... pero no me quedaría tranquilo sólo con adivinaciones.

-Elena, ¿qué sientes?

Sentí como Stefan me respondía al beso, noté la sensación que me venía siempre cuando estaba con él, un amor inmenso, verdadero...
Sonreí cuando dejamos de besarnos, pero en seguida me puse seria, pues su pregunta lo era. ¿Cómo me sentía? Recordé que ya me habían hecho esa misma pregunta y no hacía mucho tiempo, James, cuando lo vi en el Mystic Grill...

-Trato de llevar esto como puedo, tú sabes mejor que nadie que yo no he querido ser vampiro nunca, y que esto me ha venido de improviso, y he aceptado mantenerme en esta "nueva vida" para no dejar solo a Jeremy, no soportaría otra pérdida. En cuanto a como me siento bueno, veo las cosas más nítidas, como si antes una cortina me tapase la visión, escucho cosas que jamás habría podido escuchar antes, pero también se intensifican mis sentimientos como el de la furia...-hice una pequeña pausa antes de proseguir.

-El otro día me encontré con Alek en el lago, y claro se sorprendió al verme viva y vampira, él que era mi protector, había fallado en su misión, nos dijimos cosas horribles, y yo me descontrolé. Le mordí. Entiendo que esto es difícil, demasiado...-dije bajando mi mirada al suelo.

La escuché en silencio sin dejar de acariciarle el brazo. No es que fuera un perro, bueno, un perrito muy mono, Elena estaba aún aprendiendo. Le cogí de la mano, en mi mente sólo tenía una idea: no soltarla, jamás.

-Elena -dejé de hablar... ¿qué decirle?-. Todo saldrá bien -¿seguro? No tenía ni idea... Sólo podía mirarla a los ojos, era Elena, mi Elena pero temía que esto la cambiara. Sí, lo admito, mi mayor miedo es que se convirtiera en una destripadora, como yo -. ¿Te acuerdas de cuando se convirtió Caroline? Me pediste que la ayudara y lo hice -¿Crees que iba a abandonarte? ¿A dejar que me supliques? ¿A dejar a Damon el papel de maestro? -. No pienso abandonarte, también te enseñaré a controlarte. Estoy contigo Elena -suspiré, de amor, de miedo... una mezcla de ambas-, para siempre.

La abracé, fuerte, la apreté contra mi cuerpo como si no la volviera a ver. Quería tenerla así, no quería soltarla. En mi mente aún tenía la imagen de los dos cogidos de la mano. No te dejaré.

Escuché las reconfortantes palabras de Stefan, ¿de verdad todo saldría bien? Es cierto que ayudó muy bien a Caroline, pero yo, estaba realmente asustada, y Stefan era quien mejor lo entendía. Asentí cuando dijo que si me acordaba de lo que hizo con Caroline, que no me pensaba abandonar.

Correspondí al abrazo que me dio, las cosas ahora iban a ser más complicadas que nunca antes lo hubieran sido. Eso lo sabía, ni en mis peores sueños me imaginé convertirme en algo que no quería. Miré alrededor, el hermoso paisaje que nos rodeaba, el lugar donde me negué a convertirme en vampira, que antes prefería morir, era irónico estar aquí. -Este lugar me trae infinitos recuerdos Stefan...-le dije separándome un poco y sonriendo.

-Sé que harás todo lo que esté en tu mano para ayudarme, sé que no me abandonarás, pero me preocupa no saber llevar esto, si me descontrolase y no pudiera volver a mis cabales, Stefan, mátame.-dije sincera, pues yo no quería hacer daño a nadie.

La aparté de mi cuerpo. La miré seriamente mientras la sujetaba fuerte por los codos.

-¿Matarte? No Elena, pídeme cualquier cosa menos eso pero tú... mi vida, cómo puedes pedirme una cosa así, jamá te haría daño -ni perdiendo la razón y poseído por la locura se me ocurriría hacerte daño-. Además, Elena confío en ti, sé que lo dominarás y no permitiré que nadie más sufra. Pero no me pidas que te mate porque si mi mano es la que te arrebata la vida, Elena, ya no tengo excusa para seguir adelante sin ti.

La volví a abrazar y le acaricié el cabello. La besé en la frente.

Le sonreí de lado, él esperaba que yo lograra dominar este nuevo tipo de vida, pero no las tenía yo todas conmigo, aunque lo intentaría al 100%, por él, por Damon, por mi familia, mis amigos... Por todos ellos, Caroline lo logró, yo también lo haré. Abracé a Stefan y le di nuevamente un beso.

-Stefan por favor, no digas eso, yo lo intentaré te lo prometo, tú me enseñarás y yo trataré de aprender lo mejor que pueda y lo más rápido posible, no creo que sea imposible.-Dije con una sonrisa. Me quedé mirándolo fijamente, todo parecía demasiado bonito para ser cierto, sin Klaus ni ninguno de los originales restantes molestando y arruinando nuestras vidas.

-¿Sabes Stefan? me cuesta creer que dentro de lo que cabe, hayamos recuperado la normalidad, se me antoja como algo imposible, y de hecho, hay algo dentro de mí que está alerta, como si fuese a pasar algo malo. Me cuesta creer que esto sea real.-le dije sincera sin soltar el abrazo.

Tras escucharla, le retiré unos mechones que caían sobre sus ojos, pasando el cabello por detrás de su oreja y dejando que mi dedo le acariciara la mejilla hasta el mentón, la obligué a mirarme con el gesto de levantarlo un poco.

-Es normal Elena, la verdad -suspiré antes de soltar mi confesión-, desde que he llegado a tu vida no te he dado tregua y continuamente vivimos con poca calma antes de que estalle la tormenta. Con todo lo que nos ha sucedido, sinceramente, yo también espero que algo salga mal en cualquier momento -le sujeté la mano antes de seguir, acariciando sus dedos suavemente entre los mios-. Pero no serás tú, no. Vamos a empezar, ¿vale?

Quería a Stefan, demasiado, pero en un momento, se me cruzó Damon por el pensamiento, él también había hecho mucho por mí, y nos habíamos besado, y Stefan lo sabía. También sabía que todavía estaba confusa. Me acarició la mejilla y luego me cogió de la mano. Le sonreí de lado y le di un beso de nuevo.

-Te creo Stefan, y sé que me ayudarás, en fin, dejemos de hablar todo el rato de mí, no soy tan egocéntrica.-hice una pequeña pausa. -¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?-dije mientras le acariciaba el brazo y le sonreía con ternura.

-Elena, no quiero hablar de mí. Aún estoy un poco ofuscado por dejarme llevar por culpa de Klaus pero cuando te salvé de nuevo en el coche pensé que te había perdido. Que estés de nuevo conmigo, lo voy a tomar como una segunda oportunidad para poder enmendar mi error -. Negó con la cabeza, esto era pensar demasiado.

Se alejó un poco de ella, para mirar la colina. Habían ciervos, conejos, pájaros, ardillas y zorros. Tendría que enseñarle a cazar. cierto, ir detrás de animales no es tan divertido con personas. Más que nada porque no muestran miedo como los humanos. Los animales ya saben que en cualquier momento pueden morir pero la humanidad tiene fe ciega en vivir hasta la vejez y no tiene depredadores.

-Elena, tendrás que coger a tu primera presa. Escucha con los oídos y rastrea aquello que quieras.

Vi cómo Stefan se alejaba, yo me levanté y lo seguí. Había escuchado sus palabras y como siempre, seguía culpándose él de todo. Apoyé mi cabeza en su hombro, me alegraba de estar con él, siendo él otra vez, me sentía dichosa por ello. -Stefan tú no tuviste la culpa de nada, ya te lo dije en su momento y te lo vuelvo a repetir. Klaus fue el único que tuvo la culpa de todo, él fue quien te obligó a apagar tu humanidad.-dije mientras disfrutaba del viento que despeinaba mi cabello.

Escuché las palabras de Stefan, cazar, yo no quería cazar, pero por mi nueva naturaleza iba a ser inevitable. Asentí a Stefan con una sonrisa algo forzada. -Bueno vamos a ello, pero será duro...-dije mientras cerraba los ojos y escuchaba lo que me rodeaba. Capté un pequeño trote, era un ciervo, no estaba muy lejos.

Abrí los ojos concentrada en el camino que tenía delante. Corrí junto a Stefan a la que sería mi primera presa animal, solo había probado la sangre humana y era para completar la transición. No tardé en llegar hasta él y correr al mismo son que él, me daba pena pero tenía que alimentarme de seres no humanos pues no quería dañarlos. Tenía que pensar que era como un trozo de carne. Salté sobre el animal ambos cayendo al suelo pesadamente. Busqué su cuello una vena donde salir sangre con mayor facilidad y allí le mordí. Me sentía mal por ello, pero era lo que tocaba. La sangre sabía muy diferente de la humana, pero al menos me valía para calmar un poco la sed. Cuando me sacié miré a Stefan.
-Wao, es muy diferente de la humana, pero podré acostumbrarme pero pobres animales...-dije con pena.

La acompañé en todo el camino, no paraba de mirarla. Era hermosa aunque diferente. Sus ojos, sus ojos ya no mostraban el miedo cuando tenía que beber sangre. Aparté la mirada sin que se diera cuenta. No pude evitar recordar a mi Elena humana y se me hacía difícil verla ahora, con la barbilla y la boca inundada de sangre. Dejé que mis pensamientos se desvanecieran a tiempo cuando dijo de la diferencia de sangres.

-Bueno, la humana te hace más fuerte, pero concéntrate, has dicho que no quieres morder a nadie. Siempre podemos, si te atreves, acostumbrarte a beber bolsas de sangre pero... -pero si te acostumbras puede que cuando veas una herida no puedas evitar lamer un poco y desontrolarte-. La sangre animal te mantiene con vida. Sé que he sido yo el que te sugiere esta manera de supervivencia. Caroline bebe con bolsas. Tú podrías también si quieras, no soy nadie para tomar tus decisiones. Lo que tu me digas, lo aceptaré. Como siempre.

Sonreí de lado. Nuestras elecciones son las que nos indican el camino y siempre he respetado las de Elena. A ella la amaba y no me atrevería a oponerme a ella... Del mismo modo en que si escogiera a Damon... La miré. Yo no sería el sujetavelas de una relación y no podría soportarlo.

Seguro que ahora me veía horrible, llena de sangre, horrible, rebusqué en mi bolso pañuelos para limpiarme, dios era horrible. -Jamás me alimentaré de sangre humana aunque sean bolsas de hospital, no, solo animales.-dije mientras me limpiaba. Miré a Stefan a los ojos. Yo quería ser como él, sería como él, no me haría falta sangre humana, jamás.

-Stefan, sé que siempre aceptas mis decisiones, pero esta vez, te escucharé yo a ti y te haré caso. Sé que será difícil, pero eso no quiere decir que vaya a ser imposible.-le dije con una sonrisa. Me miré en mi espejo de bolsillo y ya no estaba manchada de sangre, y me sentía saciada.

Abracé a Stefan, me sentía tan bien a su lado, era un sentimiento tan cálido, tan hermoso, estar con él me hacía olvidar todo lo malo que me estaba sucediendo, era una bonita manera de volver a mi mundo.
-Stefan, me siento afortunada de tenerte a ti, a todos, sé que nunca me abandonaréis y eso es realmente hermoso.-dije mientras le besaba en la mejilla.

La miré como tan sólo el acto de matar a un animal la consumía. Ojalá pudiera encontrar la manera de que fueras humana, Elena. La acaricié por el mentón y ella me respondió con un abrazo. Claro que confiaba en ella, siempre me ha demostrado tener una gran fuerza de voluntad. No todas las chicas de 18 años pasan por esto en su vida. Ojalá pudiera hacerte olvidar todo y siguieras con tu vida normal pero ese es un deseo imposible de realizar. Me temblaba la mano. Estaba nervioso y me sentía impotente. ¿De qué sirven tantos poderes vampíricos si no puedes proteger a la persona que amas? Pero me estaba poniendo a pensar demasiado, Elena seguía conmigo. Soy un idiota. Podría estar muerta y no lo consigo ver, sigue conmigo. Noté como me besaba en la mejilla y la cogí de la muñeca antes de que se separara. La cogí del mentón y la besé. Dejé de cogerla por la muñeca para ahora sostener su mano.

-Demos un paseo -la obligué a seguirme mientras la miraba feliz. Aún siendo vampiresa, seguía teniendo el poder de hacerme sonreír como nunca nadie lo había hecho -. Hace tiempo que no veo a mi hermano Damon, se habrá vuelto loco -le dije sin poder evitar soltar una carcajada pero en el fondo me preocupaba. Tanto tiempo sin saber de él... ¿pasarían otros 150 años para que volvieran a ser hermanos? -He pensado en... intentar hacer una vida normal, podríamos ir a estudiar y volver a lo cotidiano -sonreí-. Si es que existe eso en nuestras vidas. ¿Qué te parece?

Damon... justo de sus labios tenía que salir ese nombre, justo ahora, ¿por qué el destino jugaba tan mal conmigo? dios mío, las cosas no podían ir mejor, la ironía acudía a mí en los peores momentos en los que me encontraba. Damon, el cual me había confesado sus más profundos sentimientos, y ahora yo no sabía que hacer...

Escuché que diéramos un paseo, sí, ¿por qué no? aún podría fastidiar más las cosas. La mente comenzó a nublárseme, y noté que había cerrado mis puños con fuerza, noté como las lágrimas rodaban por mis mejillas, todo esto era porque estaba jugando con los hermanos, jugaba con ellos como anteriormente había hecho Katherine, algo horrible y espantoso, lo que yo no quería que jamás me ocurriese y mira el destino ahora.

-Stefan... yo no aguanto esto, no puedo soportar el haceros estando daño a ti y a Damon, después de todas las cosas que ya sé, lo mejor para todos sería que me alejase de los tres. Que desapareciera, no os haría más daño, jamás os haría más daño.-dije mientras me arrodillaba en el suelo llorando con fuerza. Me había derrumbado, no podía con todo.