Una suerte encontrarte aquí {Meredith Sulez}

No había pasado mucho tiempo en el hospital y gracias al cielo, solo había tenido que vendarle la mano. Le habían dicho que debía cambiarse las vendas cada día y ponerse una crema para que no se le infectara, aunque la reacción de la enfermera le había asustado al principio, según le había dicho tras un examen se había percatado de que el corte no era tan grave como se había imaginado ambos.
Eric lanzo otro suspiro al aire, ahora mismo le escocia un poco la crema, pero estaba intentando no pensar en eso. Casi no se había dado cuenta, o más bien no se había parado a pensar hacía donde se dirigía. Pues desde que había salido del hospital su mente solo estaba pendiente de una cosa. El joven miro a su alrededor, se encontraba en medio de una de las calles de Mystic Falls, justo había ido a terminar en la calle donde se encontraban casi todas las cafeterías. ¿Hacía donde iba a ir ahora?

Se había esperado, al ver como la chica se acercaba al él, la exagerada reacción sobre la herida que tenía en la mano; aunque la verdad es que le había parecido un poco más exagerada de lo que había imaginado. -Estoy perfectamente. No es nada.- Le dijo con una sonrisa moviendo la mano para que se diera cuenta del estado en la que la tenía. Durante un instante le dio un pinchazo uno de los movimientos que hizo pero intento disimular no haber sentido nada. No había desayunado, pues casi había salido corriendo hacía el hospital esa mañana. Por lo que no le importo acompañar a su amiga a la cafetería para desayunar.
-¿Que has dicho?- Le pregunto ya que apenas había podido oír sus palabras, porque había terminado bajando el volumen hasta apenas un susurro. Se contento sin su respuesta, ya que su amiga se había entretenido en una charlar con el camarero. Al parecer Mer no era la primera vez que se pasaba por allí. -Un café y una tostada.- Contesto antes de suspirar algo resignado.

Sabía que hacia tiempo que no se veían pero no entendía la razón de porque Mer estaba tan contenta y se había preocupado tanto por su bienestar. Se había quedado un poco sin habla ante las palabras de la joven. La verdad es que si le hubiera pasado algo, muchas personas se preocuparían por él; pero él siempre estaba bien, o al menos por ahora. Solo respondio a las palabras de su amiga con varios asentimientos, mientras cogía lo que el camarero acababa de traer. Tras darle un bocado a la tostada, casi se atraganta al escuchar la pregunta. -Te estoy diciendo la verdad. Simplemente me corte.- Lo cierto es que no era la verdad, si que se había cortado; pero también tenía en el cuello unas marcas que no le iba a ser tan fácil de explicar. Eric volvio a morder la tostada esperando que su compañera no se diera cuenta de la incertidumbre que había en sus ojos. No le gustaba mentirle, pero no le podía decir tan fácilmente que le había atacado una vampira, al menos no mientras desayunaban.

Siguió tomando el desayuno esperando no tener que explicarle algo a Meredith que ni siquiera él sabía como hacer. Se había pasado desde que se había levantado, pensando exactamente que era lo que había pasado en el hospital entre la vampira, Joe y él; pero seguía sin estar seguro de lo que había pasado. Tomo otro bocado de la tostada, intentando enterrar el recuerdo y prestar atención a su compañera.
Al final había conseguido engañar a Mer, había podido ver como la chica cambiaba de tema. -No le conozco. Hace tiempo que no voy por la escuela.- Le dijo con un suspiro, echaba de menos el tiempo que pasaba allí con sus amigos; aunque sus trabajos de mecánica tampoco estaban tan mal. No había esperado para nada que se percatara del mordisco. -Un rasguño, no es nada. Y si, no es ningún beso.- Le dijo con un tono casi sincero; porque realmente solo había sido eso un rasguño, gracias a Joe.

Aunque sabía que era verdad y que no debería de estar mintiéndole, había una parte de él que le gritaba que ella no iba a entenderlo. Aun no había comprendido ni como lo había entendido él mismo, por el solo de hecho de haberlo visto; pero de palabras jamas, jamas había creído las palabras de su padre. ¿Porque iba a creer ella las suyas? Pero no había oido alguna vez que si realmente le contabas la verdad a una persona jamas te creería; y sobre todo una verdad como esta. -Aunque te lo contara jamas me creerías. Es una tontería que insistas.- Suspiro resignado admitiendo que realmente le había mentido. Nerviosamente mientras pensaba cuidadosamente sus siguiente palabras, Eric no dejaba de menar la cuchara dentro del vaso de café. -Nunca he querido mentirte, y nunca antes lo he hecho. Solo que tal vez he omitido algunas cosas de mi vida, que no tenía forma de explicarte, como esto.- Dijo señalando con el dedo de la mano herida la marca en su cuello. -Pero no es nada. Nada por lo que tengas que preocuparte.- Le intento tranquilizar, mientras apretaba suavemente su mano.

Cuando había visto como Meredith habría la boca había podido jurar que eran otras las palabras que iban a salir de sus labios, pero no habían sido las que había esperado. Sin embargo, lo que había oído lo había dejado sin palabras. Lo conocía. Su joven amiga conocía los secretos que ocultaba la gente de aquel pueblo, lo que ocultaba cada ser malvado en su interior. ¿Pero como era posible? Su esquivo padre no le había explicado más allá de la existencia de los vampiros, y jamás le había contado la posibilidad de que alguien más supiera el secreto que le había compartido, o más bien le había intentado enseñar. Pero aun así, por incompresible que pareciera la única pregunta que acudía a la mente de Eric era ¿como demonios ella se había enterado de todo?
-¿Como lo sabes? Es decir, ¿Como sabes su existencia? ¿Que más conoces?- Por un momento no había podido cesar de preguntar. Siempre había deseado encontrar a alguien a quien preguntar, ya que su padre había muerto justo cuando él había acabado de aceptar sus palabras. Tenía muchas preguntas para ella, muchas. -Es una mordedura, ha sido una vampira rubia a la que apenas recuerdo. Mi padre me contó la existencia de estos seres, y lo único que se es la forma de matarlos. Nada más.- Las palabras habían salido de él casi como si hubiera querido soltarlas en cualquier momento. Y así había sido. Se había pasado demasiado tiempo intentado esconder todo aquello para si mismo, que apenas se había dado cuenta de lo fácil que era soltarlo todo y liberarse.

Se había quedado atónito al escuchar las palabras de su amiga. Jamas habría sido capaz de pensar que realmente ella pudiera saber algo de aquellos seres que lo habían atormentado durante tanto tiempo. Ni si quiera él quería admitir su existencia, y que ella misma lo admitiera de tal modo; le hacía comprender que ciertamente que su mente no le había jugado una mala pasada. Pero bueno, él tampoco sabía tantas cosas de esos seres... El problema era, ¿acaso quería saberlo? Desde aquella noche en la que había salvado a Joe, apenas se había permitido pensar en aquellos demonios. No quería hacer, porque sabía que si lo hacía podía estar metiendose en un sitio del que tal vez podía salir mal parado.
-Me apena mucho lo que has tenido que pasar. Creo que de haber estado en tu lugar no lo hubiera llevado tan bien. Casi me vuelvo loco por no creer en los cuentos de mi padre...- Se le quebró brevemente la voz. Siempre le pasaba cuando hablaba de su padre, o de las cosas que había llegado a perder por aquellos seres. -¿Hay algo más que puedas decirme? Aunque, quizás solo necesite saber lo necesario para sobrevivir.- Comentó intentado restarle importancia a sus ultimas palabras. Pero sabiendo que realmente, todo aquello no podía traerle más que problemas.