¿A la playa en invierno? Solo a dar un paseo.

Llevaba unas cuantas semanas en Mystic Falls y todavía no había descubierto nada más acerca de aquellos vampiros originales. Tampoco había descubierto a ningún vampiro más a parte de la chica aquella con la que había tenido aquel extraño encuentro en la cámara frigorífica del Grill. Sabía que había muchos vampiros en aquel pueblo, aunque todavía no había sido capaz de identificar más que a uno; también sabía que matar a uno solo de esos vampiros podría ser equivalente a suicidarse, y no era tan tonta como para ello. Por eso sabía que debía encontrar la forma de acabar con los vampiros originales pues, si lo que aquella chica le había contado era cierto, acabar con ellos significaba acabar con todos los vampiros que poblaban la tierra. Aquel era un objetivo bastante grande, no iba a negarlo, pero toda su vida había sido enfocada para que acabase con las criaturas sobrenaturales que poblaban la tierra, pues resultaban un peligro para la raza humana, y eso es lo único que sabía hacer. Además, no tenía nada que perder; su familia había muerto, ya no quedaba ni un solo ser vivo por cuyas venas corriese la sangre de los Greene más que Beth, así que nadie la echaría de menos cuando ya no estuviera. Claramente, ella quería que su plan saliera bien y poder acabar con todos los vampiros, pero no le importa enfrentarse a la muerte; es más, cada vez veía más claro que moriría en aquel a manos de un ser sobrenatural u otro.

Aquel día tenía el día libre en el Grill, por lo que había decidido aprovecharlo para conocer mejor los lugares de aquel pueblo en el que viviría durante una temporada, y aprovechar para ver de que hablaba la gente del pueblo respecto a lo de los ataques y todas esas cosas. A lo tonto acabó en la playa, lugar que pisaba por primera vez, pues entre el trabajo y dedicarse tanto a conocer el centro como a investigar, no había tenido tiempo de ver nada que estuviera un poco a las afueras, como en el caso de la playa. No había mucha gente, algo normal en pleno invierno, pues hacía bastante frío y, además, soplaba viento norte. Llevaba sus armas debajo de aquel gran abrigo que se había puesto, que, aunque le quitaba movilidad, era capaz de quitárselo en cero coma, y además era calentito. Además, no esperaba enfrentarse a ningún vampiro, al fin y al cabo, los vampiros de Mystic Falls parecían bastante preocupados porque no les descubrieran.