It's time to be a real 19-years-old girl. LIBRE.
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It's time to be a real 19-years-old girl. LIBRE.
Ya llevaba algo así como una semana en aquel pueblo y, después de su encontronazo con aquella vampiresa en el Grill, no había vuelto a encontrarse con ningún vampiro; o puede que sí pero que simplemente se les diera bien camuflarse. No le importaba demasiado. La vampiresa le había proporcionado información sobre ese híbrido llamado Klaus, aunque no sabía si él tenía algo que ver con la muerte de sus padres; lo que sí estaba claro era que era un peligro para los humanos, por lo que no dudaría en ayudar a quien fuera a enfrentarse a él, aunque tuviera que aliarse con vampiros, pues no sería ni la primera ni la última vez que lo hiciera.
Aquel día había trabajado desde la mañana hasta bien entrada la tarde -sobre las seis o así-, y nada más salir se había dirigido al centro del pueblo. No le importaba meter horas trabajando, pues el Grill parecía ser un lugar al que iba todo el mundo y, por lo tanto, podía seguir con su investigación mientras servía cafés o copas. Llevaba así tres años y lo único que había conseguido era el nombre de aquel pueblo, Mystic Falls; aun así, seguía sin saber la naturaleza de los seres que atacaron su casa y mataron a su familia, desconocía tanto su raza como su número.
Para todo el mundo, Bethany no era más que una joven de diecinueve años que había acabado en aquel pueblo de casualidad, y que solo quería labrarse un futuro. Para todos menos para aquella chica con la que había coincidido en el Grill en su primer día de trabajo, y que seguramente, se lo habría contado a todos sus amigos, ya fueran vampiros o cazadores, algo que no le hacía mucha gracia, pues una de las cosas que tenía Beth era el factor sorpresa, y si se extendía entre los seres sobrenaturales del pueblo que ella era una cazadora, dicho factor se iba al garete.
Paseaba por el centro de la ciudad como una joven más, aparentemente sin ninguna preocupación, aunque su cabeza fuera un hervidero de preocupaciones. Había decidido aprovechar la tarde para dar una vuelta por el pueblo y así, ir conociéndolo, pues sabía que pasaría una larga temporada allí. Al poco, escuchó el llanto de un niño y, más tarde, vislumbró a un chiquillo de unos cuatro o cinco años caminando solo por la calle, sin rumbo alguno. No se lo pensó si quiera cuando se acercó a él y se agachó para quedar a su altura. - ¿Y esas lágrimas? Apuesto a que estás mucho más guapo cuando no lloras. - dijo con una voz dulce, algo completamente inusual en ella, que pertenecía a una parte de ella que solo los niños conseguían sacar. -Pero si tienes algo detrás de la oreja... - murmuró alargando su mano para "sacar" una piruleta de detrás de la oreja del niño, y luego se la tendió. Aquello sirvió para que el niño dejara de llorar. -¿Te has perdido? - le preguntó, aunque fuera algo más que obvio, a lo que el niño asintió. Bethany se incorporó y le tendió la mano, que por alguna razón el niño no tardó en coger, y miró en rededor. - Pues vamos a buscar a tu papá y tu mamá.
Aquel día había trabajado desde la mañana hasta bien entrada la tarde -sobre las seis o así-, y nada más salir se había dirigido al centro del pueblo. No le importaba meter horas trabajando, pues el Grill parecía ser un lugar al que iba todo el mundo y, por lo tanto, podía seguir con su investigación mientras servía cafés o copas. Llevaba así tres años y lo único que había conseguido era el nombre de aquel pueblo, Mystic Falls; aun así, seguía sin saber la naturaleza de los seres que atacaron su casa y mataron a su familia, desconocía tanto su raza como su número.
Para todo el mundo, Bethany no era más que una joven de diecinueve años que había acabado en aquel pueblo de casualidad, y que solo quería labrarse un futuro. Para todos menos para aquella chica con la que había coincidido en el Grill en su primer día de trabajo, y que seguramente, se lo habría contado a todos sus amigos, ya fueran vampiros o cazadores, algo que no le hacía mucha gracia, pues una de las cosas que tenía Beth era el factor sorpresa, y si se extendía entre los seres sobrenaturales del pueblo que ella era una cazadora, dicho factor se iba al garete.
Paseaba por el centro de la ciudad como una joven más, aparentemente sin ninguna preocupación, aunque su cabeza fuera un hervidero de preocupaciones. Había decidido aprovechar la tarde para dar una vuelta por el pueblo y así, ir conociéndolo, pues sabía que pasaría una larga temporada allí. Al poco, escuchó el llanto de un niño y, más tarde, vislumbró a un chiquillo de unos cuatro o cinco años caminando solo por la calle, sin rumbo alguno. No se lo pensó si quiera cuando se acercó a él y se agachó para quedar a su altura. - ¿Y esas lágrimas? Apuesto a que estás mucho más guapo cuando no lloras. - dijo con una voz dulce, algo completamente inusual en ella, que pertenecía a una parte de ella que solo los niños conseguían sacar. -Pero si tienes algo detrás de la oreja... - murmuró alargando su mano para "sacar" una piruleta de detrás de la oreja del niño, y luego se la tendió. Aquello sirvió para que el niño dejara de llorar. -¿Te has perdido? - le preguntó, aunque fuera algo más que obvio, a lo que el niño asintió. Bethany se incorporó y le tendió la mano, que por alguna razón el niño no tardó en coger, y miró en rededor. - Pues vamos a buscar a tu papá y tu mamá.
Bethany D. Greene- Cazadores
- Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 13/06/2012
Re: It's time to be a real 19-years-old girl. LIBRE.
Hacía un día espléndido, no había apenas nubes en el cielo, la gente paseaba tranquilamente por la calle, hablando, cotilleando y riéndose... los pájaros revoloteaban en las copas de los árboles, canturreando con tonos agudos... y una niña de apenas unos 500 años de edad se apoyaba en un árbol, mareada y con náuseas.
-¿Te encuentras bien Lenore?- Preguntaba la voz de su señor en su mente, mientras el muñeco que era su representación corpórea se aferraba al hombro de la niña.
-Lo siento mi señor, soy alérgica a la felicidad ajena- Dijo con cara de pocos amigos la niña mientras miraba alrededor, intentando reponerse. Demasiado sol, demasiada gente y sobretodo demasiada tranquilidad y felicidad. Desde luego, ese día no pintaba nada bien para la pequeña vampiresa, que suspiró mientras se intentaba reponer andando un poco, haciendo girar su paraguas que la protegía parcialmente del sol, al igual que hacía el colgante que le había cogido prestado a su señor Raggamuffin... tenía que conseguirse pronto uno para ella.
Tuvo que dar un buen paseo hasta encontrar algo que fuese de su agrado, pero al menos encontró algo: un niño llorando en la acera de enfrente de donde se encontraba la joven de cabellos marfil. Casi pudo notar como su rostro recuperaba sus colores naturales y los mareos desaparecían.
-Adoro el sufrimiento... ajeno, claro- Dijo mordiéndose el labio inferior e inspirando profundamente, disfrutando del sufrimiento del niño que seguramente se habría perdido. De repente, una mujer se le acercó a hablar... ¿Iba a llevárselo y comérselo?
-Eso sólo pasaba hace centenares de años Lenore...- Le recordó su señor.
-Agua fiestas...- Suspiró Lenore, entrecerrando los ojos al ver que la mujer sonreía al niño, mientras le regalaba una piruleta. ¿En serio no iba a llevárselo para comérselo o convertirlo en su sirviente de por vida?
Lenore cambió de acera tan rápido como pudo, haciendo girar su paraguas emocionada y se puso a seguir al niño y a la mujer que parecía querer ayudarle. Pese a que parecía querer seguirlos de incógnito, su disimulo era nulo, caminaba a apenas unos pasos de ellos y sin esconderse de vez en cuando siquiera.
-¿Te encuentras bien Lenore?- Preguntaba la voz de su señor en su mente, mientras el muñeco que era su representación corpórea se aferraba al hombro de la niña.
-Lo siento mi señor, soy alérgica a la felicidad ajena- Dijo con cara de pocos amigos la niña mientras miraba alrededor, intentando reponerse. Demasiado sol, demasiada gente y sobretodo demasiada tranquilidad y felicidad. Desde luego, ese día no pintaba nada bien para la pequeña vampiresa, que suspiró mientras se intentaba reponer andando un poco, haciendo girar su paraguas que la protegía parcialmente del sol, al igual que hacía el colgante que le había cogido prestado a su señor Raggamuffin... tenía que conseguirse pronto uno para ella.
Tuvo que dar un buen paseo hasta encontrar algo que fuese de su agrado, pero al menos encontró algo: un niño llorando en la acera de enfrente de donde se encontraba la joven de cabellos marfil. Casi pudo notar como su rostro recuperaba sus colores naturales y los mareos desaparecían.
-Adoro el sufrimiento... ajeno, claro- Dijo mordiéndose el labio inferior e inspirando profundamente, disfrutando del sufrimiento del niño que seguramente se habría perdido. De repente, una mujer se le acercó a hablar... ¿Iba a llevárselo y comérselo?
-Eso sólo pasaba hace centenares de años Lenore...- Le recordó su señor.
-Agua fiestas...- Suspiró Lenore, entrecerrando los ojos al ver que la mujer sonreía al niño, mientras le regalaba una piruleta. ¿En serio no iba a llevárselo para comérselo o convertirlo en su sirviente de por vida?
Lenore cambió de acera tan rápido como pudo, haciendo girar su paraguas emocionada y se puso a seguir al niño y a la mujer que parecía querer ayudarle. Pese a que parecía querer seguirlos de incógnito, su disimulo era nulo, caminaba a apenas unos pasos de ellos y sin esconderse de vez en cuando siquiera.
Lenore- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 31/05/2012
Re: It's time to be a real 19-years-old girl. LIBRE.
Cuando su familia aun vivía, Beth no tenía demasiada afinidad con los niños. Por una parte, porque vivían en una granja algo apartada de todo y de todos, por lo que las pocas veces que se acercaba al pueblo más cercano no se dedicaba precisamente a hacerse amiga de los niños pequeños; por la otra, porque sus hermanos eran los únicos niños pequeños que conocía, y, al igual que su padre la había enseñado a ella, ella intentaba inculcarles a ellos todo lo que un buen cazador debía saber, sentir y hacer, y el amor era el sentimiento que convenía evitar. Sí, sus padres se querían y los querían con locura, pero eso había sido una vez ellos habían aparcado sus armas para formar una familia. No les enseñaban a no amar, pues estaba claro que el amor era un sentimiento que todo el mundo debía experimentar, y Bethany lo sabía y quería a sus padres y a sus hermanos; pero una vez estás fuera, dispuesto a enfrentarte a todas y cada una de las criaturas sobrenaturales que se te presenten, lo mejor era que creyeran que estabas solo, que no te quedaba nadie y que, por lo tanto, nadie te importaba realmente. Porque sino podían utilizar a tus seres queridos en tu contra y podías acabar perdiendo aquello que más amabas en el mundo. Bethany siempre creyó que ella sería capaz de ocultar todos aquellos sentimientos que pudieran poner en peligro a su familia por su culpa. Nunca creyó que ellos morirían, ni que ella se convertiría realmente en aquella persona que quería fingir ser una vez abandonara la granja.
El niño parecía contento con la piruleta que Beth le había dado y no le puso ninguna pega cuando esta le cogió de la mano y comenzaron a caminar. No sabía que hacer exactamente, por lo que lo primero que se le ocurrió fue dar un par de vueltas por el centro de la ciudad para ver si encontraba a alguna mujer o algún hombre que estuvieran buscando a un niño, porque sus padres estarían buscándolo, ¿no? Si veía que aquello no tenía éxito se dirigiría a la comisaria de policía a dar parte de aquel niño y que estos se ocuparan de buscar a sus padres, aunque ella no se separaría del niño hasta que él no estuviera con su familia. Sabía que aquello podía hacerla parecer débil si alguna criatura la veía, pero cuando ella se enfrentaba a seres sobrenaturales no había manera de que estos utilizaran a un niño en su contra. Por otra parte, para la gente del pueblo ella no era más que una chica nueva que había llegado al pueblo por casualidad, le había gustado, había encontrado un trabajo y había decidido quedarse allí una temporada. Una chica simpática y curiosa que recibía a cada cliente con una amplia sonrisa y a la que no le importaba escuchar cualquier cosa que estos tuvieran que contarle.
Al poco de estar dando vueltas se dio cuenta de que una chica les estaba siguiendo y, para intentar reconocer su rostro, iba mirando en los espejos retrovisores de los coches que había aparcados en el lado derecho de la calle. Era una chica rubia que parecía bastante joven a la que no conocía de nada, por lo que no sabía que podía querer de ellos. En aquel momento el niño seguía tranquilo, con su piruleta, de la que cada vez quedaba menos, y Bethany pensó que cuanto antes encontrara a su madre, mejor.
El niño parecía contento con la piruleta que Beth le había dado y no le puso ninguna pega cuando esta le cogió de la mano y comenzaron a caminar. No sabía que hacer exactamente, por lo que lo primero que se le ocurrió fue dar un par de vueltas por el centro de la ciudad para ver si encontraba a alguna mujer o algún hombre que estuvieran buscando a un niño, porque sus padres estarían buscándolo, ¿no? Si veía que aquello no tenía éxito se dirigiría a la comisaria de policía a dar parte de aquel niño y que estos se ocuparan de buscar a sus padres, aunque ella no se separaría del niño hasta que él no estuviera con su familia. Sabía que aquello podía hacerla parecer débil si alguna criatura la veía, pero cuando ella se enfrentaba a seres sobrenaturales no había manera de que estos utilizaran a un niño en su contra. Por otra parte, para la gente del pueblo ella no era más que una chica nueva que había llegado al pueblo por casualidad, le había gustado, había encontrado un trabajo y había decidido quedarse allí una temporada. Una chica simpática y curiosa que recibía a cada cliente con una amplia sonrisa y a la que no le importaba escuchar cualquier cosa que estos tuvieran que contarle.
Al poco de estar dando vueltas se dio cuenta de que una chica les estaba siguiendo y, para intentar reconocer su rostro, iba mirando en los espejos retrovisores de los coches que había aparcados en el lado derecho de la calle. Era una chica rubia que parecía bastante joven a la que no conocía de nada, por lo que no sabía que podía querer de ellos. En aquel momento el niño seguía tranquilo, con su piruleta, de la que cada vez quedaba menos, y Bethany pensó que cuanto antes encontrara a su madre, mejor.
Bethany D. Greene- Cazadores
- Mensajes : 67
Fecha de inscripción : 13/06/2012
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