Dulce Aroma {Lykaios}

Luego de haberme pasado el día llenando mis sentidos con todo lo que encontraba dando vueltas por el centro de Mystic Falls tuve que aceptar que no había podido satisfacer uno en particular, y ese era mi olfato. Quizás se debía a la extraña mezcla de sabores que caminaban por el pueblo, todos tan distintos que hacían que perdiese mi concentración, necesitaba alejarme de tantas personas. A pesar de tener mas de un milenio de vida todo en mi alrededor era nuevo y era imperioso un tiempo de adaptación. En la Dimensión Oscura casi todo se mantenía inalterable siendo el olor a sangre, desesperación y sufrimiento el corriente de todo día. Ahora tenía el suave aroma a la magia natural, la libertad humana, la tierra rebosante de vida. Era muy distinto, empezando por un sol que brillaba con intensidad y se escondía un par de horas para dar lugar a la noche. Mis primeros días me encontré simplemente observando eso, casi olvidando que tenía a alguien que buscar. Dado el caso me pareció muy sensato que la Señora Inari hubiese decidido vivir en el mundo humano. Había juguetes a por donde se mire y sensaciones mucho más fuertes las cuales experimentar, casi podría compararse con el paraíso Kitsune. Claro, en realidad muy pocos de los míos tienen permitido salir y mi escape de la Dimensión no había sido sencillo. Por un breve instante quise encontrar a alguien con quien jugar, pero jugar de verdad.

Salí al patio trasero y volví a ver aquél árbol tan viejo que daba sensación de que en nada moriría y se volvería cenizas. Una hoja voló hasta mí y aquél paisaje cambió de manera drástica. Ahora una brisa más cálida y un sol aún más fuerte acariciaba mi piel llenándome aún más de emoción. Estaba rodeado de arboles y podía escuchar el romper de las olas no muy lejos. Me encontré observando todo a mi alrededor- Con que esto es el paraíso para los humanos, interesante nombre. Hawaii- Caminé sin rumbo alguno porque sencillamente no tenía idea de como era el terreno y tampoco me importaba saberlo de antemano, dudaba que alguien pudiese encontrarme allí o siquiera sospechar que era. Muy seguro de mi mismo me sonreí y enseguida me vi envuelto en algo que no esperaba. Un aroma tan dulce y embriagador que pude sentir mis colas erizarse de la emoción casi al punto de encenderme literalmente. Seguí caminando lentamente siendo guiado por mi olfato hasta su origen con el sigilo característico de mi raza. Me quedé en mi lugar observando a la fuente de aquello que tenía forma de hombre, estaba seguro que las orejas que no mostraba se me habían inclinado hacia atrás como signo de curiosidad. Rápidamente sonreí, allí estaba el juguete perfecto -Mis buenas- dije en un tono de absoluta naturalidad.

Lykaios Kuxhaus se escuchó a coro en todo el alrededor del guardián. Si bien mi voz era la misma provenía de distintas posiciones, ocho para ser exactos. Eran copias idénticas a mí, los kitsune trazaban un circulo perfecto alrededor del guardián. Todos sonreíamos altivos, juguetones y llenos de nosotros mismos, pero fue sólo uno el que se acercó peligrosamente a la fuente del aroma dulcemente embriagador, el verdadero yo. Las puntas de mis cabellos habían adquirido su tono carmesí natural, pero a la vez tan particular, sin llegar a encenderse en su fuego mágico. A la vista el kitsune más joven simplemente era un hombre algo único y fuera de lo común. Quien era algo completamente ajeno a la realidad era Lykaios. Por primera vez que me encontraba con alguien más fuerte que mi antiguo "querido" Señor, y no me faltaban historias acerca del guardián. Había llegado a la isla con intenciones de jugar, ahora tenía con quién, pero por un segundo la cantidad de preguntas que mesurgieron nublaron un poco mi juicio. Tuve que inspirar profundo para volver en mí.

-¿Yo, a la altura de un miembro de la Corte? Me halagas -le sonreía pícaro como todo zorro, mientras hacía una reverencia que claramente no tenía intenciones de poner a Lykaios por encima de mi persona. No me dejaría guiar por meras historias, el guardián era fuerte pero aún tocaba averiguar cuanto, pero tiempo al tiempo - Debo admitir que me encontraba en la misma situación y que es de mi profundo agrado hallarte. Confirmas mis sospechas de que algo raro ocurre en el mundo humano como para que personas como tu ronden en el. Por una cuestión de mera formalidad, podría preguntar...¿Qué motivos te trajeron a esta dimensión? Por mi parte, te ahorraré el cuestionamiento, estaba buscando a alguien justo como tu - Mis ojos azules se encendieron con una especie de llama interna mientras jugaba con el cuello de la camisa de Lykaios. Dejé escapar una oleada de Poder que daba indicio de mi propia fuerza y llenaba el ambiente de mi persona. Instintivamente marcaba mi presencia ante el otro Kitsune, ambos podríamos aceptarse, volver cada uno por su lado o vernos en conflicto de interés. Cualquier opción me caía de maravilla.

Mis colas invisibles jugaban meciéndose de un lado a otro a ritmo de un compás inaudible y con absoluta sincronía. La isla se me hacía mucho más interesante y colorida con la presencia de otro zorro y ni más ni menos que un miembro de la Corte. Si nos encontráramos en la Dimensión Oscura esta situación sería un honor demasiado grande y caro para ser real. En el mundo humano es la mayor de las coincidencias, y obviamente el destino me favorecía a mi. La Dama Fortuna siempre esta de mi lado, bueno...cuando uno se convierte en un ser superior es lo mínimo que puede esperarse. El único problema es que Lykaios se encuentra a mi nivel, lo que me jode tanto como me encanta su presencia. La cuestión estaba en superarlo mentalmente, un objetivo de locos si consideramos quien es- Ni tu ni nadie, mi querido juez pero creo que ambos podríamos salir muy beneficiados de esto-"esto" una palabra que usé como si Lykaios tuviera idea alguna de lo que pensaba hacer, la verdad solo quería que preguntase, que me debiese una respuesta. Por algún lado siempre se empieza.

Lo que ocurrió a continuación estaba fuera de mis cálculos, el guardián había expuesto su poder como respuesta a mi propio impulso. Era como si los dioses estuviesen empecinados en ayudarme, si no fuera que tal idea era un chiste de enorme proporciones porque estoy seguro que ninguno de ellos me tiene en gran estima. Posiblemente la gran mayoría de las divinidades tuvieran miedo que algún día patease su puerta para quitarlos de sus cómodos sillones de los cuales jamás se mueven. Allí observando sin hacer nada. Pronto, pronto pondré el mundo patas para arriba y ellos no serán la excepción sino más bien la regla y el guardián es mi escalón para alcanzarlos. Volví a centrarme en él y su aroma. Esa esencia tan dulce que provocaba en mi pequeños gruñidos, casi un ronroneo interior- El nombre es Liam. Liam Volt. Por supuesto que alguien tan arriba del escalafón de las Dimensiones no ha escuchado de mí. De hecho mi objetivo era que así sea. Ahora puedo encontrarme con seres como tu y contar eso como ventaja. Divertido ¿No crees?-Rodee sus hombros con mis manos para dar la vuelta alrededor de él- Entonces, tienes mi razones y mi nombre ¿Por qué no sueltas un poco la lengua? No me digas que prefieres que lo haga yo mismo - Mordí mi labio inferior y dejé escapar un suave suspiro seductor mientras volvía a alejarme unos pasos hacia atrás para darle espacio. Si aquello le molestaba seguro el golpe vendría pronto lo cual ponía mis cabellos en puro fuego de la emoción.

Y mi querido amigo tenía razón. Tanto poder en la dimensión humana daba mucho que pensar, posiblemente era el presagio de algo muy grande. Un evento que estoy totalmente dispuesto a presenciar, ser parte e incluso aprovecharme de. A Lykaios se le daba aquello de manera muy natural o realmente lo estaba intentando conmigo lo que me llenaba por completo de emoción. Me sentía como un niño en navidad, extasiado en la cantidad de oportunidades que se abrían ante mí. Ignoraba que gran mal había hecho para merecer algo así pero por Inari que bien se sentía. El guardián se mostró empecinado en tomarme por sorpresa, en denotar quien era el mejor en ese juego, y si que era bueno, pero el único que tenía toda su vida enredado en esos juegos era yo. No un miembro de la Corte. por lo que lo dejé ser a conveniencia. Pude sentir su tacto el cual hizo intercambiar una intensa corriente entre ambos, la sensación era algo embriagadora si debo ser sincero, sería su Poder atrayéndome a la fuente. Entrecerré los ojos como si hubiera caído al encanto disfrutando todo a cada segundo sin moverme, de hecho, no me lo permitían.

-Lo he notado, pero de momento tu eres el aura más misteriosa y poderosa que he encontrado. Dime ¿Cómo debo tomar eso?- la pregunta se iba desvaneciendo en un suspiro, como simulaba hacer con mi propia conciencia mientras nuestros cuerpos, nuestros labios se acercaban al punto de contacto. Resistirse era una tontería, y en muchos sentidos. ¿Perderme la oportunidad de hurgar más en el guardián? Ni en broma ¿Hacerlo enojar? Paso. ¿Hacerlo caer en mi juego? El momento perfecto. Mi mano que apenas tenía libertad de movimiento buscó el mechón de cabello original del otro Kitsune para atraparlo entre mis dedos. El blanco inmaculado. Me pregunté si llegaría el momento en que podría teñirlo de mi propio rojo. El fuego y la sangre son el símbolo de la absoluta perfección y como tal lo dejaría grabado en Lykaios si este me daba la oportunidad.

Su toque maestro y el beso a perfecta sincronía me hicieron perder el control levemente, haciendo que selle mis labios a los de él mientras mi mano en su cabello se aferraba con fuerza. Por último sus palabras me encendieron como una viva llama cuya única intención era consumir todo a su alrededor, incluyendo al guardián. Quería comer a Lykaios casi literalmente, bañarme en aquél Poder tan superior que dejaba en ridículo cualquier cosa que me hubiese enfrentado antes. Arrancaría mi ropa yo mismo si ese fuera un impedimento para tener más cerca todo aquello. Es verdad, es difícil contenerse cuando todos tus instintos te llueven a gritos el dejarse llevar, impregnarse en el aroma de la otra persona. Sin embargo, mi nombre es Liam Volt, y como tal soy la pesadilla kitsune en vida, el fuego infernal. No el lacayo de un guardián. Coloque ambas manos en su pecho como si él hubiese ganado, sólo para impulsarme hacia atrás dando una elegante voltereta que nos separó varios metros.

Mi semblante sonreía triunfal y lleno de excitación al intentar ver donde llevaba la situación. Dejé que mi camisa cayera al piso e indicaba a Lykaios que se acercara haciendo uso de mi dedo indice - Que empiece el juego-