Flor de Cristal ( Lykaios) +18

- Reichen, ¡ la cena esta servida !- Gritaba su madre. Ya no se sentía incómodo al llamarla madre. Reichen estaba en ese nuevo hogar. Los Warren.

Vincent y Reichen cenaban pollo con vegetales y puré de patatas. Ambos disfrutaban la cena tranquilos. Despues, su padre se unió a ellos. Ambos estaban charlando acerca de cómo les había ido en el día. Esa costumbre gustaba mucho todas las noches. Vincent hablaba acerca de la Universidad, y de cómo estaba progresando en su carrera. Reichen, por su parte, no hablaba mucho, pero escuchaba todo aquello que su familia decía. Se sentía cómodo cada vez mas.

Llegó la hora de dormir. Reichen pensaba en Aleksand. Despues de su situación con él, en su departamento, se sentía algo triste. No sabía si llamarle o no. Se cruzó de brazos, y tambien a la mente llegó el recuerdo de Elena. ¿ Donde estaba su amiga ahora? Solamente deseaba que estuviera bien. Jeremy quizá estaría ocupado dibujando o haciendo algo. Y despues llegó James a su mente, ese chico de quien alguna vez se sintió enamorado, atraído, o simplemente confundido. Siempre supo que sería especial para él. En esa noche estrellada, miró al cielo, y pensó en voz alta, en la ventana en su habitación.

- Madre naturaleza, si por lo menos me dejaras conocer el amor. No importa como venga, pero que sea amor. Ya me cansé de sentirme así. ¿ Podrías ayudarme un poco?- Le dijo hablandole a la luna, mientras sostenía la flor de cristal que su madre le había regalado en su momento. La dejó a un lado en una mesita, y se recargó en el marco de la ventana. Suspiró, y se fue a dormir.

"Ten cuidado con lo que deseas".

Reichen, a la mañana siguiente, salió a revisar algo al jardin. Cortaba unas flores de lavanda que crecían. Cuidadosamente las iba recogiendo. De repente, a lo lejos, enfrente de su casa, notó la presencia de un chico que iba caminando. Lo miró de pies a cabeza. Iba vestido moderno, un perfil bien construido, cabello cuidado, y de una belleza incomparable. El chico era realmente guapo. Cuando notó que se estaba dejando llevar por esa imagen del chico. Reaccionó, sintiéndose avergonzado.

Suspiró profundo. No lo conocía al chico, y al parecer era su vecino. Vio que entraba a la casa de enfrente. Rió a solas, pensando en lo que acababa de suceder.

Reichen sintió una extraña necesidad de ir a esa casa. Llevaba consigo las flores de lavanda. No estaba sucio, porque cortaba las flores con extremo cuidado. Entonces se fue directamente a la casa de ese hombre que había visto. Por una extraña curiosidad, deseo, no sabia como explicarlo, deseaba con todas sus fuerzas. Ese hombre era realmente guapo, perfecto, con un buen cuerpo. ¿ Qué le estaba pasando a Reichen en verdad?

Se acercó a la puerta, nervioso, feliz, alegre, ansioso, todo aquello le recorría por el cuerpo. Su casa era perfecta, aunque no era lujosa, era muy bonita. Tenía rosas rojas, perfectamente plantadas. Todo aquello parecía sacado de una pelicula de hadas y de duendes, de un jardin mágico. Entonces Reichen sonrió. Aun llevaba las flores en la mano. La lavanda olía bastante bien para ser plantada de manera casera.

Llamó a la puerta. Y esperaba a que le abrieran. Esperaba a que abriera ese hombre guapo que acababa de ver por fuera. ¿ Por qué queria darle flores de lavanda? ¿ Para qué darle flores a un vecino nuevo? ¿ De hombre a hombre?

- Hola, buenos días- Dijó despues de tocar la puerta. Esperó paciente.

¿ Qué era aquello en que se sentía envuelto Reichen? ¿ Qué estaba pasando con él? No entendía nada, simplemente tenía el deseo de contemplar su rostro, sus ojos claros, aquella mirada que lo hacía que sus rodillas se doblaran. ¿ Qué era entonces todo aquello? ¿ Acaso era un hechizo? Se dejó llevar y entró a la habitación. Le dio las flores al chico. No conocía su nombre aun,no le dio pena decir el suyo. Aunque de repente reaccionó. ¿ Cómo demonios había llegado aquí? Y de repente, notó que le habia dado las flores a su vecino. Los colores se le subieron al rostro, pero no había escapatoria. Estaba frente a ese chico que le había gustado.

- Hola, mucho gusto. Bienvenido al barrio, mi nombre es Reichen Morgan y vivo en casa de los Warren. -Sonrió manteniendo la compostura. Vio que el chico puso las flores en agua. Dios, era tan guapo, y tan sofisticado. Lamentó no haberse arreglado un poco mejor el cabello. Aun no entendía el por qué le regaló flores a su vecino, pero despues de un momento, ¿ Qué podría pasar? No tenía miedo de ninguna reacción, salvo que el vecino pensara que le estaba coqueteando.

- Espero que nuestro vecindario te agrade. Es muy tranquilo y hay gente muy agradable, y bueno, no sabía si te gustaban las flores de lavanda, pero son refrescantes de ambiente. Por cierto, ¿ Cual es tu nombre?... Llego aquí con flores y no pregunto como te llamas. - Dijo sonriente, hasta seguro, quería conocer a ese enigmático hombre guapo.

Vaya nombre, pensó Reichen, aunque su solo nombre no era muy común tampoco. Ser un hechicero en el vecincario no era nada divertido, pero ser un hechicero en casa de alguien que no sabía siquiera su especie, quizá tenia un toque de comedia, o de aventura. Lykaios le tomó su mano, y lo llevó hacia la cocina tomandole su mano. No quería despegarla, pero al mismo tiempo no sabía cómo debía actuar. Volteaba a todos lados, la cocina era muy limpia, ademas de ordenada. ¿ Por qué no conocía a ningún chico de ese calibre en la escuela? Hubiera sido divertido si un maestro fuera así de guapo como lo era su vecino.

Notó una cercanía a su vecino. Sentía una especie de electricidad cuando lo veía, una sensación que comenzaba a gustarle. Se sintió atraído a su rostro,cuando de repente, a un paso de rosarle sus labios con los suyos, sonó su teléfono movil. A manera de disculpa, le sonrió, y contestó. Era su madre, y le llamó porque había desaparecido de repente. Colgó y continuó su momento con su vecino.

- Vaya, tiene una casa linda. Y claro que me gustaría conocerla. Aunque esa es una oferta muy interesante, ¿ No teme que le vaya a robar algo de sus joyas o ropa suya?- Echó a reir un poco. Esperaba que tambien Lykaios lo hiciera- Bueno, es un chiste para romper un poco el hielo. Por supuesto que me encantaría conocer su casa. Es un placer conocer a los vecinos, y creo que literalmente me he metido hasta la cocina.

Lykaios lo llevó por toda la casa, le mostró unos jardines fascinantes, como de cuento. Todo estaba verdaderamente hermoso, creado para un beneficio propio posiblemente, para un bien común, o simplemente por amor a la naturaleza y al arte de conservar esos jardines tan magníficos, tan bien hechos, donde se respiraba un fuerte olor a naturaleza y a paz. Luego, bajaron a un sótano, donde habían unas rosas rojas, tan oscuras que se veían negras. Recordaba esas flores de un grimorio que leyó, y se trataban de Rosas Magia Negra. Eran bellas, pero peligrosas, y pocas personas las cultivaban. Tenían propiedades cosméticas, además que podía usarse como veneno, o también para pociones de amor, con magia negra. Tenía mil propiedades, pero se le hizo raro que su vecino se las mostrara. Eran de un uso especial.

Las cosas comenzaron a tornarse algo extrañas. Reichen no quería irse de esa casa, pero al mismo tiempo quería correr. No sabía qué poder estaba ejerciendo sobre él. Una criatura tan hermosa como lo era Lykaios tenia el poder sobre él, para hacer eso y más. Era algo hermoso pero peligroso a la vez. ¿ Qué había en ese hombre que lo había hecho también sentir algo que no esperaba sentir por un desconocido?

Entonces se tiró al suelo con Lykaios, y este lo besó apasionadamente. Reichen se quedó estupefacto, sobre el jardín de rosas magia negra. Le correspondió el beso, largo y tendido,romántico y apasionado. Un momento...¿estaba besando a su vecino? Segundo.. ese sentimiento y las imágenes que le llegaban a su cabeza...¿ Qué era eso que lo estaba besando? Sin duda, le llegaron a su mente imágenes poco nítidas. Pero lo dejó pasar. Aunque ya se había dado cuenta que ese hombre no era nada de este mundo, sino que era algo especial

Con sus manos suavemente lo retiró de su rostro, y le dedicó una sonrisa amplia.

- Señor Vecino, creo que es el beso más apasionado que me han dado, de hecho, es el primero que me han dado correspondido- Sonrió ampliamente- Pero...¿ Podríamos primero tener lo que todo ser humano o intento de humano hace?... -Sonrió sonrojado- No sé que siento por tí también, no sé de qué se trate esto, pero... hay algo que hace que no quiera apartarme de usted...

Las rosas despedían un aroma seductor. Lykaios había hecho que Reichen perdiera toda noción del tiempo. Sin embargo, Reichen también deseaba sentir algo de pasión, de amor a su vida, si a eso se le podía llamar amor, aunque sea amor instantáneo. Ambos eran criaturas sobrenaturales, y lograrían compaginar de una manera única. Sin embargo, Lykaios parecía llevar las cosas a prisa, y Reichen, aunque era una persona recatada, y que se respetaba a sí mismo, ya no estaba seguro de quien era en verdad. Ya toda su mente estaba completamente nublada. No tenía salida, así que tenía dos opciones: Dejarse llevar por la pasión, la lujuria y todo aquello que se pudiera hacer con Lykaios, o usar su inteligencia y domar a la bestia que estaba sediento de lo mismo que él. Aceptó el vino, y bebió un poco, aunque hizo una mueca de desagrado. A Reichen jamás le había gustado el sabor del vino.

- Lo siento mucho, pero creo que esto del vino no es lo mío- Sonrió un poco. Y después le dio un beso breve a Lykaios, quien estaba decidido a no soltarlo ni un segundo. Era demasiado fuerte, puso sentirlo pecho a pecho, y cuerpo a cuerpo un poco.

- No sé qué demonios me esté pasando contigo, pero...- Dijo algo nervioso- Todo esto es tan...repentino, tan maravilloso que no lo puedo creer. Sé que aún no te conozco, pero como ya te lo dije, algo me tiene aquí,y sí, ambos somos sobrenaturales, sólo que no sé qué eres exactamente.-Lo rodeó con sus manos en el cuello, quiso sentir un poco de su esencia, pero no lograba descifrar nada de lo que era,simplemente, ese hombre de belleza extrema no era un simple hombre, ni siquiera un simple vecino. Entonces Reichen pensó : ¿ Lo habré encontrado ahora sí?

Volvió a sentir su corazón latir mucho más. Y se dejó perder en sus ojos, y le acarició el rostro, quería sentirlo aun más. Fuera lo que fuere, esa era su oportunidad para amar.

Nunca le habían explicado de qué se trataba esto. Nunca supo a qué se debía todo este ensayo de amor, locura, lujuria. Nadie le había dicho qué era lo que se hacía en este tipo de cosas, pero lo único que sabía era que se estaba dejando llevar. Reichen era muy frágil, aunque tuviera poderes, pero no por eso no sabía defenderse, pero su cuerpo desnudo, frente al de Lykaios, era un simple hilo para jugar con él. No había escapatoria, pero de repente, no podía dejar de besarlo, y acariciarlo, sus besos eran como una droga, como un licor de esos que eran dulces y deliciosos al paladar.

"Un momento"... Reichen reaccionó, y alejó a Lykaios un momento. Respiraba agitadamente, y lo miró a los ojos. Sentía la piel caliente, el roce del cuerpo con el de Lykaios lo hacía estremecerse, pero reaccionó, por un ataque de conciencia pura. Lo miró un momento, y por más ganas que tuviera de hacerlo, de dejarse llevar por sus instintos, por el deseo, quería parar.

- Lykaios... creo que debemos detenernos un poco. Sabes...es mi...- Lo miró con cara de vergüenza, pero estaba decidido a no dejarlo ir, pero tampoco a renunciar a algo que no deseaba todavía perder- Lykaios, me está gustando mucho todo esto, y sinceramente, no sé que me pasa contigo, pero...es mi primera vez, y sinceramente, apenas te acabo de conocer...no sé si esto es una buena idea. Pero estoy sumamente dudando de mí, y aunque estoy interesado en tí,.. debemos detenernos...- Dijo con algo de dolor en su rostro- ¿ Podríamos ir no tan a prisa?

Se quedó contemplando un momento a los ojos de Lykaios. Deseaba ese momento, pero no de esa manera, no así de la manera salvaje y pasional de ese hombre que le robaba el corazón sin saber por qué. Notó un atisbo de decepción en Lykaios, pero no le dio importancia. Volteó hacia un lado, buscando su ropa, pero era inutil. No se quitaba de encima. Era su primera vez, era el momento del "todo o nada". Decirle que no quizá había arruinado ese extraño comienzo entre los dos, quería irse, o quedarse, en ese momento no era dueño de sí mismo. No quedaba otra opción mas que seguirle el juego un momento. Era un desconocido aun, y ya estaban ambos desnudos.

- Pues, no lo sé... sé que debo disfrutar todo, y que debo dejarme llevar, pero... no lo quiero así. Posiblemente te estaré aburriendo, o no lo sé, en ese caso no sé qué estoy haciendo aquí entonces. Es mi primera vez, no lo deseaba así. Además, aparte te conozco de apenas hace unos minutos, y yo... sinceramente no quisiera hacerlo así.- dejó ver en su rostro algo de tristeza y preocupación, pero sus valores y principios iban mas allá de cualquier placer. Deseaba su cuerpo, ese torso desnudo, esas piernas bien formadas, sus labios, absolutamente todo de él, pero no ahora.

-Entonces... si no hay más que decir, debería irme entonces.- Lo miró a los ojos, contemplandolos una vez mas.