La noche es oscura y alberga horrores... casi casi {Pierre}

Si alguien me preguntara o mejor dicho, propusiera hacer un pequeño viajecito un viernes por la noche, a medianoche, al instituto, ¿qué pensáis que podría decir un adolescente cualquiera de diecisiete años? Sí, obviamente. Y yo no podía ser menos. El problema era, desgraciadamente, que aquel grupito de jugadores de rugby que se creen muy guays no me ofrecieron ninguna posibilidad. Además de que no era medianoche. Casi, casi, pero no. Creía que las novatadas eran en la universidad, no en el instituto. Y además en pleno verano, con el instituto cerrado a cal y canto. No sé como, parece que me convertí en el blanco de bromas pesadas de algunos adolescentes problemáticos del pueblo. Porque supongo que eran eso; adolescentes problemáticos-jugadores de rugby. Eso si que es problemático. El caso es, que mientras estaba sacando la basura en pijama -que consistía en una camisa blanca de tirantes y un pantalón de deporte de color azul marino, con unas zapatillas negras- alguien me cogió por detrás y me colocaron una bolsa en la cabeza. Por lo demás, nada del otro mundo. Confusión, empujones y finalmente, un mordisco. Sí, un mordisco. En la muñeca, para ser concretos. Aparte del terror que pudiera sentir cualquiera pero que yo no sentí... ¿quiénes se creían que eran? ¿Vampiros? Los vampiros no existen. Pero los colmillos que pude sentir, parecieron muy reales. A menos que fueran... cuchillos, o algo por el estilo.

Desperté, y nada más hacerlo levantando la cabeza, me llevé un golpe que resonó un poco. Me lleve las manos a la cabeza, quejándome. Sabía donde estaba. En el instituto. Las taquillas eran inconfundibles, y las rendijas que habían frente a mi también. Estaba encerrado en una taquilla del instituto. Podía ver algo de luz fuera, pero nada más. Tampoco ningún sonido — ¿Hola? Sí, Roth, llama a algún bromista a ver si quiere abrirte... estúpido — me dije a mi mismo en voz alta. La solución se me presentó apenas en un instante. Mi magia. "Concéntrate", oigo en mi cabeza. Y me concentro en una sensación embriagadora en el pecho. "Explota", oigo en mi cabeza. Y lo hago... no literalmente, claro. La taquilla en la que estoy es inundada por una luz dorada agradable que sale de mi, y golpeo una única vez la puerta de la taquilla con ambos puños, al unísono. La taquilla sale despedida, y no me molesto en quedarme a pensar si salir o no. Iba a salir, pero prácticamente, de forma inmediata, puedo escuchar un golpe seco... ¡he golpeado a alguien! Me acerco al cuerpo bajo la puerta de la taquilla, en mitad del pasillo -que a lo lejos hay una puerta abierta por la que sale luz- y retiro la puerta, disculpándome — Oh, cuanto lo siento, lo siento. No pretendía... amnh. Las visagras de la taquilla estaban flojas — ni siquiera sé si una taquilla tiene visagras. Y no se me ocurrió pensar que aquel tipo podría ser uno de... los bromistas, por así llamarlos.