Un pequeño incidente {Valerie Swan}

Aquella mañana había sido un día de locos para Eric. Como cada día se había levantado y había salido al campo a recoger un poco de leña por si esa noche el frío decidía a parecer; aunque tenía ya algunos montones de leña apiñados junto a la chimenea, su padre le había enseñado que era mejor que sobraran a que le hicieran falta. Aunque no quisiera, el joven tenía muy presente a su padre en sus pensamientos; a su madre no la había llegado a conocer por lo que no la echaba tanto de menos como a él. Se había distraído demasiado pensando en su padre y en lo que podía haber hecho para salvarle, que había terminado cortándose con el hacha. Por eso estaba ahora allí, en la sala de espera del hospital más cercano. Una enfermera, una algo joven, le había dado una gasa cuando había llegado para que se taponara la herida y así no perder mucha sangre, pero el color rojo estaba comenzando a teñir la tela blanca. No llevaba esperando mucho tiempo y no es que tuviera prisa, pues apenas le dolía el corte, solo le escocia un poco. Eric miro a su alrededor, con las dos manos enlazadas procurando que la gasa no se moviera de su sitio.

No le había gustado nada como se le había quedado mirando una joven rubia, que acababa de entrar en el hospital. Sin saber porque todo en su interior le había gritado que no era muy conveniente para él acercarse a la joven; y mucho más cuando esta se le había quedado mirando fijamente hacía la mano que tenía ensangrentada. Eric apenas pudo reaccionar a la velocidad vampira que lo arrastro hacia un callejón en un abrir y cerrar de ojos. ¿Que estaba pasando y donde narices estaban?
La vista de los edificios que los rodeaba le dio una leve idea al joven de donde estaban, pero apenas pudo pensar en eso cuando los colmillos de la joven el atravesaron el cuello. Eric comenzó a sentirse débil y mareado por la perdida de la sangre, necesitaba calmar a la chica poder ganar unos minutos para recuperarse y huir. -No quiero.- Aunque le costaba hablar se opuso ante la idea de ir con ella al bosque. Necesita un poco de tiempo y la gente que pasaba por la calle le iba a proporcionar ese tiempo. -No voy a ir al bosque contigo.- No se había percatado de que aun apretaba la gasa de su mano intentando contener la sangre dentro de su cuerpo, mientras que por su cuello comenzaba a formarse un río de sangre.

Me siento rara, y no tiene que ver con este cuerpo que no es mío. O bueno, podría decirse que es mío porque es como sería yo si fuera hombre, que lo soy. Genial, vuelvo a hacerme un cacao mental. ¿Para qué necesitas gente o un vampiro que te manipule la mente cuando tú misma puedes confundirte sin la intervención de nadie más que tu propia mente? Pues ese es mi caso, un día me volveré loca por completo, porque loca a secas ya estoy, o al menos eso parece. Desde aquella mala experiencia en el instituto hace tiempo, las cosas han empeorado, luego murieron mis padres y me sentí peor. Y ahora estoy... bien, mi vida es una soberana basura y si en algún momento de locura he pensado en acabar con ella siempre hay algo que me ha detenido. O más bien alguien. Y ese alguien es mi abuela. Sería sumamente egoísta si renunciara a mi sufrimiento y le diera uno nuevo a Rosemary, ella no se merece algo así.

Camino por la calle enfundada en mi nuevo chándal, con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta. Es un chándal gris y marrón, tiene capucha. Tengo un aire sombrío en el rostro, no me encuentro bien, estoy algo angustiada. Voy por la orilla de la carretera para que no se me eche ningún coche encima en las zonas en las que no hay acera. Estoy algo distraída ―aunque no debería―, pero aún así oigo a alguien hablando, y su voz me suena. ¿Eric? Me huelo a problemas. Sigo la voz con lentitud, están en el bosque. No puedo entrar ahí, y menos teniendo en cuenta que puedo pisar en falso y, en ese caso, me oirán. En fin, a la aventura, no hay que ser cobarde siempre, además, tengo mi colgante de verbena, escondido debajo de la ropa para que no se vea, por supuesto.

Cuando veo, desde detrás de un árbol, lo que ocurre, que me quedo paralizada. El cuello de Eric ―porque he acertado, es él― chorrea sangre desde dos orificios. Y su atacante es... me llevo una mano al cuello, ahí sólo quedan vestigios de sus colmillos. Esa maldita... zorra... me las va a pagar caro, se va a enterar. Cuando me doy cuenta ya estoy cogiendo una rama gruesa y grande, la miro y luego observo a la tipa esa que tiene agarrado a Eric. No sé por qué estoy tan enfadada, yo no soy vengativa, y habría defendido o intentado ayudar a su víctima en cualquier caso, pero no habría estado enfadada sino asustada. ¿Entonces...? Bah, eso da igual. Me acerco rápido, corriendo, porque aunque camine me va a oír, mejor darse prisa. Y, como no estoy muy lejos, logro enterrarle la rama por la espalda, en la zona lumbar. Eso no la va a matar pero posiblemente la cabree. Agarro a Eric por la muñeca y echo a correr tirando de él.

―¡Corre! ―y vuelvo a gritar, una vez más estando con Eric.

El joven sintió que todo ocurría demasiado rápido para creer que todo fuera cierto. Sabía que al negarle eso la vampira se iba a cabrear, pero también había esperado tener el tiempo suficiente como para poder salir de allí con alguna gota de sangre en su cuerpo, pero todo le parecía perdido hasta... ¿Joe? El chico que había conocido en el bosque no hacía mucho lo había salvado, y aunque quería darle las gracias, sentía que todo lo que tenia a su alrededor le superaba. Sin poder hacer nada, prácticamente se concentro en huir con él de su perdición, aunque esta parecía que no le iba a dejar ir tan fácilmente como esperaba. Los sucesos llegaban a su cerebro con retraso mientras corrían: Como la chica se había cernido sobre él esperando dejarlo seco, como Joe lo había evitado clavando una rama en la espalda del vampiro,... Las escenas se repetían una y otra vez en su mente, sin que él le diera todavía sentido.
Podía sentir como los seguía de cerca, esperando la ansiada cazada y el sabor de la sangre. El chico se estremeció. Cuando el demonio se paro delante de ellos, Eric intento salvar al joven, poniéndose ante este pero termino tirado por el suelo. Quería protegerlo, pero ¿como? Eric forcejeo con ella mientras tenía los dientes clavados en el cuello de su amigo, pero no era ni mucho más fuerte.
Cuando por fin se creían libres, el hipnotismo que ella había utilizado penetro en el cerebro de Eric; ya que no poseía nada que contuviera verbena o cualquier otro amuleto.

Ahogo un grito cuando se nos pone delante. Debí imaginarme esto. Me resulta sorprendente que no me haya salido ningún grito, pero bueno, será porque mi voz ahora es más grave y cuesta más que salga un chillido. ¡¿Pero qué hago pensando en esto?! ¡Una vampira a la que le tengo muchas ganas nos ha alcanzado! No puedo evitar temblar con sus palabras, le tengo rabia y la odio pero eso no quita que me dé miedo porque es más fuerte y rápida que yo. Creo que, aunque sea una tontería, al menos tengo la ventaja de que ella no sabe que me conoce y tampoco sabe que tengo verbena, así que... trataré de apañármelas con eso. Mierda, me está mirando. Ha tirado a Eric al suelo y yo he fruncido el ceño, no quiero que le haga daño. Porque en realidad soy buena persona, no es por otra cosa...

La loca esta se ha acercado a mí y, para cuando me doy cuenta, ya no puedo retroceder, porque me agarra del cuello. Suelto un sonoro quejido cuando me muerde. La muy... ¡Me ha reabierto la herida! Mierda, menos mal que no se ha bebido la mitad de mi sangre, porque entonces no podría tener fuerzas para enfrentarme a ella. Nos mira fijamente. Maldita z... Por supuesto que nos mordiste, animal, ¡Eres una perra! Recuerdo esto, recuerdo que usó algún tipo de hipnotismo conmigo cuando la conocí. Entonces estaba más asustada, pero ahora la conozco, conozco sus trucos y lo... lo zorra que puede ser. Finjo que estoy bajo su control, alegrándome por tener verbena, pero sintiéndome muy mal y preocupada porque Eric no parece tenerla... seguro que ni siquiera sabe que eso sirve para protegerse del control mental de los vampiros. Tendré que ser yo quien le proteja esta vez... aunque no tenga idea de cómo, pero al menos ella no sabe que yo no estoy bajo su control. Lo que temo es lo que pueda obligarle a hacer a Eric.

Sus estancias en Mystic Falls siempre habían sido entretenidas, no es que ahora no lo fueran pero que Elena estuviera allí no era más que un estorbo, pues no podía salir cuando le diera la gana, por miedo a encontrarse con su doble en mitad del pueblo y que la gente enloqueciese. Aun así, siempre se las apañaba para salir a dar una vuelta y, mientras Elena se paseaba de día, la noche era de Katherine. Aquello no le importaba, pues Kath disfrutaba más con la noche que con el día, pero no le importaría poder salir cuando quisiera, pues para algo tenía su brazalete, que la permitía caminar bajo la luz del sol, algo de lo que pocos vampiros eran capaces.

Aquel día en concreto, Katherine se había aburrido de estar en su habitación de hotel y había optado por ir al bosque, lugar al que su doble no acudía demasiado, ni su doble ni el resto de los habitantes del pueblo. No había ido allí a cazar, pues claramente Kath no se alimentaba de animales como hacían algunos vampiros, además de que ya se había alimentado nada más salir del hotel; se había alimentado y había tomado su ración diaria de verbena. Ella era una de las pocas vampiresas, por no decir la única, que tomaba aquello que tanto daño les hacía por lo menos una vez al día. ¿Su propósito? Volverse inmune a esa maldita planta y evitar que los originales puedan controlarla. Aunque eso es algo que solo Damon y Stefan saben sobre ella, y que Kath espera que no hayan divulgado por ahí.

Al rato, tras estar allí igual de aburrida que en el hotel, olió a sangre fresca, y más tarde percibió a dos humanos y a un híbrido, o mejor dicho, una híbrida, a la que conocía muy bien. No tardó en aparecer donde ellos estaban, se apoyó en un árbol de brazos cruzados y sonrió. - ¿Te montas una fiesta privada y no me avisas, Val? Pensaba que eramos amigas... - comentó mientras se apartaba del árbol y se acercaba a ellos. Los dos humanos estaban sangrando, la sangre de ambos olía de maravilla, además, no quedaba de más decir que los dos chicos eran bastante monos.

off. siento que sea tan caqui, es que ando poco inspirada.