{#}Mi peor reflejo.{Katherine Pierce}

Había decidido saltarme las clases, no tenía ganas de asistir al instituto y fingir que mi vida era normal como antes, jamás iba a volver a esa vida, que a pesar de estar llena de problemas y vampiros, yo era una humana, y ahora ya no. Al ser miércoles y en horas de clase, no había nadie por la plaza. En el suelo había una lata de un refresco y le di una patada.

No me gustaba para nada esta vida, ahora ya no tenía que preocuparme por ser la doble Petrova, ahora ya no era humana, no tendría problema alguno, pero yo consideraba que el problema era yo. Escuché un sonido de pasos y levanté la mirada del suelo, y como si hubieran colocado un espejo ante mí, me encontré con Katherine, una de las personas que menos me apetecía ver.

Estaba segura de que nuestro encuentro no era para nada casual. La miré a los ojos, dispuesta a saber qué es lo que ella quería. -Katherine... ¿no habías partido ya de Mystic Falls?-le dije sin sentimiento alguno en mi tono de voz.

Tras disfrutar de una agradable temporada en Chicago, Katherine había decidido irse una temporada a Europa, puede que incluso regresase durante un tiempo al pueblo que la vio crecer, pero hubo algo que la hizo cambiar de idea, un presentimiento, por lo que decidió pasar por Mystic Falls. Antes de irse de Mystic Falls, había dejado a un par de humanos "programados" para estar al tanto de lo que pasara con Elena, Stefan, Damon, Klaus... Por eso en cuanto volvió a Mystic Falls, fue derecha a enterarse de los últimos acontecimientos, pero cuando le contaron lo que había pasado, no pudo creerselo, así que decidió comprobarlo por si misma.

Buscó a su querida doble por todo Mystic Falls, claramente, lo primero que hizo fue pasarse por el instituto, pues siendo un día entre semana Elena se encontraría allí; por desgracia, se equivocaba, algo que acentuaba lo escuchado, y eso a Katherine no le gustaba nada. No es que odiase a su doble, pero tampoco la apreciaba demasiado. Sabía que ella tampoco tenía la culpa de lo sucedido y, al igual que la vampiresa, había sido victima de una especie de maldición, que comenzó con Tatia Petrova que, en opinión de Katherine, podría haberse ahorrado el sacrificarse para encerrar la parte de hombre lobo de Klaus y haber dejado a sus descendientes vivir en paz. Pero no, tenía que hacerse la heroína y realizar el maldito ritual.

Tras comprobar que no estaba ni en el instituto, ni en su casa, ni en casa de los Salvatore, un lugar que frecuentaba con normalidad, se dedicó a buscarla por el pueblo. Al final, la encontró en la plaza del pueblo, mirando al suelo. En cuanto Katherine llegó, su doble alzó la mirada, no muy contenta de verla allí. -Bueno, estuve una temporada en Chicago, pero algo me hizo posponer mi gran viaje por Europa. - dijo torciendo su peculiar media sonrisa. Se puso al lado de Elena y la agarró del brazo, como si fueran amigas, y se acercó a su oído, aunque estaba segura de que eso ya no hacía falta para que la joven Gilbert escuchara el más mínimo sonido. -¿Que te parece si vamos a hablar a un sitio más... privado? - dijo comenzando a andar antes de que Elena pudiera siquiera protestar, al fin y al cabo, Katherine siempre sería más fuerte que Elena. -Así que es cierto, ¿eh? - Katherine quería oírselo decir, aunque con solo verla había podido corroborar la información que le habían dado. Quería saber las intenciones de su doble ahora que ya no era humana. Ya se lo había dicho Damon la vez que Katherine había intentado matarla y resultó que Elena tenía sangre de vampiro corriendo por sus venas; Katherine podía soportar a Elena de humana, pues al fin y al cabo moriría tarde o temprano, pero ahora tendría que competir por el amor de Stefan para siempre, y para siempre era mucho tiempo.

Vaya que lástima ya no iba a irse por Europa, y sabía perfectamente el motivo, mi nuevo cambio, y estaba segura que una parte de ella estaría completamente furiosa, furiosa por no poder perderme di vista... al menos por el momento. Me cogió del brazo como si fuésemos las mejores amigas de toda la vida, un gesto particularmente extraño en ella y que no me gustaba para nada.

Escuché decirle que mejor sería que fuésemos a un lugar privado, y ha decir verdad, no podía estar más de acuerdo, no estaría bien que alguien viese a dos Elenas cogidas de la mano paseando tranquilamente por en medio del pueblo. Asentí con la cabeza. -¿Por qué no? venga tengamos una charla "de amigas".-dije esas dos últimas palabras con un gran toque de ironía.

Odiaba esa sonrisa que ponía y tan prepotente, odiaba el ser su estúpida doble Petrova, no me gustaba estar emparentada con ella en absoluto. -¿Por qué preguntar lo obvio? sabes que ambas sabemos la respuesta a esa pregunta, te has perdido muchas cosas por no estar aquí la verdad... como la muerte de tu buen amigo Klaus.-dije sonriendo yo ésta vez, pues estaba segura de que eso no se lo esperaba.

Comenzó a caminar del brazo de Elena, dirigiéndola hacía una calle estrecha que había entre las fachadas de dos de los edificios que rodeaban la plaza, aunque habría sido divertido ver la reacción de la gente del pueblo al ver a dos Elenas en medio de la plaza, por desgracia, aquello también perjudicaría a Katherine, por lo que no la convenía demasiado. Ahora que lo pensaba, esa era la segunda conversación real que tenía con Elena, pues las demás veces siempre habían hablado con los hermanos Salvatore como mediadores. La otra vez que hablaron, Katherine le había contado su historia, le había desvelado su vida como mortal, algo que muy pocas personas sabían; ahora, Elena iba a contarle su paso a ser inmortal. Era como si solo hablasen para sacarse los trapos sucios, aunque, en el caso de Katherine, solo acudía a Elena cuando necesitaba algo que nadie más podía proporcionarle.

Escuchó lo que decía Elena, y, claramente, no se le escapó el toque irónico que la chica había puesto en sus dos últimas palabras; estaba claro que nunca serían nada parecido a amigas, aunque aquello no era algo que apenara para nada a la vampiresa. -Lo dices como si fuera malo que hablaramos... - dijo negando levemente con la cabeza. Sí, vale, cuando Katherine Pierce estaba cerca nada bueno podía suceder, pero no era tan mala todo el tiempo, y puede que fuera una zorra egoísta, pero su humanidad también aparecía de vez en cuando; aunque no en ese momento.

-¿Y como pasó? Pensé que tenías guardaespaldas 24 horas... - dijo sorprendida al comprobar que los Salvatore y todos los amigos de su doble habían fallado a la hora de mantenerla humana. Cuando escuchó lo último que dijo Elena, la sorpresa inundó su rostro, pero no por demasiado tiempo, ¿por qué habría de creerla? Podía ser una táctica para que Katherine se relajara, al fin y al cabo, la muerte de Klaus significaría que ella era libre, que por fin podía dejar de huir. -¿Y por qué debería creerme que Klaus está muerto? - dijo mirándola de manera acusadora. Los Salvatore ya habían intentado matarla, y si ella se llegaba a convencer de que Klaus estaba muerto, a éste se le haría más fácil hacerse con ella.

De verdad que esta vampira podía sacar lo peor de mí, le dirigí una mirada escéptica pues sabía muy bien a qué había venido Katherine, solo venía para enterarse de las novedades de mi alrededor, claro como yo sabía lo que a ella le había pasado, sería lo justo contarle lo pasado a mí.
En fin, esta chica de verdad que parecía ser muy cotilla.

-Mira si parecemos las mejores amigas del mundo.-dije con un tono de ironía en mi voz. La miré seria. -Verás mi amigo Matt quiso sacarme del pueblo por mi propio bien, para no resultar ser dañada, pero lo que no sabía es que iba a aparecer una de las originales, Rebekah fue quien causó el accidente.-le expliqué mientras miraba mis pies al caminar.

Cogí un poco de aire para hacer una pausa, pues me dolía pensar en ello me traía muy malos recuerdos lo que más me había dolido en toda la vida. -En fin, caímos en el lago y bueno te imaginas, Stefan vino para salvarme pero yo le obligué a salvar a Matt, y bueno yo me ahogué.-dije mientras apretaba el puño, no me gustaba nada en absoluto.-Desperté en la morgue, y nos explicó la doctora Fell que el golpe en la cabeza había sido algo muy peligroso por lo que metió en mi organismo sangre de vampiro. Morí con sangre de vampiro y completé la transición.-le dije a Katherine.

-Yo al contrario de ti Katherine, no me gusta usar ni jugar con aquellos a los que quiero, eso es lo que nos haca a ambas tan diferentes, tú solo usas a la gente que te quiere la verdad por eso resulta que eres una vampiro solitaria.-dije con un tono mordaz.

Estaba claro que Katherine quería enterarse de lo ocurrido de primera mano, ¿que otra cosa podría querer de su doble? No es que se llevaran bien que digamos, y en más de una ocasión, ella había sido la razón por la que habían intentado matarla, algo que le quitaba puntos a Elena. Podía parecer una cotilla, pero no era tan simple como eso, en el mundo de los vampiros, había que controlar todos y cada uno de los movimientos de los demás si querías seguir vivo, al fin y al cabo, la información era la base para poder escabullirte, o evitar que te mataran, pues si sabías algo que podía interesar a aquel que trataba de matarte, ganabas tiempo. Aunque claro, Elena era nueva en todo aquello, pero ya aprendería, si era lo suficientemente lista.

Escuchó atentamente el relato de su doble, mientras seguían caminando en dirección al callejón, Barbie Klaus, como no, pensó Katherine para sí. Sabía que Rebekah había estado muy resentida con todo esto, al fin y al cabo, era la que peor había sobrellevado siempre el llevar aquella vida. Katherine no había tenido todavía el placer de conocerla en persona, pero la había estado observando en 1920, mientras seguía a Stefan y a Klaus. Al notar como Elena cogía aire, Katherine pensó que aquello era algo que, aunque ningún vampiro necesitara, lo hacía; era como un recuerdo de que alguna vez habían sido humanos. -¡Que noble por tu parte Elena! Pero Stefan debes estar destrozado...- - dijo justo cuando Elena le contó que le había pedido a Stefan que salvara a Matt en vez de a ella. Cuando terminó su relato, Katherine sonrió de medio lado. -Quieres ser tan distinta a mi que no te das cuenta de que nos parecemos en bastantes más cosas que en el físico. Tú nunca quisiste ser vampiro, pero has completado la transición cuando podías no haberlo hecho. - le replicó en un tono que denotaba algo de acusación. Estaban empeñados en que Katherine era la mala malísima, que se convirtió en vampiro por su gran egoísmo y solo pensaba en si misma. Pero en el momento en el que se convirtió en vampiro no era más que una muchacha asustada que amaba demasiado la vida como para que un híbrido loco se la arrebatara, por lo que hizo aquello que creyó mejor para salvar la vida, sin sospechar que su familia pagaría su decisión; de haberlo sabido, su elección habría sido completamente diferente. -¡Oh claro! Por que tú eres un angelito, ¿no? Que sepas que si comparas tu historia con los Salvatore con la mía, no encontrarás ninguna diferencia. Yo les quería, les quería de verdad, pero cosas más importante estaban en juego Elena. - dijo seria, por supuesto que había estado enamorada de los hermanos Salvatore, pero en aquel momento, necesitaba huir para salvar su vida, y la de ellos, aunque claro, no la creerían si lo dijera en voz alta, por lo que no se molestaría siquiera en decirlo.

Escuché el largo discurso de Katherine, en mi cabeza corrían sus palabras y eran tan dañinas como el fuego y también igual de destructibles. La verdad es que sabía demasiado de mí, más de lo que sabía yo misma y eso no me gustaba nada en absoluto ciertamente.

-No somos tan iguales, yo no soy tan egoísta y si no he muerto es por no dejar a mi hermano solo pues no podría ni querría hacerlo, no ahora que apenas le queda nadie, nadie...-le dije mientras me soltaba de su brazo.

Pronto mis pensamientos giraban entorno a un Salvatore, al que de verdad quería más que al otro. -No soy como tú, no ya, pues no deseo estar con ninguno de los dos puesto que yo no quiero hacerles daño a ninguno y tú les hiciste a ambos, pues no eran más que meros juguetes en tus sucias manos Katherine...-hice una pausa pues me estaba sincerando demasiado con ella. -Piensa y te darás cuenta que no somos tan iguales querida...-el querida lo dije petulante y sonriente.

Elena la mártir, así deberían de apodarla, o eso pensaba Katherine. Se creía una buena persona, y tal vez lo era, pero la humanidad que poseía, que realmente la mayoría poseían, tomaba el control más a menudo de lo que ella quería creer. Al fin y al cabo, los humanos son egoístas, manipuladores y mentirosos, incluso la persona más buenas habían actuado con egoísmo alguna vez en su vida. ¿Por que todo el mundo se empeñaba en que no era egoísta? Claro que lo eran, todos lo eran; y solo por que Katherine lo admitía ya era el ser más egoísta del planeta. Tenía suerte de que no le importara lo que pensaran o dijeran de ella, pues si no estaría completamente hecha polvo. La respuesta de su doble le sorprendió tan poco que podría haberla formulado ella misma imitando a su doble, ¿como podía ser tan predecible? -Puedes disfrazarlo de lo que quieras Elena, pero siempre te aferrarás a la vida. ¿O acaso pretendes suicidarte una vez tu hermano haya muerto de viejo? Siempre encontrarás una nueva razón para vivir, pero en el fondo, todo es egoísmo. Lo haces por ti, por que no quieres morir, y no intentes venderme lo contrario. - dijo seria, si lo hacía ella era egoísmo, pero si lo hacía Elena, una muestra de valentía, ¡ya claro, y que más!

Elena se soltó de su brazo, y Katherine posó el brazo que su doble acababa de liberar en su cadera. -Piensa lo que quieras Elena, de verdad. ¿Les usé para divertirme? Sí, eran humanos, ilusos, fáciles de engañar. Puede que cada una juguemos a nuestra manera con ellos, pero tú también lo haces. Yo al final elegí, pero para cuando lo hice las cosas se habían complicado. Tú sigues mareándolos, haciéndoles daño; tienes que dejarles ir, a uno por lo menos. Pero eres egoísta, como yo, y no piensas hacerlo, ¿me equivoco? - dijera Elena lo que dijera, eran iguales; puede que Katherine fuera algo más cruel y todo eso, pero había tenido que aprender a serlo para sobrevivir; solo los fuertes sobreviven.

Escuchaba las palabras envenenadas que salían de su boca, ella decía que había sido mi egoísmo el que me había guiado a completar la transición, puede que sí o que no en un futuro, pero en el momento, yo lo había hecho por Jeremy, cuando él muera, lo más seguro es que yo también lo haga. Miré a Katherine a los ojos. Estaba segura de mí misma, y ella no iba a hacer que mi opinión cambiase o que yo me sintiese peor.

Luego comentó lo de los Salvatore, que si yo hacía como ella que yo quería estar con los dos, pero no, era muy diferente, lo que pasaba es que no me atrevía a perder a uno por elegir al otro, y no quería que después de la relación a la que han llegado, se fastidiase por mi culpa, eso sí que no lo iba a permitir, es por eso que yo prefería no elegir a ninguno, o aplazarlo por el momento.

-Katherine, soy muy diferente a ti, créeme, yo no maté a dos personas convirtiéndolas en vampiros, yo no les obligué a pelearse entre ellos para divertirte tú, yo no he hecho nada de eso, es preferible no escoger antes a ninguno, es eso lo que nos diferencia, jamás seré como tú.-dije mientras la miraba a los ojos con una sonrisa triste dibujada en mi rostro.

Bla, bla, bla. Eso era lo que escuchaba la Petrova, su doble se repetía demasiado, siempre la misma canción. No quería darse cuenta de la verdad, pero Katherine no iba a desperdiciar su tiempo tratando de abrirle los ojos, pues no serviría para nada, además, a ella no le importaba realmente lo que sucediera en la vida de su doble. El problema es que la vida de su doble incluía a sus dos hermanos favoritos, por lo que tenía que estar siempre pendiente. Al contrario de lo que Elena dijera o pensase, Katherine había estado en la misma situación que la pequeña Gilbert, enamorada de ambos, dejándose llevar un poco por los dos, tanteando terreno; pero o les dejas ir a los dos, o te decides por uno, lo que no puedes hacer es no elegir y dejarles en ascuas tanto tiempo, ya que no les dejas avanzar.

Bla, bla, bla. Katherine ya había tenido suficiente regañina por el momento, ¿como podía resultar tan pedante? Puso los ojos en blanco y sostuvo su mirada, su doble sonrió tristemente, algo que Katherine ignoró, pues la vida de Elena en aquellos momentos no era lo que se decía, la más feliz del mundo, por lo que ese gesto era normal. -Bueno pequeña, esta conversación no va a llevarnos a ningún lado, y yo ya tengo lo que había venido a buscar. - dijo de una forma relajada, y con un tono que denotaba despedida. - Ya nos veremos otro día, puede que incluso otro siglo. Ahora tienes toda la eternidad. - aquello último lo dijo tratando de picarla un poco. No sabía si habría algo más que podría sonsacarle, por lo pronto, hizo el amago de irse, aunque no esperaba que Elena la detuviera, es más, estaría encantada de que se marchara por fin.