Hoy me iré de casa

Reichen ahora tenía un nuevo aspecto, con el cual aún no se lograba familiarizar. Pensaba que con el tiempo podía hacerlo, pero desafortunadamente no podía hacer más, ya que el hechizo se estaba debilitando cada vez más. De repente, su familia no lo reconoció una noche, y fue echado a patadas de su casa, sin nada. Pudo recuperar solamente su relicario que obtuvo del hechizo del poder de tres con sus hermanos, su Libro de las Sombras y sus cuadernos. No podía hacer nada más. Entonces miró a todos lados, parecía que no había lugar a donde podía irse. Comenzó a llover, y Reichen tenía frío. Comenzó a tiritar por el clima que había en Mystic Falls. Caminó demasiado, siendo las 11:25 de la noche, con vientos y agua agitándose fuerte.

Sus cabellos largos volaban, y él sólo caminaba rodeándose con sus brazos para cubrirse, y cubrir su libro. Se acercó a las orillas del bosque, donde recordó que en esa zona habitaba James, con quien por el momento tenía una relación algo agria, por la última vez que se habían visto, cuando estaba en la fiesta de bienvenida.

Caminó por un sendero, y parecía que ahí estaba más fuerte el viento. Tenía hambre y sueño. Ahora no tenía familia, no tenía nada. Parecía que su destino era el estar solo, y vivir solamente para la magia. Jamás tendría de nuevo una madre y un padre, ni siquiera hermanos. Jamás volvería a ser normal. Resignado, se dispuso a llegar a la casa de James, con las lágrimas corriendo por sus mejillas, disfrazadas bajo el agua de la lluvia.

Tocó dos veces el timbre, esperando a que alguien abriera. Esperaba que James pudiera responderle.

" Hermano, por favor, déjame entrar "... pensaba para sí mismo.

La mansión Cromwell había regresado a su habitual calma desde que la maldición del lobo fuera destruida y, con ella, los poderes oscuros de James hubieran desaparecido. Parecía que no había tenido paz durante mucho tiempo y por tal razón disfrutaba tanto de su lectura, con uno de sus libros de la biblioteca, en el alfeizar de la ventana de su habitación, con las ventanas corridas observando la tormenta caer. La chimenea estaba encendida e inundaba la habitación de calor. Continuó con su libro durante un buen rato, hasta que algo lo hizo sobresaltarse y observó por la ventana una figura que el pareció desconocida, pero que al mismo tiempo le resultaba extrañamente familiar. Cuando se hubo acercado la figura lo suficiente al limite de la casa como para que James pudiera usar sus hechizos, se dio cuenta de que, dentro de ese cuerpo, habitaba una presencia que conocía perfectamente bien.

- Reich!! - James se levantó de inmediato, dejó su libro encima de la cama y movilizó a una enorme cantidad de criados para que le trajeran toallas y bebidas calientes. Mientras tanto, James se abría paso por entre las escaleras para abrir la puerta, y pensó, un tanto aliviado, que Artemis no se encontraba en esos momentos en la mansión. No sabía que haría si llegase a encontrar a Reich así, pero la criatura aún se le antojaba desconocida. Hizo pasar a Reichen y le pasó una toalla para que se secara mientras tomaba lo que Reich llevaba entre sus manos. Reconoció de inmediato el grimorio del joven, pues ya anteriormente lo había tenido entre las manos y llevó a Reich a la sala de estar en la que prendió, con un sencillo chasquido de dedos, la chimenea.

Observó entonces a Reich con mayor detenimiento. Había cambiado, y James no había sido consciente de ese cambio durante su maldición o bien lo había pasado por alto, pero el caso era que no lo había reconocido porque ya no era el joven que una vez conoció. Tan solo esperaba que solo su físico hubiera cambiado, pues en caso de que su personalidad se hubiera transformado también, lo único que le daba certeza al joven Cromwell de que ese era su amigo era la presencia mágica que albergaba en su interior y que resultaba inconfundible.

- Hermano...¿que te ha sucedido? - Sus palabras resultaban ser sinceras y agradables, muy diferentes de la última vez que se había cruzado palabras con el joven hechicero, pues aquella vez lo había tratado de inútil cuando estaba afectado por la maldición oscura. Una de las criadas llegó con una bandeja con chocolate, café y té caliente para que el joven Morgan pudiera escoger el de su preferencia y así calentarse. James retiró entonces la toalla empapada y la secó con magia para que volviera a ponersela. Estaba realmente preocupado por Reich, lo que se notaba en su expresión, no solo por saber lo de su aspecto físico sino la razón por la cual se presentaba en la mansión Cromwell, a media noche y con plena lluvia sin mayor protección que la de sus ropas.

Reichen tenía la cabeza gacha, y sostuvo entre sus manos una taza de chocolate caliente, el cual escogió de las tres opciones que los criados le habían ofrecido. Derramó una lágrima, no se podía contener. Sintió en su piel el calor de la chimenea. Retiró de su rostro unos cabellos que se le atravesaban. Estaba destrozado, sin rumbo, y ahora sin familia. Al parecer, James volvía a ser el chico dulce que era antes.

- Mi aspecto cambió cuando fui a la dimensión oscura. Un tal Liam me cambió completamente esto. Cuando volví, hice un hechizo para que la gente pudiera identificarme. Parece que rota tu maldición, y con todo lo que ha pasado, lo del poder de Tres se desestabilizó, y mi hechizo ha desaparecido. Entonces, hoy en la noche, cuando quería ir a cenar con mis padres adoptivos, ellos pensaron que yo era un ladrón. Me sacaron a patadas, pero pude rescatar mi libro y el relicario. Y llegué aquí, sin nada. No quería molestarte, de verdad, pero es que en verdad no tenía idea de a donde podría ir.

Se enjugó sus lágrimas. Le daba pena llorar delante de James. Posiblemente le podría gritar de nuevo que era un débil o un inútil. A lo mejor, James estaba tranquilo, o posiblemente lo que le sucedía a James era culpa suya, ya que siempre lo exasperaba cuando se trataba de magia, al no querer aceptarla en su vida.

- No quiero molestarte, te prometo que sólo me quedaré una noche y mañana buscaré a donde irme, e incluso un empleo. No quiero que pienses que soy un débil o algo, de verdad. Sólo será esta noche. Yo... - Agachó la mirada, y derramó una lágrima más - Te prometo que seré fuerte, y que estudiaré más magia, y que voy a aceptarla, lo que tú quieras. Sólo necesito una noche aquí. ¿ Puedo?

La mente de James comenzó a divagar tan pronto como las palabras del joven Morgan se adentraban en su subconsciente y sacaban a flote vanos recuerdo de James mientras era sometido a la maldición oscura y la maldición del lobo. Se revolvió por dentro, claramente molesto no por Reichen sino por el reprobable comportamiento que había tenido para con su hermano, y consideró que debía buscar una forma de remediarlo lo más pronto posible.

Se alejó de un sollozante Reichen y fue a buscar a una de las criadas, pidiendole que ordenara la habitación del segundo piso de la derecha y la dejara impecable para Reichen. Cuando regresó con su hermano, su rostro se había tornado en una expresión severa y muy seria. Se arrodilló con un gesto casi paternal, como si se estuviera preparando para darle al joven Morgan un nuevo sermon, y simplemente lo observó con la expresión mas petrea de lo que fue capaz.

- Ni sueñes que te quedarás aquí una sola noche. - Dijo, levantandose y dandose la vuelta, mientras tomaba una taza de té caliente y la soría de a poco. Sentía por un pequeño instante el panico en su acompañante. - Tu habitación ya está preparada, aunque los armarios están llenos con mi ropa, supongo que encontrarás algo que te quede bien mientras vamos mañana al centro comercial a comprarte todo un nuevo guardaropa. Vivirás aquí en la mansión, por un precio por supuesto. - Entonces se volvió a mirar a Reichen y a su expresión había vuelto la dulce sonrisa que había mantenido toda su vida hasta el momento de la maldición. Se acercó con pasos acentuados. - Espero que sea verdad eso de que vas a aprender magia, porque con tus poderes ciertamente no estás preparado ni para enfrentar al más novato vampiro. Yo te enseñaré y tu te dejarás enseñar, sin renegar, sin poner problemas y aceptando cada una de mis ordenes como maestro a cambio de tu estadía en la mansión. ¿Te parece un trato justo?

Extrajo de nuevo la toalla, que se había empapado nuevamente y comprobó que Reich estaba casi seco. Podría terminar de secarlo con magia, pero James estaba casi seguro de que el joven preferiría el modo tradicional, por lo que secó la toalla nuevamente con magia y envolvió a Reichen con ella. Se fijó en su aspecto, tan diferente del que había tenido y se preguntó si querría volver a cambiar o si preferiría mantener ese cuerpo. Había algunos que, una vez cambiado su cuerpo, deseaban mantenerlo de por vida y considerando que James no conocía lo suficiente a Reichen (Debido a que se habían distanciado mucho gracias a los problemas que habían mantenido en el pasado) no podía saber con certeza que era lo que el joven Morgan prefería.

- En cuanto a tu aspecto, no sé que pueda hacer. No conozco la magia suficiente para hacerte cambiar nuevamente y tampoco sé cual fue el conjuro que aplicaste, pero...tal vez haya una posibilidad que puede que te guste...o puede que no. Puedes quedarte con ese cuerpo si lo deseas, y hacer un nuevo conjuro permanente para que todos sepan quien eres y crean que fuiste así toda la vida. Eso es algo que debo dejar a tu elección.

Un relámpago surcó los cielos por encima de la mansión, iluminando todo lo que se encontraba debajo por unos breves fragmentos de segundo. Como mínimo era peculiar que haya decidido retornar al hogar Cromwell la noche en que el cielo estuviese cubierto y ningún rastro de la luna fuera observable desde Mystic Falls. Sin embargo, Artemis era capaz de ver y sentir mucho más que cualquier mortal y desde su posición en lo más alto de la casa volvió a sorprenderse al ver que Reichen también ingresaba al lugar. El ser rubio se quedó en su lugar esperando pacientemente, sintiendo las gotas caer provocando un contacto frío en la piel descubierta de vestimenta. Una lluvia purificadora.

Saltó desde las alturas, cayendo frente a la entrada principal con absoluta gracia y sin hacerse un rasguño en el proceso. Las limitaciones del mundo material no eran un problema para el guardián por lo que no tuvo ni que tocar la puerta para atravesar e ingresar a la residencia. Curiosamente se encontraba absolutamente seco, las criadas que pasaron se quedaron mirándole un momento, sorprendidas por el cambio pero al segundo de confirmar que se trataba de Aleksand seguían su camino normalmente. Con total naturalidad se paseó por los pasillos de la casa hasta dar con la sala de estar donde podía sentir la presencia de ambos. Tocó la puerta por mera cortesía mas no esperó respuesta para entrar, había llegado justo en momento en que James hablaba de maestros y aprendices. Como si su entrada estuviese perfectamente cronometrada, aquello le facilitaba mucho de lo que tenía que decir al dúo de hechiceros- Me resulta interesante que hables de ello James Cromwell pues es exactamente lo que venía a decir. Creo que ambos necesitan de un mentor antes de que vuestra magia se descarríe. Son jóvenes, y por lo tanto mucho mas propensos al desequilibrio y los tres sabemos que el balance es la esencia de toda magia natural- explicó mientras entraba y se paseaba por la habitación a paso lento y sin llegar a mirarlos- Ambos poseen habilidades que incluso superan a los de su tipo y sería una lástima que vuelvan a mancharse- Artemis se detuvo justo detrás de Reichen, pasando los dedos por el respaldo de la silla- Quien te ha hecho esto es un ser de gran poder mágico. Claramente no es de por aquí ¿Puedo preguntar por qué lugares has andado Reichen Morgan?- Enseguida soltó un suspiro al recordar un detalle muy importante. El hechicero aún no estaba al tanto de quien era, no al menos al nivel de James.

Sus ojos buscaron al dueño de casa para volver a hablar- Creo que será mejor que pongas a nuestro querido amigo al tanto de todo- con un movimiento de su mano una de las sillas se posicionó perpendicularmente a ellos por lo que una vez sentado podía tener a ambos a los lados- Y como ha dicho James, la solución al problema esta completamente a tu elección, a tu suerte, es algo temporal y completamente solucionable-

Alek había aparecido de la nada, de una manera mágica y misteriosa. Lo escuchaba detenidamente, y cuando apareció, pensaba que le recibiría con un abrazo como siempre. Lo notaba distinto, y hasta su color de ojos era diferente. Seguía estando muy guapo, muy galante, pero era de otra manera. Ese ya no era su hermano. Se notaba un poco más fuerte, las facciones de la cara le hacían ver más adulto, su musculatura había aumentado, y sus pectorales se podían asomar a través de su camisa. Eran hermanos, mas no eran de sangre. Aún así no dejaba de verlo, pero, en ese momento agachó la mirada, al percatarse que ya no estaba su hermano en ese cuerpo.

- Creo que no me he enterado de nada. Estuve casi un mes encerrado en la dimensión oscura. ¿ Lo recuerdas Alek? Hice un hechizo para contactarte y nos comunicamos telepáticamente. Abriste un portal con tu sangre, y me ayudaste a rescatarme. Un demonio, llamado Liam, o James... - Volteó a ver a James- Sí, usaba nombres de personas que significaban mucho para mí, y con eso pudo manipularme mientras permanecí encerrado. Pero, como capricho suyo, mi cuerpo lo desapareció, y me metió en otro. La dimensión desconocida es horrible, como no se lo imaginan. Y cuando llegué a tierra, hice el hechizo de reconocimiento. Una vez que ustedes dos se convirtieron en cosas que honestamente jamás llegaré a entender, el círculo se rompió, y por lo tanto mi hechizo también. Así que, ahora estamos desvinculados, de nuevo.

Reichen observó detenidamente a los dos chicos. Ambos eran ahora tan diferentes, que ya no sabía si eran sus hermanos o no. Aquel momento hermoso que llegaron a tener los tres, parecía que pasó a una nueva etapa.

- Prefiero quedarme así, pero, necesito el hechizo para no faltar a la escuela. Mis padres ya no me reconocerán, con ellos ya no funcionará el hechizo. Entonces me quedaré aquí, y aceptaré las clases de magia, aunque déjenme decirles que he descubierto cosas que no sabía que podía hacer. De todas maneras, no tengo salida. No renunciaré a la magia, y decidí que este es mi camino. Así que, ustedes decidirán por donde empezamos. - Volvió a derramar otra lágrima, y volvió a agachar la mirada. Al parecer, sus días de normalidad habían terminado, y sus días mágicos comenzaban desde ahora.

Resultaba imposible ocultar el hondo suspiro que emanó del joven Cromwell al ver como Artemis llegaba a la mansión y se colaba en la sala de estar sin que nadie lo hubiese llamado. El antiguo James, muy seguramente, se habría irritado con tal acto hasta el punto de atacarlo y comenzar en ese preciso instante una confrontación mágica, pero ahora sentía más que nada admiración por la criatura, y además no se podía permitir malograrle el momento al joven Morgan, en especial con el delicado estado en el que se encontraba.

- Artemis...nos honra vuestra presencia. Estaré gustoso y ansioso de que me enseñes, por supuesto. - James se había quedado casi sin habla, como solía pasarle cada vez que estaba en presencia de Artemis después de que este deshiciera la maldición. No obstante, por ahora, se concentró en Reichen, quien había comenzado con sus palabras. James estuvo a punto de detener al joven Morgan, pues se había dirigido a Artemis como Aleksand y lo había hecho de un modo tan cercano que pensaba que el guardián iba a desaprobarlo por completo. Observó, un poco temeroso, al joven, cuyo rostro permanecía impavido y sin expresión, por lo que se tranquilizó de inmediato.

No obstante, nuevamente se sintió alerta al escuchar algo que le había interesado. La dimensión oscura...¿donde había leído de aquel extraño lugar? Sabía que se trataba de un lugar misterioso y a veces macabro, del cual procedían muchas criaturas sobrenaturales con extraños poderes, y entonces cayó en la cuenta de que cabía la más mínima posibilidad de que Artemis perteneciera a ese lugar. Ahora que lo pensaba se sentía extremadamente curioso por esa nueva especie, y si acaso existían otras criaturas similares. Por ahora, no obstante, debía continuar con el drama entre hermanos.

- Reich, escucha... - Dio un ligero respiro y observó a Artemis, pues no sabía por donde empezar. Finalmente organizó su mente y sus ideas de una forma tan rápida como no lo había hecho en mucho tiempo. - La última vez que nos vimos fue en la fiesta en la mansión. Luego te perdiste del mapa, y según lo que cuentas apareciste en ese extraño lugar. Pues, verás...Pasaron muchas cosas en esa fiesta, entre que yo me convertí en una criatura oscura y comencé a comportarme de manera indebida, además del hecho de que Alek y yo combatimos a Klaus... - Se detuvo de repente. Sabía que era mentira esa parte. Klaus no había representado ni la más mínima amenaza para ellos y el enfrentamiento había sido entre James y Artemis. - Durante ese combate, la magia se descontroló y cosas extrañas pasaron, no solo a mi sino también a Alek. Ese que ves ahí no es nuestro hermano Alek. No sé donde está, pero aquel que estás viendo es un poderoso guardián, y se llama Artemis.

Esperó la respuesta de ambos. La presentación pudo resultar un poco conmovedora, teniendo en cuenta que Reichen no se había acostumbrado aún a las cosas mágicas y por tanto una noticia tan reveladora y explosiva como aquella. No resultaba muy sencillo, en especial para aquellos que no habían aceptado del todo la magia, aceptar los cambios bruscos que la magia podía causar, aunque el joven Morgan ya había sido victima de un poderoso hechizo que lo había convertido en lo que James estaba observando en ese preciso instante.

- Reich, yo...Ya no tengo mis poderes oscuros, a lo cual le agradezco a Artemis. También me quitó la maldición del licantropo, que me habían impuesto en castigo por mis actos mientras estaba preso de la oscuridad. Mi magia ya está en balance, o al menos eso es lo que creo. Yo me encargaré de ese hechizo, si no es mucha molestia. Quiero poner a prueba mis poderes, y comprobar que están de cierta forma estables. - Volteó a mirar a Artemis. - Maestro, por favor. La casa y nosotros dos estamos a tu entera disposición para que decidas cuando empezarás a enseñarnos.

Artemis seguía con la mirada los movimientos y expresiones de los otros dos jóvenes como si se tratara de una máquina de reconocimiento. La postura que había adoptado en su asiento era absolutamente perfecta, su espalda creando un ángulo exacto de 90º con la perpendicular del suelo de la mansión. Sus manos se cruzaron sobre su pecho lentamente y con suma paz, como si la tormenta caótica en el exterior fuera incapaz de siquiera inmutarlo. Escuchó primero a Reichen y luego a James dejando un breve silencio luego de sus relatos para volver a hablar. La manera en que el ser de ojos plateados manejaba el tiempo era símbolo de cuan poco significaba ese concepto para él. La eternidad contiene demasiadas horas como para ser contadas- Interesante... -dijo al fin mientras sus brazos se desenlazaban y dejaban caer en los apoyabrazos de la silla- No tengo recuerdo de tal hechizo- continuó comentando a Reichen con una mezcla de misterio y confusión. En su mente ya estaba planteando cuales podían ser la razones para algo así. ¿Sería que Aleksand era portador de una magia innata desconectada de la suya? ¿ Habría sido una noche de luna nueva? No podía decirlo a ciencia cierta, sólo el Cazador tenía la respuesta y vaya a saber Dios que sucedió con él durante el Despertar.

-Por supuesto que la Dimensión Oscura es un lugar horrible para los humanos. No has hecho menos que caminar por el mismísimo infierno sin siquiera estar muerto, ese es un peor destino a que finalicen con tu vida. Las Almas oscuras que allí habitan son capaces de corromper hasta la misma esencia. No hablo de meros vampiros y licantropos sino de verdaderos demonios. Sujetos que harían temblar a quienes ustedes conocen como Niklaus Mikaelson- A pesar de la gravedad de la situación que explicaba, su tono de voz era tranquilo e inmutable- Es cierto que soy un Guardián, ese es uno de los nombres que vuestra raza nos ha dado. He venido desde un lugar cuyas mentes encontrarían dificultad de imaginar y he arriesgado mucho en venir, algunos lo catalogarían como "demasiado". Mi marcha desde mi Dimensión y mi actual despertar en la vuestra es capaz de alterar el balance de sobremanera, para que no haya problemas es necesario encontrar respuestas cuanto antes y necesitaré de vuestra ayuda- explicó poniendose de pie y caminando recto hasta el otro lado y volviendose para verles.

-La Oscuridad no es una característica inherente de los humanos, era una obviedad que me encargase de ella siendo que tu no tenia reales intenciones de portarla. Si el caso fuera distinto hubieses acompañado a Reichen a ese lugar sólo que no de la misma manera- El matiz en su voz dejaba muy bien en claro que esas no eran buenas noticias, de momentos hasta se lo podía considerar una amenaza- Si es tu deseo encargarte del asunto eres libre de hacerlo, no tengo razones para oponerme. Puede que no lo sientan pero vuestros poderes aún están enlazados, las situaciones han causado cambios y han de aceptarlos para realmente considerarlos únidos. Si me permiten... -Artemis alzó sus manos, cada una en dirección a uno de los hechiceros presentes- Bajo la aceptación de los presentes y con la autoridad que rige bajo mi nombre. Yo, Artemis - se podía jurar que había dado una especie de apellido o título pero la lengua era tan extraña, ancestral y perdida que era incomprensible para los mortales- declaro completa la Corte de la Tierra. Que en los hilos del universo quede grabado el nombre James Cromwell y Reichen Morgan -claramente de manera mágica se había dibujado una luna a sus pies. Las puntas de la misma terminaban en cada hechicero y el guardián se posaba sobre el cuerpo del astro plateado- Ahora y para siempre- terminó de decir y el símbolo desapareció aunque internamente los tres sabían que quedaría grabado por la eternidad.