Siete Sellos [Jaroth]

Aleksand Bright se había pasado las últimas semanas, incluso meses tan concentrado en los distintos problemas que surgían con las personas a su alrededor que había dejado de lado todo contacto con la persona que era antes de llegar a Mystic Falls. En sí esto no era un problema, su misión era proteger a Elena Gilbert y eso era justamente lo que hacía. Aquella mañana estaba revisando los papeles sobre su escritorio, intentando encontrar una conexión más profunda con la Bestia, como le llamaba James. Su móvil sonó una vez, dos,tres... y no fue hasta la séptima que el joven cazador se incorporó de un salto y corrió a revisar. Todos los mensajes que le habían llegado estaban en blanco y sabía muy bien lo que eso significaba. Enseguida trazó un plan de acción, debía dejar la mansión sin que nadie lo supiera. La primera parte de la estrategia estaba en salir a dar una vuelta en su motocicleta informando que volvería pronto y eso fue lo que hizo, la única diferencia radicaba en que dejaría su vehículo fuera de la mansión. En segundo lugar se tomó su tiempo para observar el movimiento de criados y seguridad de la mansión de manera de volver a salir sin ser visto. Eso era de vital importancia. Con su habilidad de cazador la hazaña no fue difícil de lograr y con un gran estruendo encendió el motor de su R6 para conducir hasta el ayuntamiento.

Las pocas veces que había estado allí lo había encontrado casi vacío, hoy no era la excepción. Lo particularidad del lugar es que era un sitio donde el rubio rara vez se movía, por lo que los rostros no le eran muy familiares. Sin querer demorarse mucho se acercó a una de las secretarias para pedir por su mensaje. Sin siquiera pedirle identificación o preguntarle mucho más, la mujer el alcanzó un sobre completamente blanco. Aleksand lo miró un momento mientras se alejaba del mostrador ¿Qué podría ser tan importante para que le hayan avisado de esa manera? Era cuestión de abrir el sobre. En su ensimismado mundo no pudo notar que venía alguien caminando de frente, encontrándose con un inevitable choque. El rubio ni siquiera pareció perder el balance, muy a diferencia de la otra persona que tuvo la desgracia de golpearse contra el alemán. Era un chico completamente desconocido y estaba seguro de conocer a la gran mayoría de los adolescentes de Mystic Falls. Aleksand no tardó en darle la mano para ayudarlo y disculparse tantas veces como pudo. Su hermano Reichen tenía razón, debía poner más atención cuando camina- De nuevo, lo siento. ¿Te encuentras bien?- Es difícil describir como su fuerte voz era capaz de manifestar tanta preocupación, pero Aleksand simplemente lo hacía.

Tocaba arreglar el papeleo, y quería hacerlo apenas llegar a Mystic Falls. Podría ordenar el apartamento más tarde yo mismo y colocar los muebles, la televisión, los cuadros y todas esas cosas que formaban parte del inmobiliario que había traído conmigo en la mudanza. Pero el ayuntamiento era cosa de los funcionarios, y todos sabemos que les gustan mucho las fiestas y los domingos. Así que, prácticamente, lo primero que hice fue dirigirme ir al ayuntamiento para completar los datos del empadronamiento y demás tonterías. Para que constara que estaba viviendo en el pueblo, más que nada. Quería terminar ese asunto cuanto antes. Siempre me habían desagradado los ayuntamientos, no sé por qué. Y el papeleo me aburriría de forma cuasi infinita, con lo que tomé la decisión de terminar todo aquel asunto necesario cuanto antes, ya que debía de hacerlo tarde o temprano. Y oh, si que fue más temprano que tarde. Prácticamente, la primera cosa que hice nada más haber llegado a Mystic Falls fue dirigirme al ayuntamiento sin vacilar para terminar todo aquel asunto. Y empezarlo, por supuesto. No sé cuanto tardaría, suponía que no demasiado. Aunque también dependiera de la gente que hubiera. Varios factores se debían al puro azar.

Al entrar al ayuntamiento, me agradó la visión de que no había mucha población. Bueno, algo alentador. Puede que me atendieran deprisa. Me acerqué a un mostrador cualquiera preguntando por, antes que nada, quien me podría empadronar en el pueblo. La chica me señaló un pequeño despacho al final de un pasillo blanco, y tras soltar un escueto "Gracias" me dirigí sin mayor problema hacia él con cierta prisa. No sé como no le vi, pero sencillamente no le vi. Choqué irremediablemente con un hombre -me corregí a los pocos segundos; adolescente- y caí al suelo de espaldas, soltando un "¡Ah!". Gracias a Dios, no fue nada parecido como a las caídas en los institutos y en los colegios. Nadie se rió, y aquel con el que me choqué fue bastante amable, pues no pudo parar de pedirme perdón mientras me ayudaba a levantarme. Me froté la cabeza, quejándome un poco — Tranquilo, es culpa mía. Miro a todas partes menos donde debo hacerlo — y era verdad; era tan nervioso que era verdad — No te preocupes, estoy bien. Soy Jaroth, Jaroth Holmes. Encantado — dije ya sonriendo, tomándole de la mano para zarandearla un poco. El protocolo social dictaba que para presentarse, se debía ofrecer la mano. Yo solía cogerla, y punto.

Esa era una sorpresa, por primera vez desde su llegada al pueblo alguien estrechaba su mano sin preocupación alguna. Un acto de confianza tan mínimo pero con repercusiones a lo grande para el joven alemán. Eso dejaba dos opciones, o el chico no tenía idea de lo que pasaba por Mystic Falls o conocía a Aleksand de antemano. Debido a su naturaleza despreocupada y confianzuda se decidió a por lo primero, alguien que sonreía de esa manera no podía albergar maldad ¿Verdad?. El cazador zarandeó la mano de Jaroth con el mismo ímpetu dejando en claro que realmente estaba encantado por encontrarse con alguien así.

Para cuando volvió de su mundo de encuentros, se cercioró de inmediato de la presencia del sobre que llevaba en su otra mano. Era de vital importancia no perder ese documento que vaya a saber dios que instrucciones tenía para él. Si de algo no cabía duda es que no sería algo sencillo y con poca relevancia, era una carta oficial de los Siete Pilares para su único representante en Mystic Falls. Tenía que ser algo grande, aunque... De repente el alma se le cayó al piso de solo observar el sobre blanco ¿Sería posible? Era una buena posibilidad después de todo el trabajo hasta ahora había estado lejos de ser bueno. Había conocido a tres vampiros y todos ellos aún caminaban felizmente por la tierra con el permiso de Aleksand para hacerlo. Con cada segundo que pasaba y se mentalizaba de ello se volvía más seguro de la razón del mensaje. Lo destituirían de su cargo o algo peor, quizás tenía sus días contados por su ineptitud.

Con mucho esfuerzo quitó su vista de tan terrible objeto, un papel capaz de destruir todo lo que había construido sólo con un par de palabras. El volver a centrarse en Jaroth hizo que la especie de hechizo que el sobre tenía menguara su efecto en el rubio- Bright, Aleksand Bright. Es un placer, y disculpa de nuevo el golpe. ¿Qué te trae por aquí? Creo que es bastante obvio que nosotros los jovenes no somos el común de la gente por aquí - rió ante su propia pero verdadera insinuación. Encontrar a dos chicos que no superaban la mayoría de edad era un caso muy particular para el ayuntamiento del pueblo.