Puertas que se cierran, puertas que se abren ( Evan )

Era un día de lluvia, azotaba a Mystic Falls con todo su esplendor. La gente se refugiaba en Mystic Grill, tomando algo de café, comiendo un pedazo de pastel, y Reichen esperaba sentado esperando a Lykaios. Tenía días sin verlo, ni siquiera contestaba sus llamadas, ni respondía sus mensajes de texto. Aquello no pintaba bien para él. Una noche antes, recibió una llamada suya, diciendo que lo citaba en Mystic Grill para hablar. Lo esperaba con ansias, para poder abrazarlo y estrechar su mano. Duró aproximadamente 40 minutos esperando, cuando de repente, Matt Donovan le entregó un sobre en sus manos, donde venía escrito que iba dirigido a Reichen. Le dio un sorbo a su Café Capuccino, y se dispuso a abrir el sobre. Era una carta de Lykaios, con una letra pulcra, y que se veía muy antigua. Lykaios se estaba despidiendo de él, le había dicho que todo había terminado entre ellos.

Reichen sintió su corazón quebrarse en mil pedazos, se aguantó las ganas de llorar. Miró alrededor, percatándose de que nadie lo mirara llorar. Tomó un pañuelo desechable de la mesa, y se limpió las lágrimas discretamente. Aquello le había destrozado el alma, pero entendía a Lykaios de alguna manera. Él se había ido, y jamás volvería.

Agachó la cabeza, y se cubrió la cara con una mano, y respiró unas cuantas veces. Él quería contener el llanto, pero no podía. De repente, sin darse cuenta, su taza de Capuccino comenzaba a elevarse delante de él. Poco a poco, despacio, la taza se desbalanceaba un poco. Reichen se dio cuenta, y tomó la taza entre sus manos. Volteó de nuevo a todos lados, esperando a que nadie lo haya visto. Pero si alguien lo notó, estaba en grave peligro, podían darse cuenta de lo que era él, y tendría graves consecuencias.

Un joven apuesto, cerca de la mesa donde estaba Reichen, fue el único que lo vio hacer ese truco sin querer. Comenzó a alterarse un poco, pero despues de verlo a los ojos, por un momento sintió una paz que necesitaba en ese momento. Fue como si unas campanas sonaran, fue un momento de lo más curioso. Entonces se sintió avergonzado. Al parecer se había abierto ante un joven desconocido, el cual era muy guapo, y con unos ojos muy bellos, además de una mirada encantadora. ¿ Qué estaba pensando? Lo acababan de terminar, pero eso no quitaba que el chico era de un atractivo interesante.

Reichen sacó un pequeño cuaderno de notas, y un bolígrafo. Escribió algo, y con sumo cuidado, le envió la nota al joven desconocido. El papel voló rápido, casi imperceptible por los clientes del lugar. Se sintió aliviado.

" Creo que me descubriste, espero que este pequeño secreto esté entre nosotros. Por favor, no se lo digas a nadie".

Le sonrió al chico mientras veía que daba lectura a la nota.

Reichen se levantó de su mesa, y se dispuso a limpiar lo que el chico nervioso había ensuciado por accidente, o por su reacción nerviosa hacia él. Estaba tan harto de que siempre lo trataran como fenómeno, que decidió usar magia para limpiarlo todo, con tan solo mover un poco sus manos, las cosas se incorporaron a la charola, y las puso en una mesa que recien acababan de desocupar. Se le acercó un poco y le dijo:

- ¿ Puedes dejar de tenerme miedo y actuar como una persona normal? No te voy a asesinar. En todo caso, cuida tus reacciones, estás haciendo el ridículo.- Le sonrió sarcásticamente, y lo tomó de un brazo, cuidadosamente, y al mismo tiempo, cerró los ojos, y las luces del lugar se apagaron. Ambos se sentaron en otro lugar, las luces se encendieron de nuevo. Reichen estaba cruzado de brazos, y estaba un tanto molesto.

- Veamos, joven. No me gusta que me traten diferente, ni que se pongan nerviosos cuando llego a alguna parte. No tengo un lunar en la nariz, ni estoy montando en escoba. Además, no voy a hacerte daño, pero si sigues poniendo esa maldita cara de asustado, te patearé el trasero, y sin magia, y de paso te llevaré al terapeuta. Una pregunta, ¿ No podemos ser amigos sin pensar en que todo esto ha sucedido? Necesito un momento de vida normal- Volteó a todos lados, la gente seguía comiendo, y disfrutando entre ellos.