Walking With Strangers {Joe}

Mierda, se me ha hecho tarde, muy tarde. He ido a comprar unas cosas al centro a pesar de que no me gusta salir de casa, he tomado precauciones como ponerme jersey de cuello alto y untar la cadena de mi llamador de ángeles ―relleno de verbena― con más verbena, pero no me fío de nada. Hoy me he tomado un té ―no me gusta el té― de verbena, mi abuela dice que eso me mantendrá mejor protegida, que si me muerden, al menos no se alimentarán de mí, se les quemará la boca y la garganta. Maldita sea, eso no me hace ninguna gracia. No quiero un solo mordisco más, ¡Parezco un colador de mierda!

Camino por la calle rápidamente, no sé si buscar un taxi que me lleve a casa, no me fío ni de los taxistas. Bueno, en realidad no me fío de nadie. ¿Quién sabe si el hombre que atiende la librería es en realidad un vampiro? Miro a todos lados, ya estoy poniéndome paranoica, miro hacia atrás pero no hay nadie, nadie me está siguiendo. Hay gente en la calle, debo estar tranquila, no pasará nada malo. Pero según vaya hacia mi casa, la cantidad de gente irá disminuyendo hasta no haber nadie... mierda.

Me estoy poniendo completamente paranoica. Mierda ¿Qué es eso? Cuanta gente junta. ¿Qué demonios pasa? Creo que, al parecer, hay alguien tocando la guitarra en medio de toda esta marabunta, ¿Pero están tontos? ¿Viven en este pueblo y no saben que está plagado de sanguijuelas asesinas con forma humana? O son idiotas o están locos, eso si lo saben, si no saben el secreto que oculta Mystic Falls, pobres de ellos. Aunque ya pueden ser tontos también como para no darse cuenta de algo así. En fin, ni siquiera se merecen que alguien les diga la verdad, porque ese alguien perdería el tiempo, se reirían de él y lo tacharían de mentiroso o de loco, lo humillarían, los vampiros se enterarían y, por querer hacer un bien a la comunidad, lo matarían. Bah, por eso yo no voy por la calle ayudando a nadie. Nadie me necesita y yo paso de los demás, a mí nadie me ayudó cuando quedé convertida en pollo.

Doy un respingo y frunzo el ceño cuando me llevo un empujón. Un tipo de aspecto descuidado ―lleva el pelo y una barba bastante larga enmarañados, además de que sus ropas están algo desgastadas― me está mirando con una cara que no me gusta nada. Creo que está borracho porque habla con un tono muy raro. Le digo que me deje en paz y me desvío hasta otro sitio rápidamente, miro hacia atrás y veo que ya no me sigo. Respiro hondo cerrando los ojos por un momento, pero abriéndolos inmediatamente porque no quiero caerme. Estoy de los nervios, quiero llegar a casa, el tipo borracho ese me ha puesto aún más nerviosa.

Aumento el paso, ¿Cuánto quedará para llegar a casa? Mucho, sé que es mucho porque aún estoy en el pueblo. ¿Cómo he podido despistarme así, tan tontamente? Sólo por quedarme mirando libros de todas las clases, tamaños y tapas, ¡Soy una inconsciente! Tantas precauciones para ahora quedarme hasta la noche aquí en medio. Vale, es verdad que me he topado con vampiros durante el día, y no sé cómo pueden hacer eso los muy malditos, pero se supone que por la noche saldrán más. Durante la noche fue cuando me topé con ese que asesinó a una chica, en la playa... Nada más de acordarme de eso siento que me vuelven a doler los huesos que me rompió.

Se me ha ocurrido una idea. Por ahí está el Mystic Grill, si entro ahí no creo que un vampiro se atreva a atacarme, eso espero, porque nunca se puede subestimar a una de esas cosas, puede estar tan loco que no le importe cargarse a alguien delante de un montón de gente, y luego dejar ir a todas esas personas o bien matarlas a todas para que no haya testigos. Mierda, eso me ha hecho acordarme de... mis padres. Sacudo la cabeza y camino hacia el Mystic Grill, una vez allí llamaré a mi abuela para que venga a buscarme en su coche. Eso no garantiza que un vampiro no pueda atacarnos, pero sí que llegaremos deprisa a casa, donde sí que estaremos seguras.

Pero mi plan se ve desbaratado por algo que ocurre ahora. Algo tira de mi brazo y me veo arrastrada hasta un callejón que hasta hace un momento tenía a mi lado. Casi sin poder razonar lo sucedido, me veo pegada a una pared con un tipo delante de mí. Es más, se acerca a mí y... creo que me está oliendo. Siento un escalofrío. Mis padres. Trago saliva y aprieto los labios, no trato a todo el mundo con antipatía para ahora amedrentarme y parecer un corderito asustado.

―¿Qué crees que soy? ¿Un perro? ―le digo de mala leche. ¿Por qué tenía que toparme con esta cosa? ―Ten por segura una cosa, no soy tu alimento.

Mierda, que se está riendo de mí. No sé si asustarme o sentirme humillada. Odio que se rían de mí, me recuerda... no sólo a esa noche sino también... también me recuerda todo aquel curso, y el engaño de aquel malnacido sin corazón. Tiemblo un poco, pero sólo un poco, mientras oigo cómo la risa del vampiro retumba por las paredes de este maldito callejón. Odio este sitio y los lugares como este, venga ya, ¿Tanto escándalo con su risa y no se acerca nadie? Ah, claro, están todos idiotizados con la guitarra. No les culpo del todo, yo también me habría quedado a escuchar la música, pero no a estas horas, no de noche, ¡No en plena calle!

¿Que le considere sorprendido? ¿Qué quiere decir con eso? Ni que esa fuese mi intención. Siento angustia, y asco por cómo se me ha acercado hace tan sólo unos segundos. Ahora que puedo verle bien, me fijo en que es bastante alto y tiene músculos, tiene el pelo de color claro. Pasaría perfectamente por un jugador de fútbol americano, tal vez usa algo así como tapadera o qué sé yo, en realidad eso no me importa una mierda. Lo que me importa es que me ha amenazado, pero ahora... dice que si me porto bien no me hará nada y que es un hombre de palabra. Qué estupidez, yo no me fío de estas criaturas. Podría decirle que vale, que me diga qué quiere, pero me da igual que me jure nada, no me fío de él.

―Soy alguien que se iba a casa, así que adiós. ―aprovecho que se ha separado de mí para echarme a caminar.

No me ha dado tiempo de alejarme mucho, logré salir del callejón pero ha llegado hasta mi lado enseguida y me ha agarrado del cuello. Suelto un quejido del susto y llevo mis manos a la suya, cerrando los ojos. Por un momento pienso que me va a partir el cuello o que me va a estrangular, pero no es así. Me habla y después me arrastra de vuelta al callejón, me está faltando un poco el aire. Pataleo un poco, hasta que mi espalda vuelve a dar con la pared. Ya me he agobiado. No me gusta que me toquen y mucho menos que se me acerquen, y ahora este vampiro se me ha pegado demasiado. No me siento, digamos, intimidada, sino incómoda, muy incómoda. Me ha hecho una pregunta, pero ya no sé qué hacer. Una parte de mí quiere responder, la otra se rebela, enfadada.

Parpadeo, nerviosa, mientras él me mira a los ojos. Trago saliva con algo de dificultad. He hecho cabrear a un vampiro, soy genial. Tomo tantas precauciones para mosquear a un vampiro cuando me encuentro con él. ¡Pero es que ellos no merecen ser tratados bien, son unos malnacidos de mierda! Dos vampiros asesinaron a mis padres, dos vampiros me atacaron, y ahora esto... no me gusta la sonrisa que ha mostrado, si bien no me fijé en lo que pudiese representar la que tenía antes en la cara, ahora esta resulta escalofriante. Me muestro tensa porque no puedo evitarlo, pero sí que intento no parecer asustada.

El recuerdo de aquel vampiro rompiéndome los huesos en la playa vuelve a mi mente. Doloroso, muy doloroso. ¿Pero qué puede querer este vampiro de mí? Yo no conozco a casi nadie aquí, no puedo darle información sobre nadie, porque a la gente a la que he visto y con la que he hablado no la conozco, no hago preguntas y no suelen contarme sus vidas. Siento un escalofrío al sentir su mano pasar por mi cara y cierro los ojos con fuerza, me estoy muriendo del asco. Asiento con la cabeza, como me ha dicho que haga. Me da rabia tener que obedecerle, pero... es lo mejor para mí.

―Me llamo Joe. ―consigo decir en voz alta y sin titubear, y abro los ojos pero aparto la mirada para no encontrarme con la suya.

Sonríe, y no me gusta ese gesto. Lo ignoro cuando viene de cualquiera, pero cuando procede del rostro de un vampiro no sé qué pensar, no sé diferenciar con qué intención sonríe, pero no me gusta verles haciendo eso, me ponen los pelos de punta. Repite mi nombre, y eso tampoco me gusta. Bah ¿Para qué vamos a engañarnos? No me gusta nada de lo que dice o hace. Suelto un jadeo, casi de desesperación, cuando agarra un mechón de mi pelo. ¿Por qué no puede alejarse de mí y ya está? Ya me ha quedado claro que si intento escapar me mata. ¡Quiero algo de espacio vital, no me gusta tener a la gente tan cerca! Eso es lo que me pone más nerviosa de todo, más que el hecho de estar junto a un vampiro.

Qué listo es el tipo, se ha dado cuenta de que sé de la existencia de vampiros. ―ironizo mentalmente. Asiento con la cabeza para que no vuelva a amenazarme. Frunzo el ceño cuando muestra esa sonrisa que sí identifico. Se está burlando de mí. No debería afectarme porque seguramente los vampiros se burlan de todos los humanos. Y yo me pregunto ¿Qué es lo que quiere este de mí? Porque si supuestamente no va a hacerme daño... vaya mierda, ya no sé ni qué pensar. Al menos se aleja de mí, aunque ha vuelto a amenazarme el muy... Evito mostrar algo en mi rostro o en mi cuerpo que denote enfado, y saco mi rostro indiferente ante él, como hago con todo el mundo.

―No eres la mejor compañía, pero ya que insistes... ―ironizo, me tengo que quedar aquí pero mi mala leche no puedo evitar sacarla, aunque lo haga con una voz neutra. Sí, estoy asustada y nerviosa, pero no pienso dejar que él lo vea. Espera ¿Qué? ¿Qué demonios...? ¿Que por qué mi aroma le parece tan especial? ¡¿Y yo qué sé?! ¿Le he preguntado yo acaso que por qué me resulta tan detestable? Y encima dice que si de verdad soy humana. Yo no sé qué demonios le pasa a este tío, pero espero que termine pronto de hablar y luego... que pase lo que tenga que pasar. ―Pues claro que soy humana, de lo contrario te habría pateado el culo. ―le suelto, ceñuda. Mierda, no sé si quiere que le diga... ¿Cómo sabe eso? Decido contestar, cuanto más rápido lo haga más pronto acabará todo esto. ―Aparte de lo obvio me convirtieron en chico por error, y ya está. ¿Me puedo ir ya? ―finalizo pero no me muevo, por si acaso, les tengo mucho aprecio a mis pies.

No me hace ninguna gracia que sonría ¿A él le haría gracia que de repente le convirtiesen en una mujer? Porque a mí no me gustó nada dejar de tener pechos ―aunque tampoco es que tenga un busto llamativo― y tener que hacer mis necesidades de pie. Como suponía ya desde antes de decirlo, no me va a dejar irme... esto no me gusta nada, me estoy empezando a frustrar, y de la frustración voy a tener que aguantar más mis sentimientos dentro de mí y no sacarlos a flote, no puedo hacer eso, debo mantener mi escudo lo más intacto posible, sin dejar que nadie penetre en él. En realidad sólo una persona ha tocado el límite, y aparte de ella, sólo una persona ha logrado cruzarlo.

No. ¡No, mierda, no! Intento retroceder olvidando que tengo una pared detrás, y, en vez de hacer lo que quería, sólo me he aplastado más contra el muro. Aparto la cara cuando me acaricia una mejilla. Me muero del asco, no lo soporto, no puedo aguantar que me toque. De por sí no me gusta que la gente me ande tocando, aunque la conozca, sólo me siento cómoda si se trata de mi abuela, de lo contrario me siento mal, y si encima es una sanguijuela muerta de estas, me siento horriblemente mal, fatal. Por favor, que se aleje de mí... que se aleje de mí... no soy capaz de mirarle teniéndole tan cerca.

Siento un escalofrío. Malditos vampiros de mierda, así que es un hombre de palabra, ¡En tu otra vida, hijo de mala madre! Sabía que no tenía que fiarme de estas mierdas de criaturas que no deberían existir. Algo me hace mirarle de nuevo, y es lo que dice a continuación. ¡No quiero que me muerda! No puedo evitar empezar a hiperventilar, aunque sea un poco, cuando coge un mechón de mi pelo y lo huele. Otro escalofrío me atraviesa violentamente de parte a parte. Y eso no es lo peor... ¿Por qué mierdas me ofrece convertirme en algo como él? Mi vida es una mierda absoluta ¿Cree de verdad que quisiera encima hacerla eterna? ¡¿En serio?! ¡Y un cojón!

―Qué buena es la palabra de un vampiro. ―digo con tono irónico y algo irritado. ―Te voy a decir lo que prefiero, prefiero irme a casa sin que me claves tus colmillos, porque no soy un colador ni quiero convertirme en uno, y no entiendo tu maravillosa y repentina idea de transformarme en lo que eres tú. ―y esta vez logra salir, un poco tarde pero al menos lo ha hecho, mi lado cuerdo, así que no he añadido nada más a mis palabras.