Un nuevo plan de mi abuela, una locura más (Lilian Wright)

Mi abuela es rara. Aparte de que es una bruja sin magia ―por eso de que le gusta el mundo del ocultismo y todo ese rollo― se le ocurren cosas de la nada. El otro día estábamos cenando en el comedor y me dijo de repente “¿Sabes, Joanne? El fin de semana no tengo que ir a trabajar, así que he decidido hacer una excursión y acampar en la montaña” y no he podido replicarle. Como no le he contado lo que pasó en la fiesta de James se cree que ya todo está bien y que ahora soy “normal”. Le das la mano a alguien y te coge hasta el brazo. No estoy enfadada con mi abuela pero es que a veces... me molesta mucho su forma de ser. Porque hace cosas por mí que parecen insensatas, o que lo son, directamente. No sé si las hace con un fin desconocido para mí, pero si es así, nunca llego a conocer la lección o moraleja porque acaba saliendo mal.

Y por su culpa estoy aquí. ¡Mi abuela está loquísima! Todavía tolero un poco, y sólo un poco, que haya querido venir a la montaña, pero ¿Acampar? ¡¿En serio?! Una tienda de acampar no es una casa, y si un vampiro quiere atacarnos podrá hacerlo incluso rompiendo la lona de la tienda. Y ahora acabo de darme con un canto en los dientes, hemos llegado a una cabaña. Vale... aquí sí que no podrán entrar los vampiros si no les damos permiso. Menos mal que no le he dicho nada al respecto.

He salido, ahora que aún es de día, a dar un paseo en solitario. Como me salga un vampiro de la nada maldeciré a todo lo que se mueve en este planeta.

¡A la mierda! No quiero estar aquí. Sigo igual que siempre, no me gusta nada de nada. Me da igual que me digan que soy una aburrida, lo soy, pero estoy mejor así. Que alguien me diga que estoy amargada porque no salgo y esas chorradas, estoy en una maldita montaña y no puedo disfrutar de ello. Antes lo pasaba bien cuando hacía acampadas con mis padres, ahora... ahora todo es una mierda, mi vida es un círculo vicioso: no me gusta nada en esta vida pero a la hora de la verdad descubro que no quiero morirme. Me frustra tanto ser así. No lo hago a propósito, he intentado ser amable, pero incluso con Aleksand eso sólo duró dos minutos o menos, y con Eric... con Eric me comporté de forma muy extraña, hacía tiempo que no sacaba mis sentimientos de esa forma. O mejor dicho, hacía tiempo que no sacaba mis sentimientos al exterior.

Cansada de andar sin rumbo ―no físicamente, me refiero a que estoy harta― me detengo y me siento sobre una roca, desde aquí se ve todo el pueblo de Mystic Falls, si no fuera por la plaga que hay ahí, podría admirar la belleza de las vistas. Resoplo, malhumorada. Entonces siento que alguien me toca el hombro y mi reacción es muy escandalosa. Suelto un grito y doy un salto que me hace caer de la roca en la que me he sentado. Miro a la persona que me ha tocado de esta manera tan repentina mientras la oigo hablar. No puede ser. No-puede-ser. ¡Es la bruja novata! ¡Y me saluda tan pancha! Qué coraje.

Me levanto sin mostrar mi mala leche, dejando ver mi típica cara de indiferencia. Qué cara dura tiene de hablarme tan felizmente y de encima preguntarme si me acuerdo de ella. ¡No, claro que no me acuerdo de una tía que me fastidió más la vida cambiándome de sexo por ser una novata! ¡Y que luego no fue capaz de reparar el daño que hizo!

―¿Cómo olvidarme de una bruja novata que me cambió de sexo y luego no supo revertir el hechizo? ―le respondo con otra pregunta, de forma irónica y retórica, pero aparentemente en calma.

Aunque habla en voz baja puedo entender lo que dice. Lo que me faltaba ahora es que encima se molestara por lo que le he dicho, sólo ha sido la verdad. La gente que dice la verdad suele hacerlo conteniéndose mucho para sonar sutil, pero yo no sé hacer eso, y tampoco quiero aprender, no me interesa. Sólo hay una persona con la que me esfuerzo en ser amable, y porque se lo ha ganado a base de insistencia, esta chica no me cae bien. Yo sólo fui a llevarle algo porque mi abuela me obligó, yo ni siquiera quería ir, y va esta y me convierte en un tío, y encima luego no sabe cómo revertirlo. Y ahora me pregunta que cómo volví a ser yo... que si encontré a un hechicero o a una bruja... pero qué pregunta más estúpida.

―Encontré a alguien, el hechizo no se revirtió solo. ―no la miro, y hablo con calma, yo no me he dado cuenta pero mi tono no suena tan cortante. Apoyo la espalda en la roca en la que antes estaba sentada y miro el horizonte. ―Sé que no soy lo mejor con lo que podrías haberte encontrado en este sitio, pero no te obligo a que te quedes aquí pasándolo mal. ―le digo con aspecto distraído.