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Lunas Gemelas [Alexia Liebsheart]

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Mensaje por Aleksand Bright Mar Sep 04, 2012 8:19 am

La mujer de cabellos azules volvía a hablarle, y aunque su tono era firme la serenidad que alcanzaba y los matices de su voz llenaban de una absoluta paz el entorno. La naturaleza parecía rendirle tributo, silencio cuando tarareaba y la luz de la luna cuando sus ojos buscaban en su alrededor. Las aguas detrás suyo permanecían calmas, reflejando todo cuan cerca estaba. El claro era un verdadero remanso de paz. Azul, como decidió apodarla a falta de un nombre, tenía la cabeza del rubio apoyada en su regazo, acariciando el sedoso cabello como una madre a su hijo. Escuchaba sus labios moverse con palabras sólo para él, vocablos que solo el chico podía comprender y que no emitían sonido alguna. Las miradas de ambos, que compartían el mismo azul, cerraban las ideas por si solas y ella aún sonreía cuando la luna se volvió roja.

El cazador se despertó sobresaltado sin saber la razón de ello, ignoraba incluso lo que había visto en sueños. Todo estaba normal, los papeles sobre el escritorio, una estaca debajo de la almohada y Argetlahm reposando a un lado de la cama. No había signo alguno de Garm pero eso era algo más bien normal para el curioso espíritu animal. La luz inundaba cada rincón de la habitación, era un hecho que la mansión Cromwell había sido diseñada para mostrar su belleza en todo momento del día. Lentamente caminó hasta el baño que lo esperaba detrás de una de las puertas de su habitación, la gran ventaja de tener una suite propia. Se miró en el espejo, se veía como siempre y no tardó en sonreír, de alguna forma Meredith se había encargado de devolver el color a su rostro. Sus ojos permanecían plateados en eso no habían logrado cambio, mas con un simple parpadeo el hechizo se puso en funcionamiento para retornar a su azul natural. No costaba nada hacerlo pero ocultarle información a James no era algo que se le diese muy bien o con lo cual se sintiese cómodo. Buscó una camisa blanca y jeans , llevando un abrigo rojo sobre sus hombros aquel color no era su favorito pero algo le llamaba la atención del contraste entre ambas prendas. Posiblemente también fueran imaginaciones suyas. Descendió hasta la primera planta para avisar a uno de los criados que saldría de manera que James estuviera al tanto de ello. El rubio quería comprarle algo como agradecimiento a Meredith quien poco había dormido por su culpa y tanto se preocupó por su bienestar. Tomó la llave de su R6, el casco y fue hasta ella para encender el motor. Se escuchaba tan dulce y ronroneante como desde el primer día. ¿Donde estaría Reichen? Quizás a él también le debía un regalo por eso.

Siendo un pueblo chico no le tomó más que un par de minutos alcanzar el centro y un lugar donde aparcar su motocicleta. Guardó el casco en el compartimiento del vehículo y decidió caminar lentamente observando los escaparates de la tienda. Decidir el regalo idea probaría ser una prueba más que dificil. Meredith, aunque fuerte y feroz, era una chica más bien sencilla que se contenta más con una sonrisa que con un vestido, aún así estaba decidido a volver con algo entre sus manos. Un objeto con el que pudiera recordarlo, no tenía pensado irse pronto pero la sensación de vacío no desaparecía ni menguaba, si era posible solo se incrementaba. Solo las horas junto a la cazadora habían frenado aquello solo para que las manecillas continuaran su tic, tac, luego de pasar los lindes de la residencia Sulez. Ropa, flores ,collares, anillos, de todo pasaba frente a sus ojos pero nada le parecía adecuado. Debía de haberle pedido ayuda a Elena pero la decisión de salir fue tan repentina que no quiso molestarla. Si sólo Alex estuviera allí.La imagen de la rubia se le grabó en la retina, casi que podía verla venir hacia él a pocos metros. La mente es una herramienta poderosa que puede jugarle terribles juegos a uno. Sacudió la cabeza para volver a centrarse en lo que hacía pero la silueta de su amiga no desaparecía, si era posible se estaba acercando. Tuvo que tenerla en frente para darse cuenta que no era una ilusión sino su amiga en carne y hueso, la sorpresa le arrancó palabras en su idioma natal ya que no encontraba la forma de traducirlas- Von Himmel, ¿Alex? - El semblante serio y pensativo que tenía fue reemplazado por una sonrisa. La emoción de ver alguien de su pasado y que le asegurase que todo lo ocurrido no era un sueño lo golpeó de lleno, impidiéndole contener un fuerte abrazo para la joven mientras daba vueltas con ella en el aire - ¡Que milagro, pero...! ¿Qué haces aquí?- Con ella no había secretos de ningún tipo, ambos pertenecían a la misma Orden y estaba claro que si otro de los suyos era enviado era por una muy importante razón. Y ese alguien no era cualquier persona, sino el Angel Caido.
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Mensaje por Alexia R. Liebsheart Mar Sep 04, 2012 2:26 pm

El silencio reinaba en la habitación, mientras la brisa fresca del día se colaba por la ventana del lugar, todo estaba en absoluta calma, la joven mujer descansaba tranquilamente, su cuerpo se encontraba cubierto por las sabanas que dejaba ver una figura delineada y perfecta, cuyas facciones exquisitas quitaban el aliento para quienes la vieran en ese momento, su hermosa cabellera sedosa reposaba con calma entre las almohadas, su respiración pausada y sus movimientos pocos coordinados pero suaves dejaban ver que la rubia se encontraba en un sueño profundo y relajante quizás por la sonrisa que adornaba su cara, poco a poco y sin querer el sonido de un celular se hizo presente, al principio suave, subiendo su intensidad a medida que el tiempo pasaba y su dueña no contestaba, la rubia frunció el ceño adormilada, mientras su mano iba a donde podría estar localizado aquel aparato que amenazaba con quitarle aquellos momentos de tranquilidad, sin poder evitarlo dio un pequeño bostezo mientras contestaba la llamada - meine Liebe, estas no son horas para llamar a un jovencita de su casa- dijo nada mas de contestar, mientras se levantaba y la sabana caía como una seda dejando ver el cuerpo ligeramente vestido de la mujer –ciertamente, tenemos que conversar sobre las horas normales de sueño, o me empezare a preocupar por ti- respondió mientras, caminaba por la habitación, frotándose los ojos sin dejar de estar pendiente de lo que su interlocutor le decía - wie Sie wollen, meine Liebe- menciono mientras rodaba los ojos ante cada una de las palabras que explicaban con una exactitud que rallaba a lo molesto, lo que tenía y no debía hacer en su estancia –podrías ahorrarte todo y confiar en que hare las cosas según lo acordado- replico más seria de lo normal, sabía que Ryck no lo hacía con alguna intensión más allá de que no la atraparan, pues ella no tendría que estar en aquel lugar sin la autorización pertinente, sonrió de medio lado al escuchar las últimas palabras de quien la llamaba –en eso estamos de acuerdo, apenas tenga algo te llamare, descansa querido- finalizo mientras colaba el teléfono.

Tiro el teléfono en la cama, mientras se iba al baño para despertarse completamente, se lavó el rostro y se dio un baño refrescante, necesitaba salir para distraerse un rato, aun cuando su querido Rick le había negado que saliera hasta nuevo aviso –Ojos que no ven, corazón que no siente- susurro con una sonrisa divertida mientras se vestía a su gusto, se colocó un corsé blanco abrochado con cintas finas, unos pantalones negros ajustados a la cadera y un par de botas de tacón alto, tomo una chaqueta larga del mismo color que el corsé y se preparó para salir, sin antes por supuesto poner en sus botas en par de dagas que usaba para emergencias, no es que las necesitara pues se bastaba con darle unos buenos golpes, o en casos extremos usar el fuego, sin embargo nunca estaba de más estar preparado para cualquier momento.

Salió del hotel admirando, como el sol estaba en todo lo alto del cielo despejado, sin una sola nube que pudiera opacar su reinado aquel día, lo cual le ayudaba a calcular la hora en que se encontraba y como había invertido su tiempo entre el baño y el arreglarse, sonrió divertida recordando como los chicos la criticaban por ello, desde niña era quien más tardaba en usar la habitación de aseo y por la cual la mayoría prefería levantarse temprano antes de que ocupara almenos 3 horas en el, por supuesto esto solo cuando tenía momento para ella y no debía entrenar, lo cual no era todo el tiempo, suspiro con aburrimiento y pensó en alguna cosa que hacer pero ciertamente no conseguía nada que llamara su atención, salvo adentrarse a lo que podría considerarse la parte más concurrida de la ciudad.

Sentía a cada paso que daba la calidez de los rayos solares y como tocaban la piel de todas las personas que al igual que alexia paseaban por centro de la ciudad, pero a diferencia de la mayoría, la joven mujer rubia se encontraba en un estado apático total de la alegría que se sentían por aquellos lares, aburrida, mortalmente aburrida, esa era la mejor palabra que podría describirla, después de dar algunas vueltas por la plaza comercial de Mystic Falls, sin ningún interés aparente por los grandes almacenes que le ofrecían a sus visitantes, ropas, joyerías, artículos electrónicos entre otras cosas más, ciertamente en ese instantes las compras no eran lo que podría sonar atrayentes, su frustración por mantener oculta su presencia, resultaba tedioso y sin sentido desde un punto de vista práctico, aunque claro no es que actualmente estuviera siguiendo las órdenes que le habían dado, pues en un lugar tan pequeño encontrarse con quien no debía era mucho más fácil de lo podría ocurrir en una gran ciudad y para que engañar la verdad, ella sabía que al salir lo más probable es que en algún momento diera con quien buscaba –aunque por supuesto el que sea una coincidencia no la hace culpable, verdad?- susurro traviesamente mientras se sentaba en una banca solitaria la cual le daba una vista perfecta de todo la plaza, saco de su bolso su celular y se dispuso a marcar un numero en particular cuando algo le llamo la atención, sin poder evitarlo una sonrisa se extendió por todo su rostro, los dioses podían ser piadosos en ocasiones, sino cual otra razón podía ser que justo el día en que ignoraba las instrucciones de Ryck, se encontraba con quien se suponía no debía.

Tomo sus cosas y empezó a caminar directamente hacia su objetivo, el cual curiosamente estaba mirándola fijamente, pero como si no creyera que fuera ella, pues sus pupilas se mantenían sin ninguna reacción más allá de la normal, pensó quizás que era ella la que tenía alucinaciones, su deseo de encontrarse con su hermano del alma, lograba que se proyectara en su mente de una manera casi real, pero sus pensamientos murieron cuando una sonrisa en aquel rostro y una voz que no escuchaba desde hacía tanto tiempo pronunciaba su nombre con evidente alegría, pues eran pocos aquellos que se atrevían a llamarla sin el temor de sus propios antecedentes –por dios mi querido alek, me vas a marear- dijo al sentir como este le daba vuelta en los aires espero que se calmara para sonreírle y guiñarle un ojo –quería tomarme unas vacaciones y que mejor lugar que donde estás tú, meine Liebe – respondió mientras aprovechando el abrazo que los mantenía unidos, le dio un beso en los labios para luego separarse y sonreír con fingida inocencia –espero que te agrade mi presencia, porque me tendrás mucho tiempo por acá- menciono soltando una carcajada mientras se agarraba del brazo como si fueran una pareja –te has portado bien en mi ausencia?- finalizo mientras hacia un puchero y lo miraba con curiosidad, cuando Ryck se enterara se pondría furioso y como mínimo tendría un sermón de por lo menos 1 hora sobre desobedecer sus órdenes, pero valía la pena, su adorable chico había crecido y se había vuelto más guapo, tendría que estar pendiente de quienes estaban a su alrededor, después de todo aleksand era de ella.
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Mensaje por Aleksand Bright Sáb Oct 20, 2012 2:17 pm

Por un momento se vio succionado hacia el pasado, su alrededor volviéndose oscuro y apresador por largos pasillos y habitaciones pequeñas. No estaba observando a la chica ni a sí mismo sino a dos niños rubios parados y tomados de la mano, como si aferrarse el uno al otro fuera la única manera de mantenerse cuerdos. Quizás así fue durante mucho tiempo mientras ambos encontraban su propia personalidad y fuerza de voluntad para salir adelante. Dejando las fachadas de lado, eran múltiples las vidas que se perdían dentro de la Institución como resultado de los arduos entrenamientos a los cuales se sometían niños y adolescentes por igual. Aleksand y Alexia nunca fueron la excepción tampoco, a pesar de estar estrechamente relacionados con un familiar de uno de los pilares, el mismo Ryckard.

El cazador por su parte poseía uno de los corazones más puros pero eso no lo privaba de enterarse de la realidad en la cual había vivido casi toda su vida y aunque no guardaba ningún rencor o anhelo de venganza jamás olvidaría los horrores que había presentado allí. Quisiese o no, estos se encontraban grabados en la esencia de su propia alma y ni los acontecimientos del momento amenazaban con borrarlos. Desde afuera ambos amigos y cazadores daban una escena digna de película, con la chica dando vueltas en el aire por acción de los fuertes brazos del rubio. Sus cabelleras brillando fuerte a causa del sol, convertían a ambos en una especie de luz cautivadora y danzarina que atrapaba la atención de los transeúntes a la primera. Aleksand estaba acostumbrado a la forma de ser de su amiga, había sido una de las pocas personas que se podría considerar una constante en su vida. No sólo sufrieron juntos sino que también había trabajos compartidos, innumeradas ocasiones en las que uno al otro debían de salvarse la vida o de otra manera la historia sería contada con otros matices. Serían necesarios días enteros para dejar plasmado todo lo vívido por un par de jóvenes que apenas estaban alcanzando la mayoría de edad. Por otro lado estaba la particularidad de cada individuo, no como grupo, pareja o amigos, sino como ellos mismo. Ser miembro de una Orden como los Pilares sólo puede significarse una cosa, eres especial y ellos lo saben. Tienes algo que ellos quieren y harán todo para conseguirlo. James, a su manera, se había encargado de dejar en claro eso liberando aquella parte latente de Aleksand que tanto estaba presionando para salir. Alexia no se quedaría atrás aún si ese asunto era desconocido para su compañero y confidente y aún más para sí misma. Lo que no había manera de ocultar era su habilidad innata para la magia la cual se presentaba de manera muy distinta a lo experimentado por el chico. El fuego abrazador, destructor y purificador era la especialidad de Alexia, sólo eso había podido comprobar de la chica en el campo de batalla. Y ella era precisa, jamás fallaba un golpe. Rápida y feroz como una leona, la cazadora era alguien a quien no querías hacer enfadar o enfrentarte en una pelea.

Amainó el abrazo solo por el pedido de su más antigua amiga, muy a pesar de que en su interior quería mantenerla así y no soltarla jamás por el miedo a perderla. Aquél beso fue la razón que lo trajo de vuelta al mundo, el calor de los labios que tenía tiempo sin sentir. El gesto era sólo una cuestión entre ambos sino más bien una costumbre que la chica había adquirido luego de dejar la niñez atrás para convertirse en una mujer. Hasta ahora, Aleksand jamás tomó importancia de aquello, y siendo Alexia la única, mantenía la creencia de que lo hacía para mostrar su preocupación y cariño. Una de las pocas cosas las cuales no podían quitarles. Ahora que Meredith se había unido al panorama, le costaba poner las cosas en orden dentro de su mente. La cazadora de Mystic Falls lo llamaba amor mientras que él aún luchaba por entender un concepto tan amplio y complicado como ese. El saber que Alexia estaría cerca por un tiempo le cayó como una bendición de los cielos, tenía ahora a alguien de su pasado a su lado y quien seguramente podría ayudarlo en la complicada situación en la que se había metido. El chico tomó la cabeza de la rubia entre sus manos para luego besar su frente - No sabía que Ryck daba vacaciones pero no sabes cuánto me alegra que estés aquí. ¡Tengo tanto que contarte. Cielos, creo que necesitaré yo mismo vacaciones para lograrlo! - y bastante cierto era que no encontraba por donde comenzar y eso claramente se veía en su rostro y labios que no paraban de abrirse y cerrarse sin llegar a decir nada- ¡Vivo en una mansión!- soltó al fin tomándola de la mano y llevándola en una dirección. Enseguida se frenó para tomar otra -¡Tienes que probar la comida del Grill!...Espera ¿Donde te quedarás por este tiempo?¿Tienes dinero? ¡Tengo una motocicleta!- las ideas fluían y fluían haciendo que sus palabras perdieran toda coherencia y cohesión. Estaba sorprendido, de eso no había duda- He dado lo mejor de mí estos meses, aunque mi índice de trabajos realizados ha decrecido bastante, aunque me he encargado de honrar los espíritus de los antepasados de Mystic Falls como nos han enseñado. Creo que ellos en su gracia me han cuidado más de lo que debían- Volvió a abrazarla y acariciar su cabello para luego dejarla libre y seguir su voluntad.
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