Necesito sangre [Jen-Emily]

En aquello estuvo de acuerdo con Jen, al principio, tras leer la carta, su reacción había sido como la de a quien le están gastando una broma que carece por completo de gracia, y no había hecho caso a aquel libro hasta unos días más tarde. ¿Por qué? Muy simple; habían empezado a pasar cosas extrañas a su alrededor. Cada vez que pasaba cerca de un lugar con aspersores, fuera la hora que fuera, éstos saltaban y la calaban de pies a cabeza, y un día que salió algo enfadada del colegio, todas las alarmas de los coches empezaron a sonar. Además, la curiosidad pudo con ella, y no tardó de estar más que inmersa en la lectura del grimorio. Había releído una y otra vez la carta que su antepasado había dejado para generaciones futuras que, en realidad, había deseado no llegasen. La carta explicaba el porque de que ella sellase los poderes de la familia y cómo, al volver a Castle Combe, ese sello se había roto. - Al principio fue difícil de digerir, pero entre una cosa y otra, al final no me quedó otra opción que creérmelo. - contestó encogiéndose de hombros. Se había sentido tentada de contárselo en más de una ocasión a su madre, pues aquellos genes debían estar también en ella, pero tal como decía su tatarabuela en la carta, los poderes de generaciones anteriores ya no florecerían, por lo que ella no podía ayudarla con nada y si se lo contaba no haría más que preocuparla. Por suerte, James no tardó en encontrarla, y él se hizo cargo de enseñarle todo lo que debía saber, incluso alguna que otra cosa que no aparecía en su grimorio.

Asintió con la cabeza, no muy segura de si facilitarle esa información a una vampiresa había sido una buena idea o no; aun así, por alguna razón, confiaba en aquella vampiresa, y dudaba que fuera a intentar atacarla o nada por el estilo. - Siempre. - dijo como única respuesta, nunca le habían gustado las peleas, pues en el fondo, todo eran pérdidas, y aquello que ganaban nunca las compensaba, por lo que realmente nadie ganaba nunca. Asintió con la cabeza sonriendo, recordando a los miembros de su círculo, que la matarían si descubrieran que estaba en el depósito de sangre del hospital socializando con un vampiro como si nada. - Sí, conozco a unos cuantos hechiceros y brujas. Son todos bastante más experimentados que yo, aunque todavía siguen aprendiendo. Sin duda soy la que lleva más retraso en los estudios de magia, pero es que ellos empezaron a aprenderla desde pequeños, pues en sus familias hay por lo menos un brujo que conoce la condición de la familia. - dijo como escusa a sus pocas habilidades para la magia. Aunque, poco a poco, iba mejorando. - ¿Y tú qué? ¿Cómo es tu día a día? Es la primera vez que hablo directamente con un vampiro, ¿sabes? - dijo dejando entrever un poco su entusiasmo; ¡había tantas cosas que quería saber sobre aquella especie! Además, había algunos vampiros que llevaban siglos y siglos vagando por el mundo, ¿y quien mejor para contar la historia que alguien que la ha vivido en sus carnes? Emily era una apasionada de la historia del mundo, le encantaba todo lo relacionado con la Edad Media, el Renacimiento y la Era Industrial; aquella había sido la evolución de la raza humana y podían apreciarse tanto los momentos cumbre de la humanidad como sus momentos más bajos.

Había sido duro para ella en un principio, cuando llegó a Castle Combe lo único que la preocupaba era empezar de cero en un pueblo donde no conocía a nadie y que, además, no se hablaba su lengua madre; sobre todo le asustaba no encajar y que se reran de su acento francés. Pero al llegar al pueblo y encontrar aquel extraño libro y aquella carta, todos sus temores se habían sustituido por otros mayores, su pasado. No quiso preocupar a sus padres con eso, pues pensó que no sería más que una broma de mal gusto o que su antepasada estaba mal de la cabeza. Lo peor fue cuando empezaron aquellos extraños sucesos. Asintió con la cabeza y sonrió; si aquello hubiera sido una broma pesada, ella no estaría allí en aquel momento, ni sabría todas las cosas que había aprendido en aquellos años. - Sí, y me alegro por ello. - estaba orgullosa de su línea familiar y ser una bruja era simplemente fantástico.

Se rió ante la confesión de la chica, ¿tan malos eran las brujas y hechiceros? Ella no había conocido más que a los miembros de su círculo, pero dudaba que fueran capaces de dañar a otro ser, ya fuera humano o sobrenatural; y si lo hacían, seguro que no era realmente a propósito. No todos los de su círculo aborrecían la violencia como ella, pero no creía tampoco que fueran partidarios de ella. - Algo que tenemos en común entonces. - dijo sonriente, contenta de comprobar que aquella chica también fuera pacifica. No creía que la estuviea mintiendo, por alguna razón que ella adjudicaba a sus poderes, podía disitinguir cuando alguien mentía.

Tras preguntarle por su día a día, Emily se quedó mirandola, expectante. No tenía muy claro que pensaba que hacían, aunque le había dado alguna que otra vuelta al asunto. - Así que llevas una vida ¿normal? ¿Pero y cuando ya no puedes seguir en un mismo pueblo porque no aparentas la edad que deberás tener? - esperó no molestarla con la pregunta; a veces era un poco metomentodo.

Desde pequeña había tenido una conexión especial con los seres vivos y con la naturaleza, al igual que su madre; al parecer, aunque sus poderes no hubieran salido nunca a la luz ella tenía la misma capacidad de percepción que una bruja o hechicero. Estos tenían la capacidad de sentir lo que los árboles sentían y de comunicarse con ellos, al fin y al cabo, gran parte de su poder venía de la naturaleza, las brujas no eran más que el canal por el que todo ese poder se filtraba. - Sí, - dijo asintiendo con la cabeza, sentía la vida y la muerte, por suerte, la segunda mucho menos a menudo que la primera - es como si quisiera estar en contacto permanente conmigo; tanto para avisarme de los peligros como para pedirme ayuda. - dijo al cabo de un rato. En realidad, tampoco sabía muy bien como explicar aquella relación que tenía -que todos los brujos tenían- con la naturaleza. Lo único que sabía era que era algo bueno y hermoso, algo que no cambiaría por nada en el mundo.

Em siempre veía el bien en todo ser, desde vampiros hasta humanos; no creía en la maldad propiamente dicha; nadie hacía algo por que era malo y le siempre le había divertido hacerlo, tenía que haber algo más. Generalmente es nuestro pasado quien condiciona nuestros actos en el presente, pues este deja una huella inmensa en nosotros y sentimientos de los que no podemos escapar aunque queramos. Por eso, en su cabeza, justificaba la conducta cruel de algunos seres sobrenaturales a las condiciones que les hicieron ser como son. Por ejemplo, muchos de los vampiros que poblaban la tierra habían sido convertidos a la fuerza, y se habían despertado de repente con unas ganas terribles de beber sangre, sin nadie que les dijera lo que les estaba pasando. - No, parece que huyen de mi o algo. - dijo con una leve sonrisa en los labios. Tampoco es que se dedicara a buscar vampiros sin ton ni son, aunque si que ponía especial atención en la gente que paseaba por las calles; al fin y al cabo, Mystic Falls era una ciudad repleta de seres sobrenaturales. - Tendré cuidado. Además, ya te conozco a ti, con conocer a un solo vampiro ya soy feliz. - y además tenía la suerte de que Jen fuera una vampiresa amigable y pacifica, lo que añadía varios puntos en su favor.

- Oh, vaya. - dijo, algo decepcionada. Por alguna razón se había imaginado una vida algo más emocionante, aunque no estaba muy segura tampoco de los que se esperaba realmente, ¿algo parecido a lo que había leído en alguna que otra novela? ¿Que existiera en la vida de cada vampiro un Van Helsing? - Tiene que ser triste abandonar una y otra vez ciudades donde intentas construir una vida... - comentó en voz baja. Después escuchó la pregunta de Jen y arrugó levemente la nariz. - Pues intento aprender algún hechizo o algo nuevo cada día; por las mañanas investigo los alrededores y el pueblo y por las tardes estoy con mis amigos. No puedo ir al instituto, aunque por edad debería estar asistiendo, por que mis padres no saben que estoy aquí. - dijo encogiéndose de hombros. Vale, puede que su vida en aquel momento fuese más complicada que la de Jen, aun así, ella se aburría bastante, pues, aunque intentaba ser autodidacta, aprendías las cosas con mayor rapidez cuando algún miembro de su círculo la ayudaba.